En abril de 2004, días antes de un aniversario más de la Guerra de Abril de 1965, el comandante Ramón Montes Arache, por oscuras razones que desconocemos, denostó y enlodó la memoria histórica de Caamaño en un programa televisivo dirigido por la señora Consuelo Despradel. El antiguo jefe de los Guardias Ranas afirmó en aquel entonces que el héroe nacional no tenía capacidad intelectual para gobernar, haciendo las veces, con tan desdichado estribillo, de caja de resonancia de sus detractores. Incluso, hasta llegó al grado de insinuar la idea de que este había sido cobarde cuando se asiló, por agotamiento, en la embajada de El Salvador. Es dentro de esa misma línea de franca destrucción de nuestros símbolos patrios que se inscriben las recientes declaraciones en el periódico “Hoy” del denominado “Comandos de la Resistencia” al afirmar, entre varias otras, que el Coronel de Abril iba a los campamentos de entrenamiento guerrillero en Cuba ‘de visita de médico’, que era débil por las faldas y entregado a la bebida, defectos, si los tuvo, que no viene al caso traerlo a cuento en este punto del tiempo, ni rebajan, sin embargo, su dimensión de héroe nacional. Tamaños intentos de canibalizar los modelos históricos dominicanos en la persona de Caamaño tienen sus antecedentes a su vez en las de nuestros héroes y próceres del pasado lejano, en los cuales a los Padres de la Patria se les ha considerado “un mito”, y entre ellos, a Duarte, se le pinta como “débil de carácter”, a Luperón, como “curandero”, entre otras bajezas humanas. Los Estados Unidos –digámoslo con todas las letras– jamás nos perdonarán la valentía de haberlos enfrentado en el conflicto bélico civil y patrio de Abril de 1965, en el que si no ganamos la guerra, tampoco la perdimos. De ahí nos ganamos el calificativo de “El David del Caribe”, y “los Espartanos de América”, la República Dominicana, un país diminuto que se atrevió a hacerle frente, una hazaña que tuvo como precedente las Gestas Restauradoras en el siglo XIX, donde libramos otra guerra –que tampoco perdimos– esa vez contra España, una superpotencia de la época. Otro imperio, desigual en el número de soldados y armas que también vencimos en nuestras luchas libertarias, fue Haití. No obstante, historiadores y otros estudiosos interesados de este lado de la isla, en un revisionismo que responde más a una agenda internacionalista, y esta vez fusionista y posmoderna, que a la realidad de los acontecimientos que se dieron entre ese territorio y nuestro país, han manipulado y tergiversado la verdad histórica en orden a sus intereses. En otras palabras, detrás de semejante proyecto canibalizador de la dignidad nacional se esconden el país más poderoso del mundo y otras potencias, así como grandes grupos de poder criollo, que al parecer se proponen borrar los valores patrios de la conciencia colectiva del dominicano. Sería con esa maniobra en mente que intentarían inficionar la unidad y moral en los más destacados integrantes del movimiento constitucionalista de 1965. El periodista y escritor Roberto Marcallé Abreu descubrió un detalle inédito en la historia reciente dominicana, el cual consiste en el tanque Sherman estadounidense que mordió con sus metálicas ruedas la parte frontal de la Puerta del Conde —y del cual se registran imágenes–, una vez finalizada la Guerra de Abril, un símbolo de humillación, en el tiempo, al orgullo de todos los dominicanos. “Testigo es el mundo de la lucha que libramos, del coraje y la valentía de ese pueblo en el terreno del honor y en el campo de batalla”, reza una de las frases memorables del discurso del presidente Caamaño en su entrega del mandato presidencial al Congreso en septiembre de 1965; solo que, el Coronel de Abril y Caracoles, jamás pudo haberse imaginado que la aureola de su lucha titánica iba a ser mancillada varios decenios después por antiguos compañeros de guerrillas en Cuba, que en lugar de sacar un balance digno y sereno del ideal que en una ocasión los uniera –dejando de lado las mezquindades humanas– han terminado canibalizando su memoria histórica.
Montesquieu y Vico, forjadores del conocimiento político
Charles de Secondat, barón de Montesquieu, nació en 1688 en el castillo de La Bréde cerca de Burdeos (Francia), de una antigua familia noble, que por tradición siempre se había predestinado a la magistratura. Aunque el joven Montesquieu no sentía ninguna vocación por esta carrera, debió aceptarla. Ese hecho, afinado a la característica habitual de su carácter, ayudó a hacerle forjar el designio de una obra en la cual habría criticado, ridiculizando las instituciones y costumbres francesas de su tiempo. Las Cartas Persas aparecieron en 1720: el autor imagina que un persa, visita Francia, escribiendo a un amigo suyo que quedó en su país mediante la descripción de las costumbres e instituciones francesas que hicieron una sátira aguda y mordaz en una candidez postiza. Así por ejemplo él dice que el rey de Francia tiene costumbre de nombrar sus ministros entre sus domésticos, indirecta indudable a los nobles que completaban su corte. Embiste la moralidad de las damas francesas y pone incluso en burlesco la Universidad (Sorbona), que dice es respetable para su edad, pero que es tan vieja que a veces yerra. El libro tuvo un gran éxito, sobre todo confirmados ante la clase dominante que fue simplemente la más avergonzada. Fue un gran signo de caída porque una clase dirigente fuerte y convencida de la legitimidad de su absolutismo no tolera ser ridiculizada. Si Montesquieu era de inteligencia mediocre, que se limitaría al género literario que le había dado fama, pero era una mente poderosa y original, que fue capaz de renovar y trató a su segundo libro “Las causas de la grandeza y decadencia de los romanos”, el tema esta vez fue más difícil porque aún hoy en día a pesar de todos los avances de la ciencia histórica, no se puede decir que se aclaren todas las causas de la disolución de la antigua Civilización. Nuestro autor trabajó cerca de veinte años en su tercera obra que le hizo célebre ante sus contemporáneos y de la posteridad, fue publicada en 1748. Como se sabe, su titulo es “Espíritu de las Leyes” y se puede afirmar que todas las reformas políticas que fueron realizadas en el siglo XIX llevan el esquema de las ideas enunciadas en ella. Comienza por una definición que recuerda la filosofía de Descartes. Las leyes son, dice él, los informes necesarios que derivan de la naturaleza de las cosas. A seguida se examinan los temas más variados; entre otros el autor se ocupa de la esclavitud y del divorcio. Pero la parte propiamente política es la que más ha contribuido a hacer esta obra celebre. Hasta Montesquieu, había reinado sin contestación la clasificación de las formas de gobierno expuesta por Aristóteles (aunque era en realidad anterior al Estagirita), y se admitía por doquier que los gobiernos podían dividirse en monarquía, aristocracia y democracia. Es justo valorar que la palabra república es usada por el autor en el sentido moderno del término, o sea, para designar un gobierno a la cabeza del cual no existe soberano genético. Montesquieu diferencia entre la monarquía y el despotismo explicando que, en la primera, el soberano gobierna conforme a leyes que ha hecho el mismo, siendo circunscrito su poder por los privilegios de las clases sociales y por los usos, mientras que en el despotismo su iniquidad es ilimitada. La república, dice, se encuentra en los países virtuosos; y entiende por virtud el desinterés y la sobriedad. La monarquía descuella en los países donde señorea el sentimiento del honor, esto es, el amor de las distinciones sociales y, en las clases altas, la consciencia de los deberes hacia el Estado. En cuanto al despotismo tiene su soporte en el temor de los castigos. Desarrollando una idea ya observada por Bodino, piensa que la virtud y por consiguiente la república se encuentra de preferencia en los países fríos donde las pasiones son ardientes mientras que el despotismo sería propio de los países cálidos. Pero la parte más interesante del Espíritu de las Leyes es aquella en la cual el autor expone su teoría de la división de los poderes. Gracias a esta división, dice, “los poderes limitándose unos y otros, la libertad, es decir, el gobierno fundado en la ley, llega a ser posible.” Preexisten, señala él, tres órdenes de poderes: el legislativo, que elabora las leyes, el ejecutivo que las aplica en el orden general, y el judicial que la aplica en los casos particulares. Cada uno de esos tres poderes debe ser confiado a un organismo distinto e independiente de los otros dos. Es solamente cuando esta división existe que se puede plasmar un régimen de libertad. Si se quiere criticar a Montesquieu se puede observar que esta clasificación de las formas de gobierno no es, más que la de Aristóteles, organizada sobre sus caracteres esenciales. Aristóteles al ofrecer su clasificación tuvo en cuenta la ciudad-estado helénico. En cuanto a Montesquieu, él se sitúa simplemente observar las instituciones políticas europeas de su tiempo. Así Inglaterra, Francia y Suiza y tal vez Turquía, que le proporcionan el ejemplo de un Estado despótico, fueron los modelos que la inspiraron. El estilo entre la monarquía y el despotismo es aun más frágil. Se conoce en este aspecto la espiritual observación de Voltaire para quien esas dos formas diferenciadas por Montesquieu serían “hermano y hermana y similares y por lo tanto podría ser el que tome el otro”. En fin no se puede aceptar la correlación que Montesquieu establece entre la virtud, tomada en el sentido que él atribuía a esta palabra y la forma republicana del gobierno, igual que no se puede aceptar la relación que ha establecido entre el clima y la reforma del gobierno. Eso es tan cierto que en América del Norte, el desinterés y la austeridad de costumbres, no parecen ser más grandes que en los estados monárquicos de Europa. En la época misma en que Montesquieu escribía, Rusia, país sin embargo frío, poseía un régimen autocrático, mientras que la antigüedad clásica era Grecia e Italia, países de clima más bien caliente, que habían los primeros, creado y realizado las formas de gobierno basados sobre la libertad. La parte más duradera de la obra de Montesquieu es sin ninguna duda la relativa a la repartición de los poderes. Pero hasta esta es considerada como incompleta. Observando las condiciones políticas de Inglaterra del siglo XVIII, Montesquieu llegó a esta convicción: la libertad de la cual gozan los ingleses fue el resultado de la división de los poderes. Pero el omite observar que esta división no correspondía perfectamente a su concepción según la cual cada poder debía estar reservado a un organismo determinado. En efecto habría sido inexacto afirmar que el rey de Inglaterra no participaba nada en el poder legislativo y que el Parlamento no participaba en el ejecutivo. Además omite igualmente insistir sobre el aspecto político de la división propuesta. Debido a que no podía funcionar normalmente porque detrás de cada órgano, que era el rey o el Parlamento, había una fuerza política especial. Detrás del rey se encontraba el prestigio del cual gozaba aun la Corona, y también toda la burocracia. Detrás el parlamento tenía toda la clase alta y media de Inglaterra que poseía la supremacía económica y que, gracias al gobierno autónomo, tomaba una amplia parte en la dirección administrativa del país. Esta omisión explica porque en muchos países donde se introduce el régimen representativo y por consiguiente la separación de los poderes, esta, aunque sancionada por los textos constitucionales, no pudo jamás funcionar eficazmente. Es justamente porque faltaba a esos países esta multiplicidad de las fuerzas dirigentes que había permitido en Inglaterra el éxito de ese modo esa forma de gobierno. Por otro lado, entre los escritores italianos del comienzo del siglo XVIII hay que señalar a Jean-Baptiste Vico quien fue un espíritu muy original y no tuvo durante su vida el éxito que le acaeció después de su muerte. Vico fue un pensador solitario; y con una vida muy estrecha, confinada por la pequeñez de sus medios financieros y desasosiegos familiares; pasó nueve años en una pequeña localidad de la región de Nápoles, Vatolla, donde era maestro en una familia noble. Más tarde regresó a Nápoles, donde naciera en 1668, y se las arregló para obtener de la Universidad de carga retórica repetidor, puesto mal pagado a través del cual, al ser la educación más privada, él pudo conseguir lo necesario para vivir, y en 1734 recibió una pequeña pensión del rey Carlos III, nombrándolo historiógrafo de la Corte. La obra principal a la que Vico debe su celebridad es titulada “Principios de una ciencia nueva relativa a la naturaleza común de las naciones”. Fue publicada por primera vez en 1725, desarrollada en una segunda edición de 1730, y aparecida en su forma definitiva en una edición póstuma fechada en 1743. La idea primordial de todo el sistema de Vico es que todas las civilizaciones humanas posen un movimiento ascendente. Diferencia tres fases en la vida de los pueblos: el periodo divino que atañe al comienzo de la civilización y al curso del cual la Ciudad es dirigida por sacerdotes. El único lazo que une entonces los ciudadanos es la creencia en una divinidad común. Es durante esta época que nacen las primeras instituciones sociales, esto es, el matrimonio, la equidad y el culto a los muertos. Luego viene el periodo heroico en el cual el fuerte domina el débil y donde la fuerza material toma primer orden; el poder está entonces entre las manos de algunos. En fin, viene el periodo humano en el cual las costumbres se suavizan y donde la Sociedad trata de organizar de una manera que tiende a ser perfecta. Pero puede suceder que, como resultado de una regresión social, los hombres caen de este periodo favorable a las violencias de la edad heroica o hasta a la condición primitiva del periodo divino. Desde el punto de vista de las formas del gobierno, Vico indica que al primer periodo corresponde el gobierno monárquico, al segundo el gobierno aristocrático y al tercero el democrático. Formulando esta teoría Vico avanzó mucho en la vía que conducía a una verdadera ciencia política y dio prueba de intuición genial. Para este movimiento uniforme que él creía entrever en la vida política de los pueblos no existe siempre, o, si existe, se trata entonces de una uniformidad muy relativa. De todos modos, Vico tuvo el gran merito, dada la época en que vivió, dogmatizar que el método mas seguro para conocer las leyes que reglamentan la vida política y cultural de los pueblos consiste en el estudio de su historia. Es solamente a través de ésta, señala, que es posible arribar a resultados verdaderamente científicos. Pero, hay que recordar que, para Vico el bagaje de conocimientos históricos que estaba disponible era todavía insuficiente e imperfecto.
¿De que se ríe el Alcalde?
Comprendo que un político que administre un banco casi estatal y logre un préstamo de más de noventa millones para una empresa familiar esté sonriente; o que ese mismo político haya recibido una compensancion de doce millones de pesos a poco más de un año de trabajo. Se justifica su sonrisa. Entiendo que un legislador que administre cientos de miles de pesos y disponga de dos exoneraciones de vehículos en cuatro años tenga motivo para reír a carcajadas; Es comprensible que el “presidente” de un partido que augura un éxito rotundo en sus aspiraciones reeleccionistas en las elecciones internas de ese partido, tenga motivos para reír sabiendo que cuenta, para ese proceso, con el control del padrón, de la Comisión Organizadora y del Centro de Cómputos, además del manejo a su antojo del presupuesto de la Organización. Justifico que un profesional de humilde origen económico que haya logrado por Gracia de su activismo político engancharse a “servidor público” y que por ese sacrificio perciba más de medio millón de pesos mensuales en un país donde el salario de maestros, enfermeras y policías no alcanza los diez mil pesos, se revuelque de risa y se pellizque para asegurarse de que todo eso es real. Que los simpatizantes del equipo alemán de futbol mueran de risa, es comprensible. Ahora, lo que no entiendo por más vuelta que doy al asunto es de qué se ríe el alcalde de Bayaguana. En cada momento en que aparece su imagen ante las cámaras exhibe una sonrisita inexplicable. Él, es cierto, está amparado en la presunción legal de inocencia y hasta podría ser inocente. Pero el hecho de que unos facinerosos confiesen que dispuso asesinar a un hombre para encubrir un desfalco, no es como para reír. Yo, por lo menos, no le veo la gracia.
Proyecto de destrucción de nuestros símbolos nacionales
En abril de 2004, días antes de un aniversario más de la Guerra de Abril de 1965, el comandante Ramón Montes Arache, por oscuras razones que desconocemos, denostó y enlodó la memoria histórica de Caamaño en un programa televisivo dirigido por la señora Consuelo Despradel. El antiguo jefe de los Guardias Ranas afirmó en aquel entonces que el héroe nacional no tenía capacidad intelectual para gobernar, haciendo las veces, con tan desdichado estribillo, de caja de resonancia de sus detractores. Incluso, hasta llegó al grado de insinuar la idea de que este había sido cobarde cuando se asiló, por agotamiento, en la embajada de El Salvador. Es dentro de esa misma línea de franca destrucción de nuestros símbolos patrios que se inscriben las recientes declaraciones en el periódico “Hoy” del denominado “Comandos de la Resistencia” al afirmar, entre varias otras, que el Coronel de Abril iba a los campamentos de entrenamiento guerrillero en Cuba ‘de visita de médico’, que era débil por las faldas y entregado a la bebida, defectos, si los tuvo, que no viene al caso traerlo a cuento en este punto del tiempo, ni rebajan, sin embargo, su dimensión de héroe nacional. Tamaños intentos de canibalizar los modelos históricos dominicanos en la persona de Caamaño tienen sus antecedentes a su vez en las de nuestros héroes y próceres del pasado lejano, en los cuales a los Padres de la Patria se les ha considerado “un mito”, y entre ellos, a Duarte, se le pinta como “débil de carácter”, a Luperón, como “curandero”, entre otras bajezas humanas. Los Estados Unidos –digámoslo con todas las letras– jamás nos perdonarán la valentía de haberlos enfrentado en el conflicto bélico civil y patrio de Abril de 1965, en el que si no ganamos la guerra, tampoco la perdimos. De ahí nos ganamos el calificativo de “El David del Caribe”, y “los Espartanos de América”, la República Dominicana, un país diminuto que se atrevió a hacerle frente, una hazaña que tuvo como precedente las Gestas Restauradoras en el siglo XIX, donde libramos otra guerra –que tampoco perdimos– esa vez contra España, una superpotencia de la época. Otro imperio, desigual en el número de soldados y armas que también vencimos en nuestras luchas libertarias, fue Haití. No obstante, historiadores y otros estudiosos interesados de este lado de la isla, en un revisionismo que responde más a una agenda internacionalista, y esta vez fusionista y posmoderna, que a la realidad de los acontecimientos que se dieron entre ese territorio y nuestro país, han manipulado y tergiversado la verdad histórica en orden a sus intereses. En otras palabras, detrás de semejante proyecto canibalizador de la dignidad nacional se esconden el país más poderoso del mundo y otras potencias, así como grandes grupos de poder criollo, que al parecer se proponen borrar los valores patrios de la conciencia colectiva del dominicano. Sería con esa maniobra en mente que intentarían inficionar la unidad y moral en los más destacados integrantes del movimiento constitucionalista de 1965. El periodista y escritor Roberto Marcallé Abreu descubrió un detalle inédito en la historia reciente dominicana, el cual consiste en el tanque Sherman estadounidense que mordió con sus metálicas ruedas la parte frontal de la Puerta del Conde —y del cual se registran imágenes–, una vez finalizada la Guerra de Abril, un símbolo de humillación, en el tiempo, al orgullo de todos los dominicanos. “Testigo es el mundo de la lucha que libramos, del coraje y la valentía de ese pueblo en el terreno del honor y en el campo de batalla”, reza una de las frases memorables del discurso del presidente Caamaño en su entrega del mandato presidencial al Congreso en septiembre de 1965; solo que, el Coronel de Abril y Caracoles, jamás pudo haberse imaginado que la aureola de su lucha titánica iba a ser mancillada varios decenios después por antiguos compañeros de guerrillas en Cuba, que en lugar de sacar un balance digno y sereno del ideal que en una ocasión los uniera –dejando de lado las mezquindades humanas– han terminado canibalizando su memoria histórica.
¿Guido o Miguel?
La crisis política del país es muy seria. La democracia peligra. Los partidos, manejados con criterios mercantiles, son destruidos por los poderosos bajo la mirada de las altas cortes. ¿Qué pasa? Parecería que están a disposición del mejor postor, que no piensan en el bien común. El escenario general, es lamentable. En el caso especifico del PRD, su situación es compleja. Sabemos que se caracteriza porque sus militantes tienen espíritus independientes, diversidad de ideas. Estamos acostumbrados a sus encontronazos, pero en la mayoría de los casos, terminan entendiéndose. Sin embargo, hoy están prácticamente divididos. Se habla del grupo de Miguel, de Hipólito, Abinader, de la convergencia, del PRD Mayoritario. Unos actúan dentro de la organización, otros fuera de ella. El Presidente del PRD, Miguel Vargas, asegura que sus acciones buscan “institucionalizarlo, disciplinarlo, modernizarlo”. Esta suspendiendo o expulsando a los que no se ajusten a sus normas. Miles quedaron fuera del padrón electoral para la Convención que realizarán el 20 de julio y donde elegirán el próximo Presidente. Miguel aspira a la reelección. Otro candidato es Guido Gómez Mazara. ¿Recibirá apoyo de los que actúan desde afuera? No lo se. Los perredeistas saben que es momento de definiciones. No procede perder tiempo con estrategias ni tácticas dilatorias con fines posteriores. Como ciudadana amante de la democracia estoy muy atenta a este evento. ¿Quién será Presidente, Guido o Miguel? Las personalidades, principios, objetivos, inquietudes y métodos de acción de estos dos candidatos se perciben radicalmente diferentes. La decisión de la mayoría, definirá el partido y retratará la sociedad. Miguel, ingeniero y empresario, con las riendas, siglas y símbolos del partido en las manos, busca cambiar la esencia del mismo y el comportamiento de sus gentes. Sobrio, frío, lacónico, calculador, inspira un respeto que raya el miedo. En su afán de disciplinar, sus actitudes y acciones, se perciben con aires dictatoriales, chocan con la idiosincrasia de los perredeístas. Ellas recuerdan que tiene el poder en el partido y también económico, es millonario. Si lo deseara, puede usar esos recursos, desde la base hasta las cúspides, para alcanzar sus fines. Vende la idea de disciplinar aunque miles queden fuera, incluyendo líderes históricos. Actúa como los gerentes empresariales que con la mayor tranquilidad, manda al zafacón, desechan, los productos que no encajan con el molde e impiden la negociación. Guido, por su lado, abogado y político, parece disponer solo del verbo, ideas, sueños, férrea voluntad. Insiste en preservar la esencia del partido, defender la democracia. Extrovertido, espontáneo, emotivo, se expresa con coraje y firmeza, buscando que el mensaje cale. Afirma que persigue unir la familia perredeista, abrir las puertas a todos y todas, para que juntos, puedan pensar en los pobres, combatir la corrupción, acabar con la impunidad, defender los bienes del pueblo y cerrar los capítulos de odios y rencores. Considera que el gobierno que preside Danilo Medina tiene aspectos positivos, pero debe desmontar la corrupción. Asegura que como Presidente del PRD, no habrá pacto de la corbata azul como el que hizo Miguel con Leonel. Que no va a aliarse a los depredadores de la nación, a los que dejaron un hoyo fiscal, a los que no pueden explicar sus millones, mientras los hospitales carecen de todo y los pobres se mueren de hambre. Es cuestión de vergüenza contra dinero. Demostraré que “primero la gente” como decía Peña Gómez, no los intereses de grupos. Dice tener fe en Dios, de que saldrá airoso. “La gran mayoría del PRD votará por mi porque me parezco a ellos”. También los que están en el padrón de Miguel, porque saben que ayudaré al partido a volver al poder en el 2016. Lo necesito a todos. Vamos a reconstruir al PRD. Trabajaremos como un gran equipo, fortaleceremos la democracia, ayudaremos al gobierno, señalándole lo que anda mal y contribuiremos a tener una mejor RD. Ya lo verán”, dice con vehemencia. Bueno, el día de la Convención, la nación espera que vayan a votar revestidos de civismo, solo escuchen su conciencia y piensen en la democracia ¿En quién confiarán para unir las partes? ¿En Guido o Miguel? Veremos.
¿Homenajes a Juan Bosch?
Me dediqué a observar las conmemoraciones del ciento cinco aniversario del natalicio del profesor Juan Bosch, envuelto en esa atmósfera de absoluto desdén por los valores en que viven sus discípulos que nos gobiernan. Y descubrí que el cinismo ocupa el lugar de la verdad. Una vez escribí que Juan Bosch era un cadáver perfumado en un armario al que desempolvaban en cada aniversario para exorcizarlo; y fue así en este ciento cinco aniversario de su natalicio. Lejos, distantes del Ser verdadero en que ardió su existencia, sus pocos “discípulos” que se pararon frente a su tumba, eran el vivo retrato de que todo aquello en que decían creer se había desmoronado. “Prever es ver antes que los demás”- decía Martí-, y si la predicción está cumplida, a aquel loco incorregible que se anticipó hay que exorcizarlo. Antes de que la codicia helase la vida ingenua del partido que fundó, Juan Bosch vio lo que sucedería si esa pequeña burguesía llegaba al poder. Ahora sus labios están aherrojados por la muerte, pero desde su corazón, donde quiera que esté, y no sin cierta sagrada tristeza, mira desvencijado el espectáculo de degradación y corrupción de sus discípulos. ¡Contra esos mozos pequeños burgueses alertó! ¡La codicia de esa casta soberbia describió sin piedad en sus libros! Aunque no lo confiesen, ellos sienten el foete de su desprecio; porque si Juan Bosch estuviera vivo (y no hago historia posfactual ahora) no fuera miembro del PLD, y sintiera el asco de ver los mismos esquemas de gobierno que reproducen y ahondan las lacras históricas del país. Quiebro el ala de la indignación y miro al cielo en su nombre. Ahora quieren cubrirlo de homenajes. Pero esos homenajes son una forma de exorcizarlo. Sépanlo al menos, un verdadero homenaje a Juan Bosch es la vigencia de la honestidad, y no este abyecto abatimiento de las virtudes. Homenajear a Juan Bosch es no permitir que los negociantes de la política se roben el patrimonio público; y levantar el decoro y la ira, ante tanta inequidad y abandono. ¿Es que acaso esos nuevos ricos del PLD pueden invocar a Juan Bosch sin que la lengua se les convierta en cáscara de guayacán reseco? Ese cortejo de ansias y de pasiones por el dinero, no formaban su gloria. La tierna y valerosa consagración de su imagen ha de durar todo el tiempo de vida de esta nación, porque se resistió a la tentación del dinero, y porque su idea de la gloria no se empinaba sobre la riqueza material. Los existencialistas no se cansaron de proclamar que “el hombre es lo que él se hace”, envueltos en esa conjetura filosofal de que “la existencia precede a la esencia”. Juan Bosch hizo de “su existencia” una práctica negadora de todo lo que es hoy el PLD, y los que aspiran a convertirlo en una “esencia” huyen del verdadero, y tejen por una parte una moral de devoción, de simpatía; y por otra, una moral más amplia, de eficacia más discutible. El mejor ejemplo es el personaje que se ha proclamado su albacea intelectual: Euclides Gutiérrez Feliz. Juan Bosch nunca lo estimó, lo juzgaba sin talento, sin probidad, era su antípoda (muchos lo saben, incluso él). Venía de un mundo vigilado, tosco, autoritario; y cualquier rictus de su rostro se coligaba al despotismo trujillista. Pero él cree ahora que, como habla desde el poder, se puede reconstituir a partir del cielo inteligible de los valores que Juan Bosch representa. Frente al ejercicio de los valores estamos solos, sin excusas, y no hay efluvios que legitimen nuestra conducta. ¿Puede alguien que incluso justifica el crimen de una persona por la jugada política, representar el aura de Juan Bosch? Bosch no tiene una sola mancha de sangre que lo sindique, su nombre no puede ser asociado de ningún modo a la corrupción, no amó el poder por encima de sus principios. Únicamente para exorcizarlo puede Gutiérrez Feliz invocar a Juan Bosch; y no importan los homenajes, porque todos sabemos que se trata de esa instrumentalidad pasiva, contraria a la práctica del discipulado, despreciable y ruin.
Una modificación constitucional ?
Se habla de una nueva reforma constitucional que permita la reelección por dos períodos consecutivos. Se plantean varios aspectos: que no puedan volver a postularse jamás; que podrían hacerlo cuatro años después; que la modificación no debería ser aplicable para el presente período ni para el próximo, o sea, que ni Danilo ahora ni quien gane en el 2016 pueda reelegirse, sino a partir del 2024. Pero cuando se plantean reformas en ese sentido, es porque surgen necesidades coyunturales, con nombres y apellidos. Porque de acuerdo con los auspiciadores de dicha enmienda se evitaría una situación política complicada y tratan de buscarle un “bajadero” constitucional, Ahora se habla de ello, porque como quisiera hacerlo cualquier partido en el poder, el PLD quiere continuar en el gobierno, y conservando Danilo Medina una aceptación envidiable, es considerado como una buena opción en las actuales circunstancias, por lo que para ellos no tendría sentido la reelección, si no tiene efecto inmediato. De todas maneras, expresé hace algunas semanas que solo se daría una reforma en ese sentido, si Danilo y Leonel se ponen de acuerdo y luego convocan a la dirigencia política con presencia en el Congreso para consensuarlo. Pero de cualquier modo, cada partido como dirigente con aspiraciones hace su propia proyección en función de las posibilidades reales del momento como del futuro. Sin embargo, una reforma constitucional podría no convenirle por ahora a ninguno de los partidos que controlan el Congreso, o a una buena parte de sus líderes, ya que todo aspirante a la presidencia quiere tener oportunidades lo más pronto posible. Y si bien las edades de la mayoría de los aspirantes les permiten esperar hasta el 2020, la naturaleza de los políticos es aprovechar el momento. En Mateo 9:37, Jesús le dijo a sus discípulos: “La mies es mucha, pero los obreros pocos”. Pero en materia política en nuestro país, los aspirantes son muchos y las oportunidades pocas. Y a pesar de ello, conociendo el peso específico de los expresidentes, los muchos aspirantes no han hecho nada para limitarles el tiempo y aumentar sus posibilidades. Los dejan como espadas de Damocles En tal sentido nadie debe sentarse a esperar que quienes tienen mayor liderazgo y posibilidades de continuar o retornar al poder, cambien o promuevan modificaciones constitucionales que pudieran poner en riesgo esas posibilidades, ya que, a mayor cantidad de aspirantes, menor oportunidades de lograrlo. Porque mientras los presidentes y expresidentes puedan volver a postularse sin tener límites, los espacios se mantendrán más o menos cerrados. Pienso que todo va a quedar igual. Que Danilo terminará el 16 y podrá retornar tranquilamente en el 20, cuando soplen otros vientos y la economía pudiera estar en mejores condiciones. Porque una reforma constitucional en estos momentos tiene demasiadas aristas cortantes. Además de pensarlo mucho, tendrían que ponerse guantes de malla metálica para evitar heridas sangrantes. Parece ser que continuará vigente el dich el que viene atrás que arreé. tabasa1@hotmail.com
Pide voto confianza para Quique Antún
NUEVA YORK.- El movimieinto «Balagueristas Siempre» pidió a las filiales en Estados Unidos del PRSC otorgar un «voto de confianza» a Federico Antún Batlle, presidente de ese partido, quien a su juicio, desde que asumió ese cargo, ha conducido esa entidad con transparencia.
Ramón Mercedes, presidente de Balagueristas Siempre, expresó que, hasta el momento, el presidente del PRSC ha desarrollado un trabajo encomiable a favor de la base reformista-balaguerista, que «estaba huérfana en su accionar, apoyo y participación».
Antún Batlle visitará en los próximos días las filiales reformistas en los Estados Unidos de Miami, Nueva York, Boston, Nueva Jersey, Filadelfia y Washington.
«Como buen reformista-balaguerista, Antún Batlle ha dinamizado y transparentado la organización donde todo seguidor de Balaguer ahora se siente y está representado, lo que se traduce en fortalecimiento del sistema democrático dominicano», subrayó Mercedes.
«Pero como en la viña del señor hay de todo, en el reformismo existen personajes que no tienen liderazgo ni plataforma política que no sea la del apadrinamiento. Hay que tener mucho cuidado con esa gente, porque quieren contaminar al partido con cierta persona extra partido», alertó.
Recordó que 6 de mayo 2013, faltando tres años para las elecciones, cuando el PRSC era presidido por Carlos Morales Troncoso, un alto dirigente reformista proclamó en un programa de televisión que el partido propondría la candidatura de la actual vicepresidente de la República, Margarita Cedeño de Fernández, como forma de garantizar el éxito en el 2016 de la coalición de entidades que ha gobernado el país desde el año 2004, e invitó a valorar la solidez del liderazgo del expresidente Leonel Fernández y la aceptación popular de su esposa.
«Antún Batlle explicó que los reformistas se sienten identificados con el presidente Danilo Medina porque está actuando y haciendo el ejercicio de gobierno, nos identificamos mucho con lo que está haciendo el Mandatario», dijo Mercedes.
Reiteró que Quique Antún se merece un voto de confianza cuando visite próximamente las filiales del PRSC en Estados Unidos, «porque está trabajando con el partido, para el partido y con el partido, de manera diáfana, claramente y ha puesto el oído en el corazón del pueblo».
Entre los solicitantes figuran, además, Ramón Reyna, Rafael Borges, Elvyn López, Pedro M. Lluberes, Julio Torres, Francisco Betances, Andrea Martínez, Emil y Mavel Flores, Rosmery Rodríguez, Elaine Espinal y José Alfonso Suárez, entre otros.
jt/am
¡Auméntanos la fe!
El pasado 3 de julio celebramos la Fiesta de Santo Tomas. Recordemos el hecho famoso de este Apóstol donde se evidenció su poca fe ante Jesús resucitado y aquella felicitación de nuestro Señor extensiva a todos los que creen en El y no ven. Dice San Juan (Jn. 20, 24) «En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». El les contestó: «si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su costado, no creeré». Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presentó Jesús y dijo a Tomás: «Acerca tu ded aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Jesús le dij «Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver». Es interesante que nos percatemos de algunos detalles de esta narración: es posible que ante la gran tristeza que le embargaba la muerte de su amigo Jesús, Tomas se haya apartado para llorar su pena en soledad. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció una inmensa utopía para que fuera cierta. Su error fue el apartarse del grupo. Nadie está peor informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. No era de esos que repiten automáticamente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe. Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo esta bellísima profesión de fe «Señor mío y Dios mío», y por eso se fue después a propagar el evangelio llegando según nos cuenta la Tradición hasta Persia y la India, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Podríamos concluir que su incredulidad fue provechosa para nosotros, ya que fue un signo de que Jesús resucitó verdaderamente, confirmando una vez más nuestra fe. Hagamos nuestra esta bella oración: “Señor, auméntanos la fe y enséñanos a convertir nuestro corazón, repitiendo a diario la respuesta de Tomás: “Señor mío y Dios mío”. leonor.asilis@gmail.com
El honor del general Alcántara
La primera vez que vi al general José María Alcántara fue en el mes de septiembre de 1961. Iba acompañado del Teniente general José (Petán) Arismendi Trujillo Molina. Huéspedes en Loma de Cabrera del empresario Manicero Rafael Abel, andaban “haciendo política” por la continuidad de la “Era” del fenecido “Benefactor y padre de la Patria Nueva”. Tenía fama de hombre de “horca y cuchillo”, adornado con las crueldades de su paso por El Sisal de Azua, campo de concentración donde confinaban a los “enemigos del jefe”, pero en el momento en que el general Alcántara se apersonó junto a Rafael Abel a la “tienda La Altagracia” a invitar a mi padre Félix Espinal a una reunión con Petán Trujillo, Alcántara figuraba “recomendado” por el general Ranfis Trujillo para que le sustituyera en Secretaria de las Fuerzas Armadas, ante un eventual retiro suyo de la vida política nacional. En unas declaraciones ofrecidas a la prensa internacional, Ranfis respondió ante las presiones para que abandone la jefatura militar, “Yo podía renunciar si conviene al interés nacional, y ser sustituido por generales meritorios como José María Alcántara o Arturo Espaillat”. (propuesta sangrienta). Después de estas declaraciones se comentaba que el hijo mayor del tirano preparaba maletas para abandonar el país en cualquier momento, como sucedió en noviembre de 1961. MOVIMIENTO POLITICO Precisamente, la presencia de Petán Trujillo en la frontera, se debía a la imperiosa necesidad de organizar un movimiento político para llenar el vacío de poder que dejaría Ranfis. De eso se habló en la residencia de Rafael Abel, allí asistieron un grupo selecto de hombres de negocios y militares de confianza, se dijo que “Trujillo no había muerto y que la mayoría del pueblo dominicano “es trujillista” y que la familia seguiría en el poder. Se comentó “Petan es el hombre”. Después de esa importante reunión repetida en los municipios de la línea noroeste, el general Alcántara reforzó su vigilancia en torno a los “elementos disociadores a la memoria del generalísimo Trujillo”, reuniendo los jefes de puestos y destacamentos militares instruyéndolos a “mantener en cintura” a los provocadores, aumentando el caliezaje en las esquinas. VOLANTES Por esos días se distribuyeron unos volantes en la sombra de la noche, exhortando a la población “a luchar contra la continuación de la dictadura Ranfis Balaguer” “Libertad, libertad, que se vayan los Trujillos. “De inmediato al capitán Melido Marte ordenó recoger los sospechosos de este “atentado contra el gobierno legalmente constituido”. Así me la cantó en mis narices acusándome de “elemento subversivo” debido a que lo vieron regando estos volantes. Lo negué enfáticamente, “eso es mentira”, negamos los cinco detenidos. Sin apelaciones nos montaron en una camioneta y nos llevaron a Dajabon ante el general Alcántara, la imagen causa espanto, alto fornido, blanco colorao, ojos verdes chispeantes, calva reluciente, con el volante en las manos dijo “son ustedes partía de como m. los que piensan derrocar al general Trujillo hijo, nosotros tenemos el poder, los cuartos y las armas. ¿Con qué piensan ustedes enfrentarnos” y continuó lanzando insultos, luego personificó su cuestionamiento con el estudiante de término del bachillerato santiagués Simón Bolívar Santos, (Mon) acusándolo de traer los volantes de Santiago, “aquí no hay imprenta esos volantes lo trajiste tú,” dime coño con que ustedes van a derrocar al general Trujillo Hijo? Alcántara extendió sus manos persiguiendo el cuello de Simón Bolívar, como si lo fuera ahorcar y le repetía ¿dime coño con que van a enfrentar la guardia?. ¡Dime!, responde ¡buen pendejo! Y como si el demonio se le metiera en la cabeza, Mon respondió: con las armas que no va a enviar Fidel Castro para matarlos a todos ustedes trujillista del diablo que nos tienen hartos “, explotó Mon con lágrimas en los ojos. Se impuso un silencio sepulcral nosotros nos miramos con la señal de nos jodimos, ¡Ni Dios nos salva!, mientras cambiaba el rostro sombrío del general. Alcántara se puso, de pies, caminó unos pasos y eructó como un ogro grrrr, y luego salió de su despacho al cuarto contiguo donde estaban nuestros padres y llamó a Candito Santos, el papá de Mon, chofer de la Línea Sued, la guagua que transportaba los guardias y sus familiares de Santiago a Villa Anacaona, un servicio social de Trujillo a la Guardia. Alcántara se dirigió a Candito con todo respeto, diciéndole. “Candito lo que este muchacho me ha dicho a mí, no me lo ha dicho ningún hombre, cójalo y lléveselo que no lo quiero volver a ver en mi vida. Se lo entrego porque usted se ha pasado su vida sirviéndole a la Guardia y al jefe; pero le aseguro que si se me vuelve atravesar en el camino, le pediré cuenta a usted, porque el “nacío” se saca de raíz. Don cándido se llevó a Mon y nosotros nos quedamos en nuestros asientos esperando….y el general ordenó con voz firme ¡lárguense comunistas del diablo! De retorno a mi hogar en Loma de Cabrera, comenté con mi papá Félix Espinal el milagro de salvarnos de las garras del general Alcántara. Y papá me respondió, “esos guardias son asesinos, pero guardan un límite de respetar el honor de los amigos y Alcántara no podía matar a un hijo de un chofer como candito que tiene tantos años transportando la Guardia. Papá tuvo razón, fue un gesto de honor del general Alcántara.

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