Yo tendría veinte años cuando tuve la suerte de interactuar diariamente por casi tres años con Juan Bosch, en condición de mandadero suyo, redactor del periódico Vanguardia del Pueblo y locutor del programa radial del PLD, por lo que pude leer la mayoría de los textos originales de sus escritos sobre la construcción del Partido.
El PLD que el maestro plasmó en esos originales no es el mismo de hoy, pero no podía serlo porque un partido político es un ente vivo, dinámico que al pretender transformar la realidad económica y social, se transforma a si mismo.
Bosch escribió decenas de cuartillas sobre el perfil ético del miembro del PLD, y fue tan celoso con la integridad de esa condición que estableció recios cedazos o controles para poder alcanzarla, como el primero pasar por un Comité Patriótico o Popular y después integrar un Círculo de Estudios.
Al PLD se llegaba con la lectura y discusión de los artículos del periódico y con el estudio y unificación de su contenido de 21 folletos escritos por Bosch sobre política, historia, sociología, economía y política internacional, con lo que puede decirse que en términos teóricos, el militante se forjaba como el acero.
Aunque la realidad política, social y económica, han sufrido grandes transformaciones desde 1978, cuando fue la primera experiencia electoral del PLD, en ningún modo se puede justificar ningún tipo de traspié o retroceso o degradación en el ámbito ideológico.
Sin acercarse demasiado al perfil estalinista, en el PLD de Bosch, el Partido estuvo siempre por encima de los intereses de grupos o individualidades, tanto así que quienes violaban los Métodos de Trabajo, eran expulsados sin contemplaciones.
El PLD fue un partido de liberación nacional, con una cultura política marxista, pero no leninista, que nunca tuvo claro la forma de acceder al Poder. Creo que Bosch aspiraba de nuestro país lo que es hoy Viet Nam, donde la burguesía nacional, proletarios y campesinos emprenden un modelo de Gobierno que asume lo mejor del socialismo y del capitalismo.
Como el dicho aquel de que el hombre pone y Dios dispone, la realidad objetiva determinó en 1996, la forma de acceder a un poder que fue siempre limitado, pero desde el cual se realizaron grandes transformaciones económicas y sociales.
Lo que resulta imperdonable es que parte de la dirección y militancia del PLD hayan renunciado a principios irrenunciables establecido por Juan Bosch, todos relacionados con la lealtad a los principios, honradez, sacrificio, vocación de servir y defender al pueblo.
El Congreso Norge Botello, con todas sus resoluciones, debe ser el inicio del retorno del PLD a su esencia política y ética primigenia, pero creo que para alcanzar esa meta se requiere que mucha gente renuncie o sean expulsados de la organización, como lo hubiera hecho el profesor Juan Bosch.

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