A raíz de la imposición de la medida autoritaria adoptada el pasado miércoles 20 de mayo del año que discurre por el gobierno y los empleadores de aumentar el salario mínimo en un 14%, durante un debate entre los sindicalistas y los patronos, los trabajadores amenazaron con realizar manifestaciones masivas en todo el país.
Todas las confederaciones de trabajadores existentes en la nación dominicana consideraron la acción como una amenaza a la paz laboral y anunciaron que abandonan el dialogo tripartito que se llevaba a cabo.
Negociaciones que también se desarrollaban con miras a reformar el Código Laboral, en tanto dado los desacuerdos retirarán su participación del Consejo Nacional de la Seguridad Social, el Infotep, el Instituto Dominicano de la Seguridad Social, entre otros, y eligen como últimos recursos de lucha: las manifestaciones públicas y los paros laborales escalonados que los llevarán a una huelga nacional.
El llegar a un aumento salarial de un 20% era el objetivo para alcanzar un punto medio entre las propuestas de sindicalistas y empresarios.
La Confederación Nacional de la Unidad Sindical (CNUS), insistió en que el aumento salarial del 14% no impacta positivamente en las condiciones de vida de los trabajadores y tampoco dinamiza la economía.
Dicha entidad adelantó llevar el tema a la Conferencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que se celebrará en Ginebra, Suiza, el próximo mes.
También se habla de coordinar acciones con los movimientos campesinos, populares, sociales y profesionales a fin de buscar otra salida a la demanda de los trabajadores.
En realidad, no hay explicación de ¿por qué los empleadores se empecinan en estropear a los trabajadores cuando el capital humano es el principal recurso de una entidad laboral, antes que la tecnología, la materia prima y el capital.
Se observa en la actitud de los empleadores una carencia de humanidad, justicia y equidad cuando ellos saben, más que nadie, que si hoy sus empresas exhiben mayores niveles de riquezas en el mercado, ha sido producto del incesante trabajo agotador de los trabajadores, que sin escatimar esfuerzos trabajan día, noche y días feriados para coadyuvar a alcanzar la misión, visión, objetivos, metas y así enarbolar los valores de las empresas de sus patronos.
Entonces, ¿porque no se compensa como es de justicia la verdadera e importante labor del trabajador?
Se podría pensar que parte de ese ego, apetencia de riqueza desmedida, falta de humildad y vocación de explotación, es el resultado de saberse que el mercado laboral se encuentra deprimido debido a la inexistencia de una política en pro de crear puestos de trabajos efectivos y de calidad.
No obstante la distancia en el tiempo, 15 de mayo año 1961, Roma, Italia, aun preserva vigencia el contenido de la Carta Encíclica MATER ET MAGISTRA de su santidad Juan PP XXIII, sobre el Desarrollo de la Cuestión social, a la Luz de la Doctrina Cristiana, cuando entre otras cosas, se refirió a la remuneración del trabajo.
En ese sentido, manifestó lo siguiente: “Una profunda amargura embarga nuestro espíritu ante el espectáculo inmensamente doloroso de innumerables trabajadores de muchas naciones y de continentes enteros a los que se remunera con salario tan bajo, que quedan sometidos ellos y sus familias a condiciones de vida totalmente infrahumana”.
“Hay que atribuir esta lamentable situación al hecho de que, el proceso de la industrialización está en sus comienzos o se halla todavía en fase no suficientemente desarrollada”, a lo que se podría agregar que es debido a la falta significativa de oferta de trabajo de calidad y falta de conciencia e indolencia”.
Asimismo sigue diciendo su Santidad Juan PP XXIII…” sin embargo, frente a la extrema pobreza de la mayoría, la abundancia y el lujo desenfrenado de unos pocos contrastan de manera abierta e insolente con la situación de los necesitados; en otras se grava a la actual generación con cargas excesivas para aumentar la productividad de la economía nacional, de acuerdo con ritmos acelerados que sobrepasan por entero los límites que la justicia y la equidad imponen”.
“…No es raro que se observe el contraste de que mientras se fijan retribuciones altas, e incluso altísimas, por prestaciones de poca importancia o de valor discutible, al trabajo, en cambio, asiduo y provechoso de categorías enteras de ciudadanos honrados y diligentes se le retribuye con salarios demasiado bajos, insuficientes para las necesidades de la vida, o, en todo caso, inferiores a lo que la justicia exige, si se tienen en la debida cuenta su contribución al bien de la comunidad, a las ganancias de la empresa en que trabajan y a la renta total del país”.
“En esta materia, es deber advertir una vez más que, así como no es lícito abandonar completamente la determinación del salario a la libre competencia del mercado, así tampoco es lícito que su fijación quede al arbitrio de los poderosos, sino que en esta materia deben guardarse a toda costa las normas de la justicia y de la equidad”.
“Esto exige que los trabajadores cobren un salario cuyo importe les permita mantener un nivel de vida verdaderamente humano y hacer frente con dignidad a sus obligaciones familiares…”
En tal sentido, es justo esperar de manera urgente, que los tres sectores: gobierno, patronos y trabajadores vuelvan a la mesa de las negociaciones, dejando sin efecto el gobierno y los empleadores el pírrico e irrisorio aumento de un 14% que hace tiempo fue absorbido por la inflación acumulada la que ha debilitado el poder de compra de los trabajadores, los cuales no resisten más hambre, insalubridad, falta de viviendas y de buena educación a tono con los nuevos tiempos.
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