Frente al Juez que llevaba a cabo el juicio de fondo, la sociedad ha sido testigo del momento en que se desplomó en llanto Martha Heredia, al momento de escuchar al fiscalizador hacer la solicitud de que a la acusada se le impusiera una condena de 20 años de prisión y RD$250,000.00 de multa. Los gritos llegaban al cielo e impactaban el corazón menos sensible que pudiera existir. Recuerdo aun aquella noche de esplendor en que vi mi familia solicitando al unisono lo mejores para vienes para aquella chica mulata que representaba el país en aquel concurso artístico del Latín American Idol, en su 4ta versión. Ya antes la misma Martha Heredia se había robado la simpatía de todo un pueblo al verle cantar en la competencia local que más tarde la llevaría hacia esa playa en el Cono Sur, para deleite y orgullo de toda la nación. Esa noche del concurso, a nivel continental, nos tocó enviar decenas y decenas de mensajes, lo mismo hecho por la sociedad en pleno, aportando para que con el voto popular se anotara los puntos que le llevaran al estrellato. Pero, qué decepción y qué lastima cuando los medios masivos de comunicación le presentaron al país atrapada en los salones del Aeropuerto Cibao cargada de drogas narcóticas, caso que se mantuvo en dudas, hasta que ayer ante el tribunal que le juzgó, admitió su involucramiento en el narcotráfico internacional. De verdad, qué pena. Debemos ser sinceros, mi parte sensible me aflojó y de verdad que sentimos ganas de llorar junta aquella niña desdichada, equivocada, que lloró acaloradamente pidiendo perdón ante el tribunal competente que siguió su caso hasta este martes 12 de agosto. Más sin embargo, una vez dictada la condena de 7 años de prisión para esta delincuente confesa, hemos leído unas reacciones en reversa de condena, no a la que ha traicionado la confianza que un día le brindó en bandeja de plata la sociedad, sino, que caso éste, se condena a los jueces que dictaron la sentencia. En nuestro caso, a lo mejor, si estuviera en nuestras manos, la condena solicitada pudo ser menor o mayor, pero cualquiera que sea el caso, la que ha faltado a la sociedad ha sido Martha Heredia en un caso lamentable, criminal y perverso, el narcotraficar con heroína, caso admitido por ella. Cada cual es responsable de sus actos y eso se paga con la sanciones que los tribunales competentes entiendan de lugar. Lamento lo de Martha Heredia, tan bien que iba, pero se equivocó y, como dicen nuestra gente, ella la «macó». Sólo esperamos que el caso sirva de ejemplo a nuestra juventud y que se entienda que aun en lo más elevado de la fama o el estrellato, siempre se debe ser humilde y modelo.

Creo, sin temor a equivocarme, que no hay peor transporte que el que usamos las personas de San Juan de la Maguana, con la excepción del que ofrece una compañía privada que todo el mundo conoce. A la gente que vivimos en esta ciudad debe darnos vergüenza como Elías Piña, Barahona, Pedernales, Las Matas de Farfán, Bánica, El Cercado y otras comunidades tienen mejores unidades. Los transportistas de pasajeros de este municipio no sienten el mínimo respeto por los usuarios, ya que los transportan de una manera incomoda, debido a que le colocan más pasajeros a la guagua que el indicado. Otras de las dificultades para viajar en este tipo de transporte, es que muchos de los pasajeros también viajan con todo lo que se le antoje llevar a sus familiares a las distintas ciudades. Viajan con cerdos, perros, gallinas, patos, pavos, cabras y ovejos, introducen en las guaguas sacos de mangos, cebolla, arroz, yuca, plátano, llevan carne, queso y galones de leche. Pero como si todo eso fuera poco, es frecuente cargar con electrodomésticos, caja de repuestos para vehículos, flores, ropas, calzados y hasta sillas, neveras y mecedoras. La peor molestia en este transporte la constituye la cantidad de vendedores que aborda en cada pueblo la guagua para ofertar casabe, dulce, maní tostado, chocolate, agua, pilones y bizcocho. Y qué decir de la música a todo volumen, del reggaetón y la bachata que suelen colocar los chóferes durante el viaje molestando a los pasajeros, quienes tienen que decirle que bajen el volumen para ellos poder hablar por teléfonos celulares. Todo eso ocurre, porque no han sido capaces de modernizar sus terminales adquiriendo nuevas unidades con maleteros, para que los pasajeros carguen de todo. De igual manera acondicionar los baños, que es mejor no entrar en ellos por el mal olor que expelen, además no cuentan con oficinas para vender los tickets de abordaje, más bien molestan cobrando el pasaje dentro de la guagua. Hasta cuando soportaremos este mal transporte.

Resulta muy perturbador el incremento de la criminalidad que es denunciada diariamente en los periódicos del país. He leído en este mismo diario, las quejas manifestadas por ciudadanos de laprovincia de Barahona que ven con preocupación cómo las autoridades han resultado incapaces de detener esa malvada ola de acciones delictivas, que dà la sensación de que ni bienes y propiedades, y, ni aun la vida, están garantizados. La ciudad de Barahona, donde otrora la paz era un ingrediente presente en la convivencia de sus comunitarios, los hechos que dan lugar a noticias que marcan una degeneración de la sociedad, son repetitivos, hoy día, con el agravante de que todo parece indicar que el orden público se le ha ido de la mano a las autoridades. La situación resulta realmente inquietante. Cuál, pues, sería la solución? No es que sea pesimista, pero el futuro inmediato se muestra oscuro y muy pesado, por cuanto las medidas usadas desde hace mucho tiempo no tocan fondo en el problema. Está comprobado que el conocimiento de las leyes con las medidas de coerción que ellas establecen, así como las acciones drásticas de las autoridades del orden público, sólo alcanzan a limitar mínimamente el problema. El filósofo Kan dij “La justicia es una virtud del hombre como parte de la conciencia moral, que es la actividad espiritual humana, más allá del conocimiento”. De ahí que no es suficiente el conocimiento de las leyes y la drasticidad de las autoridades para lograr que la conducta del hombre se enmarque dentro de la justicia; esto es, dentro de lo que es correcto.Todo modus operandus, o lo que es lo mismo, la calidad y tendencia de toda acción del ser humano, estará siempre vinculada, a la formación moral de cada persona; y, en la sociedad, esto es, colectivamente, a la suma de los valores que sustentan la formación de cada uno de quienes conforman dicha colectividad, sean estos: Estado, hogar, escuela, iglesia, partidos políticos, sindicatos, clubes, etc. El hombre es un ser moral desde su niñez. Su desarrollo es permanente, como es el proceso de santificación y regeneración concebido por el cristianismo. Ese crecimiento es posible por lo que ve, oye, elabora, hace…; así se va estructurando la formación del futuro hombre, en la cual participa con influencia preponderante, el ambiente general en que interactúa, el cual está compuesto por esos elementos u organismos que en líneas precedentes ya he citado. La falta de oportunidades puede ser un elemento incidente en la situación delincuencial que nos afecta; pero no es determinante. Si asì fuese, no hubiese corrupción en los manejos de la cosa pública, como repetidamente se ha denunciado. Creo que la criminalidad, en sus diferentes manifestaciones, obedece, fundamentalmente, a: (a) La carencia de una sólida formación moral, y (b) la falta de una verdadera relación con Dios. Fíjese, amado lector, que no hablo de estar en una denominación religiosa. No. Hablo de un genuino encuentro con el verdadero Dios, que mueva al temor reverente, y se traduzca, en una reducción máxima de la miseria que, por su naturaleza pecaminosa, arrastra el hombre como simiente de la pareja fracasada en el Edén. Es de emergencia la restructuración de un programa que dé el sitial que corresponde a la formación moral del educando (futuro adulto), y la coordinación de acciones mancomunadas entre el Estado, el hogar y la iglesia. Solo así, podríamos tener “personas buenas”, en quienes, valores tales, com el amor, la justicia y la misericordia, dejen de ser simples conceptos usados solo para bellas y envolventes expresiones; sino fundamento de su manera de pensar y de la práctica en su diario vivir. Creo, que esto es posible. Y si se pone en pràctica, dentro de veinte años, tendremos una sociedad con una moral alta, y los organismo regionales y a nivel mundial, se referirían a la Repùblica Dominicana, con otra consideración. Vamos, hagamos el ensayo, y estaremos cumpliendo con nuestra responsabilidad, de legarle a las generaciones que nos seguirán, algo que, si bien no podría ser perfecto, al menos, que sea menos malo.