¿Pensión o extremaunción?

Aunque para muchos resulte un juicio cruel, entiendo que las pensiones para los miembros del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), no deben conformar un beneficio semejante a un aliciente para el último hálito de vida de ningún colegiado. Estos beneficios no deberían trocarse en una simbólica mortaja, un reconocimiento póstumo, o un acto de extremaunción. Sin embargo estoy conteste en que cuando el secretario general del CDP, Olivo De León, solicita públicamente al presidente Danilo Medina, que pensione a periodistas aquejados por diversas enfermedades, entre ellas, diabetes, varios tipos de cánceres y otras dolencias terminales hoy denominadas catastróficas; formula una petición adornada por buenas intenciones, y sólo apela a la sensibilidad del mandatario. No pretendo discriminar a los enfermos del beneficio de esas jubilaciones, y he dado muestras de todo mi apoyo a esos colegas. Sin embargo también entiendo que la pensión no debe estar condicionada a que se tenga una salud deteriorada. Esto desvirtúa los reales objetivos de una remuneración para un cese de labores, por lo menos, aceptable. Además algunos periodistas en Nueva York se preguntan sobre qué ha hecho el CDP con la friolera de unos cuatro millones de pesos mensuales que, según se dice, otorga el gobierno para algunas asistencias sociales y proveer de medicamentos a los colegas enfermos. Aunque también se afirma que se ha elevado a mil pesos más, las pensiones de numerosos beneficiarios. Sin que se acuda a ningún tipo de magia, parte de esa partida puede ser utilizada para pensionar a varios periodistas que desde hace algún tiempo la solicitamos. Los que somos “inútiles” y sin mayores “virtudes” de cabildeo, merecemos también ser justamente reconocidos, y por ese reclamo no debe haber represalias, ni malquerencias. Además, las pensiones se deben priorizar a favor de los que, alguna vez, sostuvimos un dilatado ejercicio periodístico. Es decir, que aparte de llevar alivio a un enfermo, las mismas deben ser otorgadas a los que, de algún modo, si cabe el término, hemos sido auténticos obreros de la prensa. Los que como yo, siempre han peleado limpiamente, no necesariamente, deben apresurarse en cabildear cuestionados diagnósticos sobre su salud, para recibir esa pensión. El espíritu o la razón social por la cual fue fundado el CDP, se difumina si esta institución (si es que todavía se puede considerar como tal), ignora las batalladoras jornadas que, para informar al pueblo dominicano, libramos en aciagas coyunturas políticas muchos de los otrora reporteros en las que,- no queremos usar el manejado sainete de la humildad- se encuentra el que escribe este artículo. ¿O es que, los que siempre hemos sido rebeldes y cuestionamos el sistema y a los partidos tradicionales, no merecemos ningún tipo de reconocimiento o beneficio? Esto a pesar de que, aunque parezca paradójico, por razones obvias, en principio, no estoy de acuerdo con las pensiones. Pero resulta que si con ese capítulo se ha beneficiado a individuos cuyo único mérito es estar ligados al partido de gobierno; personas que apenas han escrito dos cuartillas y no tienen la edad para ser jubilados, y por último, a otros que se distinguen por ser cabilderos y experimentados saltadores de garrochas, que no la necesitan; considero de justicia que quien ha sido un consagrado reportero tanto aquí como en República Dominicana, también merece ser pensionado. Y esto se justifica con más peso cuando la mayoría de directivos del CDP, ya se han despachado con sus respectivas pensiones. Aunque debo admitir que uno o dos, tenían alguna dolencia por el deterioro de su salud. No pretendo enfrentar a la actual directiva, ni a Olivo De León, con quien ya había tratado el tema en una visita que giró a Nueva York, pero coincido plenamente con un articulista que hace poco dijo que la sociedad dominicana está infestada por el “tape” y el “compadreo”. Y yo agrego que también inciden variadas complicidades y amiguismos, para obtener ciertos favores. Tal vez-y esto es lamentable-, por mi conciencia laboral que no tiene referencia de simples sinecuras; soy el único que en estos predios que, abiertamente, demanda de su pensión. Esto aunque el Goebbel del pasado gobierno que encabezó Leonel Fernández Reyna haya dicho que los periodistas que vivimos en Nueva York, no necesitamos ese beneficio. Nada más alejado de la realidad, al menos en mí caso. Además considero que ha faltado sensibilidad y un fino tacto. Esto por el hecho de que ante temas trascendentales sobre los periodistas dominicanos, hay cierta indiferencia para con los que residimos en Nueva York. Siempre hemos sido hospitalarios con nuestros colegas cuando visitan esta urbe; respondemos firmemente cuando se coloca en circulación un libro; en tiempos de campañas electorales del CDP, y otros actos de solidaridad. No me siento minimizado ni avergonzado por este reclamo, y puedo decir que sería capaz de atravesar los suplicios de las horcas caudinas, en defensa de mis principios y los que creo, son mis legítimos derechos.

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