OPINION: Sostener las finanzas públicas

No caben dudas, de ninguna naturaleza, que los estragos financieros que aún causa la pandemia, Covid-19 mantienen las finanzas de la nación dominicana y el resto del mundo en una situación de grandes calamidades amenazando las mismas a una insostenibilidad financiera en el largo plazo en razón de que sus ingresos ordinarios han disminuido a la mínima expresión.

Lo anterior ha llevado a casi todos los países del mundo a recurrir a más préstamos bancarios nacionales e internacionales y a mayores emisiones de deuda o bonos globales.

Tanto es así, que casi todos los países del mundo han roto los niveles sanos de endeudamiento pues la mayoría exhiben compromisos financieros que sobrepasan el 50% del Producto Interno Bruto (PIB) y más del  30% de los ingresos tributarios en el pago del servicio de la deuda (amortización e intereses).

Todo ello a pesar de que el costo de capital de la misma haya experimentado una mejoría sustanciosa y muchas divisas, especialmente el dólar, moneda en la que se encuentran expresados la mayor parte de los compromisos financieros presente hoy una significativa depreciación o devaluación.

Ante este panorama financiero incierto, la República Dominicana y el resto del mundo desde el pasado año han iniciado la formulación de una serie de escenarios relativos a reformas fiscales integrales y reformas tributarias, incluyendo los grandes grupos de países económicos como el G7 y el G20, con miras a mejorar los ingresos ordinarios y por ende hacer sostenible las finanzas públicas.

En ese sentido, desde ya las principales  naciones del mundo aceleran sus iniciativas tributarias y arancelarias  con el propósito de hacer frente a la hemorragia de gastos sociales que han tenido que desembolsar debido a la caída estrepitosa de la producción, el consumo, el empleo y el aumento de los subsidios a insumos como  alimentos, commodities y combustibles, entre otros.

Las discusiones surgidas en el marco de las propuestas presentadas por distintos sectores económicos para que se haga una reforma fiscal integral o una reforma tributaria en uno que otros países no ha sido fácil ya que no se piensa mayormente en el bien común sino en intereses particulares.

Los desacuerdos de los agentes económicos y sociedad civil en el orden de que los estados se agencie de más ingresos a través de impuestos a los fines de disminuir los tantos préstamos para financiar los déficits fiscales no han sido exclusivos de naciones como la República Dominicana, pues eh ahí otras naciones, entre ellas, la República de Colombia que sin casi consensuar las nuevas figuras impositivas, fueron aplicadas y la sangre llegó al río, al escenificarse disturbios de toda índoles en las calles de la ciudad de Cali.

Realmente no es fácil aplicar la justicia y equidad fiscal pues los distintos sectores de la vida económica de una nación no conocen el paradigma de ganar-ganar, pues siempre hay sectores que buscan alzarse con el santo y la limosna por encima de los demás.

Los Estados Unidos de Norteamérica bajo la administración de Joe Biden-Harris presentará un presupuesto para el año 2022 de 6 billones de dólares sustentados en préstamos y 3.6 billones de los mismos en un 28% de impuesto sobre la renta a las grandes corporaciones y empresas independientes de altas rentas a los fines de financiar nuevos programas  sociales.

Ese impuesto, fue disminuido en la administración de Donald Trump de 35% a 21% en busca de atraer que más empresas norteamericanas radicadas en el extranjero regresaran a EE.UU y las radicadas en ese país realizaran mayores inversiones.

Así mismo apoyar dicho presupuesto con un 39.6% de impuesto sobre la renta  de los trabajadores que percibieran ingresos por encima de los US$400,000.00, detectar el fraude de  los ricos, eliminar normas que permiten que muchos beneficios empresariales  queden sin gravar y cerrando algunas de las principales vías de evasión fiscal de las empresas.

Mientras la administración Biden-Harris propone lo anterior las  economías más desarrolladas del mundo agrupadas en el G-7 (Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Canadá, Italia y Japón) reunidas el pasado sábado en el palacete de Lancaster House en Londres, llegaron a un acuerdo para reformar el sistema fiscal global, consistente en un impuesto mínimo de sociedades de al menos el 15%.

El acuerdo requerirá que los gigantes tecnológicos multinacionales hagan una mayor contribución fiscal, pese a que Francia y el Reino Unido aspiraban un porcentaje mayor de aranceles se llegó a un acuerdo consensuado en ese sentido entre las 7 naciones indicadas, pues se dice popularmente que hablando la gente se entiende.

El acuerdo establece que aquellas grandes compañías que obtengan un margen de beneficios del 10% o más deberán pagar al menos un 20% de los impuestos sobre sus beneficios globales en los territorios donde operen y no solo donde tengan la sede social.

La convicción de que hoy más que nunca resulta necesaria una coordinación impositiva que evite la existencia de ganadores y perdedores en la nueva economía digital ha concitado en pocos meses el consenso global que se persiguió sin éxito durante años.

En medio de este ambiente de reformas fiscales a nivel mundial las autoridades gubernamentales de la  República Dominicana no se quedan atrás pues desde hace meses se abocan a analizar varios escenarios o realizar análisis de sensibilidad para conocer la alternativa de reforma fiscal más viable, la cual  conforme palabras del señor presidente, Luis Rodolfo Abinader Corona, será puesta en ejecución el próximo año 2022.

Si  se espera que los déficits fiscales disminuyan y de paso aminore el endeudamiento público, mejoren los gastos  sociales y el gasto de capital o las inversiones a largo plazo debe formularse y ejecutarse una reforma fiscal integral ajustada a esta época digital en la que todos los sectores entiendan que deben aportar una cuota de sacrificio pero sin perjudicar la economía.

Es importante recordar que todos los extremos son malos por lo que siempre se debe aplicar el paradigma ya conocido de ganar-ganar donde haya sacrificio y a la vez  ganancia pues no se logra nada si cada quien jala por su lado a sabiendas que se está ante una situación de salubridad alarmante que afecta a  todos por igual, por  lo que se espera que en el momento de debatir la reforma fiscal propuesta impere siempre la ecuanimidad, buen juicio, equidad, justicia, humildad y empatía social.

Hay que buscar el deseado consenso a como de lugar entre las partes, sensibilizando las mismas sobre la situación que hoy se vive en tiempo  de una enfermedad que lo afecta todo para así garantizar el sostenimiento de las finanzas públicas.

felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com

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