Un paréntesis. La decadencia de Europa, un espejo en el que hay que verse

Hace unos años, el Grupo de Estudios Estratégicos (GEES) dio a conocer el extraordinario informe Contra la decadencia de Europa. Factores del suicidio europeo. Propuestas para la Europa del siglo XXI (Madrid, 2009). Se trata de un estudio serio y muy documentado del rumbo que lleva la Unión Europea. Un esfuerzo extraordinario donde participó una legión de expertos y proyectistas, dirigidos por el insigne Oscar Eliá.  Una joya. Tras leer el informe  hemos hecho un viaje al futuro. Hemos explorado sociedades desiguales, sometidas a experimentos de intelectuales fantasiosos y a desproporcionadas amenazas de disolución,  y hemos regresado aterrados, con la conciencia completamente chamuscada.

La mayoría de los que han planteado el problema se hallan totalmente conscientes de que Europa no será federal. Que el Estado nación no va  a desaparecer. La muestra  fue la autodestrucción de la Unión Soviética: el desmoronamiento de unas sociedades sin clases;  de sus escombros salieron 25 nuevos Estados naciones.  Lo  propio acaeció en la federación de repúblicas de Yugoslavia. Sobre sus ruinas se han levantado siete nuevos Estados.  La Unión Europea no podrá construirse contra el Estado nación. No hay Estado europeo. No  existe un  pueblo europeo. Son abstracciones desconectadas de la realidad.

Las naciones quieren continuar su historia, sin perder su identidad y sin renunciar al ejercicio de su soberanía.  Los grandes principios que han servido de plataforma al mundo moderno: el liberalismo, el parlamentarismo y la democracia;  los valores representados por el cristianismo, el mundo grecorromano, la filosofía, la ciencia, la tecnología  han perdido toda jerarquía  en las consideraciones de estas  sociedades nihilistas; que han dejado de creer en sí mismas; que, en nombre del escepticismo  niegan su pasado; que, en nombre del relativismo, anulan su propia historia

He compendiado en unos diez puntos los grandes problemas sustentados en el informe del GEES.

  1. Una sociedad devorada por un enemigo interior

Cuando una sociedad   se muestra  incapaz de defender su cultura, sus valores, su modo de vida,  se deja seducir por las formas de vida   que niegan su existencia,   termina disolviéndose; entra definitivamente en barrena.  Los síntomas de este problema en la Unión Europea son numerosos. a)  Las élites gobernantes  han olvidado a la nación; b) la renuncia a tener hijos;  b) la desidia ante la inmigración ilegal; d) la burla del Estado de derecho en nombre del multiculturalismo; e) el derrumbe de los servicios públicos, completamente colapsados;  f) la radicalización de las poblaciones musulmanas, que ya constituyen franjas grandes de población,  que han atacado sus principales ciudades. Londres, París y Madrid.  En nombre de la tolerancia se ataca a la Europa de las catedrales, los falansterios y abadías, y se muestra indiferente, ante el surgimiento de las mezquitas y los  minaretes.

  1. El mando político carece de verdadera misión y actúa contra la existencia de sus naciones.

Los políticos, las instituciones y los partidos, que son los instrumentos para llevar a cabo la preservación de la nación, rechazan la herencia histórica, cultural y política. Su falta de convicción los lleva a í creer que los problemas se resolverán por sí solos. Así Europa ha estado ausente en la crisis de los Balcanes, de Sudán, de Georgia. Ha abandonado todos los grandes ideales. Cualquiera, en nombre de la libertad y del individualismo puede proponer cualquier barbarie

Surgen iniciativas a favor de la legalización de la pederastia, la poligamia, la zoofilia. Se concibe el aborto como un derecho inalienable de la mujer; los derechos de la vida fetal desaparecen y se llega afirmar que el Estado tiene el deber de matar a los más viejos. El ciudadano ha sido marginado de toda esta autodestrucción. En nombre de la tolerancia y del relativismo Europa ha comenzado a olvidarse de ella, ha terminado odiándose, destruyendo su cultura y su civilización, dejándola morir, reventada por el caos.

  1. El hundimiento demográfico

Actualmente los europeos tienen menos hijos que nunca; no hay ni siquiera la posibilidad asegurar la tasa de  remplazo de la población que es de dos hijos por familia. A mediados de este siglo, Europa será un continente de viejos.  Desde  el 2010, el crecimiento comienza a ser negativo. La población europea representa el 11% de la población mundial, en el 2050 será poco más del 5%. Con esas perspectivas,  el bienestar será matemáticamente insostenible, se pasará de 4 personas que trabajan por cada jubilado, a tener sólo 2. Con una población activa reducida, y con una población cada vez más vieja, las demandas y el desarrollo será cada vez más escaso. Se barajan cuatro  escenarios: 1) que Europa sea  colonizada plenamente por las poblaciones islámicas; 2) la fundación de una sociedad dual, con dos poblaciones: una pujante, creyente y segura de sus creencias; y otra, escéptica, sin valores ni creencias; 3) la de una sociedad sometida a una servidumbre burocrática, incapaz de tomar decisiones y desesperitualizadas,4) que Europa vuelva a sus creencias, a su misión histórica  y vuelva a ejercer su liderazgo moral e histórico.

  1. La inmigración puede fragmentar las sociedades

La llegada masiva de inmigrantes oriundos de zonas del mundo cohesionadas por el  islamismo, constituye un riesgo visible. En pocos años esta población se ha duplicado. Se calcula que, en el 2050 la población musulmana puede llegar a constituir entre un 30 y 50% de la población. El multiculturalismo ha favorecido el crecimiento de sociedades cerradas, aisladas, de la sociedad de acogida. No es el inmigrante el que busca adaptarse a la ley, sino que con el chantaje de los grupos  “progresistas”, se pone la Ley al servicio del inmigrante. Emplean la democracia para destruir y socavar las sociedades y acabar con ella. Mientras más ceden las sociedades de acogida; más se envalentonan los recién llegados. El crecimiento desproporcionado de la inmigración  tiene indiscutibles repercusiones en el empleo, en la cultura, en la sanidad, en la  educación.

  1. La ambigüedad del proyecto de la UE (Unión Europea)

Europa se halla estremecida por dos grandes tendencias.

  • Una, que ha creído en que será una nación federal, un polo opuesto a los Estados Unidos, sin que exista la base sobre la cual se ha de construir esa unidad. Los que así propugnan no tienen claro en qué tipo de sociedad quieren vivir.
  • y otra, que se define como la Europa de las naciones, en la que cada pueblo conserva y promueve su identidad. Europa ha sido sucesivamente griega, romana y cristiana, y la prosperidad y la democracia se ha logrado con el Estado nación. Inicialmente el proyecto del Tratado de Roma comenzó por la libre circulación de mercancías, servicios, capitales y personas. Hoy, ese objetivo, ha quedado completamente erosionado. Ha crecido el proteccionismo interior. Lo que perjudica a los países más pobres. La presión fiscal ha subido globalmente al 40%; en los Estados Unidos llega a un 25%. Europa desestimula al emprendedor y al creador de riqueza. El rechazo de la historia, de las cosas  que los  unen, que fue su expansión cultural por el mundo, lleva a un enfoque confuso y a una parálisis en el comportamiento.
  1. Una moneda que no proporciona prosperidad  y estanca a todo un continente.

Europa ha descuidado la economía. El continente lleva demasiado tiempo creciendo por debajo de la media mundial, con un desempleo muy elevado, débil crecimiento de la renta por habitante, zarandeada por la deslocalización de las industrias y del empleo, con una moneda que impide la competitividad y estanca las exportaciones. Europa se agota como proyecto económico. La fragmentación del mercado, la excesiva regularización.  El crecimiento  estadounidense pasó de 1,4%  en los setenta  a 1,7% en los noventa, en cambio,   Europa decreció de  de 3, 5% en los setenta al 1,8%., después de los noventa.

  1. Europa, un pigmeo político

Carecen los europeos de una política de defensa. Los conflictos que se produjeron en Yugoslavia fueron resueltos por Estados Unidos.  Resulta muy difícil  que naciones con historias distintas, lenguas distintas,  ambiciones distintas y culturas distintas puedan tener  una política exterior común, e incluso una política de defensa. Dentro de esta óptica mundial, Europa  no tiene peso en los conflictos políticos del mundo. No hay unidad en las cancillerías; ninguna sigue plenamente las directrices de Bruselas.  En lo político, Europa se halla profundamente dividida. No tiene una percepción común  de las amenazas islamistas,  de la seguridad en las fronteras interiores, del crimen organizado. Los europeos no saben qué quieren hacer ni qué quieren defender. El pacifismo paraliza la defensa; la diplomacia se basa exclusivamente en el diálogo. Sin un proyecto claro la política exterior es nula. Lleva tras de sí un largo protectorado estadounidense que la ha suplantado en lo referente a la defensa continental.

  1. Europa ni trabaja ni produce (Oscar Eliá).

En los Estados Unidos trabaja el 75% de la población  y los niveles de productividad son un 15% mayor; en Europa trabaja  menos del 30% y se asiste a una sociedad adormecida por el Estado de bienestar.  Europa se ha convertido en un continente de subsidiados, donde la movilidad social es casi nula. Se tienen  demasiado vacaciones;  se reducen brutalmente las jornadas laborales, se ha llegado incluso a pensar que trabajar menos es un símbolo de conquista social y de progreso. Los europeos trabajan 1400 horas al año, mientras en Estados Unidos se trabajan 1800 horas. Los europeos trabajan menos y producen menos. Sus legislaciones favorecen el desempleo; tienen, además,  altísimos costes laborales. Llegan tarde  al mercado laboral y se jubilan antes.  La gratuidad total en el sistema de sanidad degenera en despilfarro e ineficiencia.  La  educación queda paralizada  por la burocratización, por  la ideología del  igualitarismo entre investigadores y profesores;  por la falta de rigor en las evaluaciones. Las universidades europeas se han quedado atrás.  Conforme a las  estadísticas de la Comisión Europea,  400.000 científicos europeos han emigrado a EE UU. La mayoría de los premios nobeles en ciencia proceden de universidades estadounidenses 256, y unos pocos  51 de Francia y 106 del Reino Unido. Esta brecha crece cada vez más.

  1. El desastre dentro de las fronteras interiores

Europa ha olvidado las amenazas que destrozan su seguridad: a) masiva inmigración ilegal;  b) crecimiento del crimen organizado y de todas las formas de delitos de la globalización; c)  la falsificación del euro alcanza un 30% anual; d) han crecido todos los delitos ligados a la globalización; e) se destruye masivamente el nivel de vida. Al perder control pleno del espacio y de la moneda, las sociedades de la Unión de los 28 se han vuelto incapaces de resolver la crisis económica, la crisis social y la crisis demográfica.

 

  1. Europa ha perdido el sentido de sí misma y se hunde en la decadencia.

Un continente que ha perdido el sentido del porvenir; que no crea riquezas; sin perspectivas de crecimiento  e invadido por las poblaciones del sur del mediterráneo, de África y de Asia; que, en lugar de plantearse los problemas de su supervivencia;  prefiere   hundirse en un lento suicidio demográfico; se ha olvidado que vivimos en un  mundo peligroso, y se hunde lentamente en el declive.  . Sin embargo, Europa puede levantarse; si vuelve a su cultura, al Estado nación, a las tradiciones gloriosas que la han hecho grande, que la hicieron levantarse tras  haber sido completamente arrasada  por las dos Guerras Mundiales (1914-1919) y (1939-1945),  tras haber superado los más brutales totalitarismos ( fascismo, nazismo y comunismo) ,  constituidos en las mayores amenazas a la supervivencia humana, Europa renació , como un polo de democracia y libertad.  Si logra rearmarse moralmente ante un enemigo que la corroe por dentro, ante una amenaza que devora sus entrañas, podrá  sobreponerse al declive, y volver a renacer.

De circunstancias tan graves debe aprender, nuestro desventurado y querido país.  Las tareas y desafíos que tiene por delante  resultan  aún más graves y de mayor envergadura. Se trata de la mudanza territorial del pueblo haitiano  al territorio  del vecino, de la apropiación de todas  las conquistas sociales del pueblo ocupado y, posteriormente, de la suplantación del pueblo dominicano.  Nosotros, desde luego,  no estamos sentenciados a muerte. La solución no está en la apatía ni en la cobardía ni  en el credo de los traidores ni en poner nuestro destino en manos extranjeras, sino en el apego a la gesta  de Independencia  de 1844.

 

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