"Piñericosas” causan furor

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Mi viejo amigo, colega y compueblano, José Pimentel Muñoz, me hace llegar la reproducción de una crónica periodística sobre el libro “Piñericosas”, que recoge las curiosidades y meteduras de pata del saliente presidente chileno Sebastián Piñera.Por vía de amigos chilenos tenía referencias de esa publicación que se ha convertido en un fenómeno de librería. A tal punto que ha sido necesaria la impresión de ediciones populares que se venden como pan caliente al pregón en las calles santiaguinas. Su autor ha tenido que ampliar el anecdotario para una segunda edición que empieza a cosechar similar éxito de venta, y hasta al propio Piñera han llegado a hacerle gracia sus “locuras presidenciales”. “Lo que nadie podrá decir es que no se echan de menos las piñericosas del gobierno”, comentó a un grupo de periodistas tres días después de abandonar La Moneda… “dejando la puerta abierta”. Las ocurrencias de Piñera, sin embargo, son una especie de cuentos de hadas comparadas con las barbaridades que se produjeron en una isla del Caribe entre el 2000 y el 2004 de este mismo siglo… que más bien parecen surgidas de la prehistoria política. Sus “tres caídas”… Entre las “piñericosas” más destacadas están sus constantes caídas en actividades públicas y la última vez quedó “con las cuatro gomas pa’rriba” frente a la prensa; un lobo marino estuvo a punto de comérselo por una imprudencia en un zoológico; se sentó en la silla presidencial de Obama “para saber cómo se ven las cosas desde ahí”; decía “tu-sunami” por tsunami y “marepoto” por maremoto… En Chile poto es el trasero. Las meteduras de pata de Piñera no pasan de confundir en mil años la llegada del conquistador Pedro de Valdivia a Chile; entregar a la Reina de Inglaterra una piedra del Desierto de Atacama en honor de los 33 mineros “salvados por mí” en el derrumbe de una mina; escribir una frase nazista en el libro de visita del Parlamento Alemán y hacer un chiste cruel promachista en una cumbre presidencial en Méjico. En la inauguración de una feria del libro dio por muerto al poeta Nicanor Parra, que tiene 104 años de edad, y cuando su ministro de Cultura le corrigió la falta, dij “… Él está muerto, lo que ocurre es que no se lo han dicho”. “Abel mató a Caín…” Tratando de explicar el auge de la delincuencia, recordó que “ese fenómeno existe en Chile desde los inicios mismos de la humanidad cuando Abel mató a Caín…” Cuando le dijeron que no, que fue al revés… replicó: “El asunto es que se mataron esos hermanos como producto de la delincuencia…”. Llamó “Galáctea” a la Vía Láctea y en visita oficial a Isla de Pascua dio gracias a Dios por llegar “a la isla donde vivió Robinson Crusoe”, el personaje ficticio de la literatura inglesa del siglo XVIII que dio vida el escritor Daniel Defoe. Después de su experiencia de Estado, que se inauguró con uno de los más catastróficos terremotos del Cono Sur seguido por el “marepoto” que provocó casi mil muertos, Piñera ha dicho que tiene “cosas interesantes” qué hacer: Participará en una carrera de helicóptero en la Patagonia; tomará clases de natación y pesca submarina; verá el mundial de fútbol de Brasil y piensa ingresar a la universidad de Harvard, “si es que pasa el examen de admisión”… ¡… Nada de irse a sembrar yuca!

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