OPINION: ¿Quiénes son los cronistas de arte?
Cuando hace por lo menos dos décadas, los mediático y noticioso se transmutó por intereses políticos espurios y dañinos, hubo un destape de comunicaciones de las más diversas layas; pero hay un segmento que capitalizó ciertas ventajas. Nos referimos a los otrora faranduleros, devenidos hoy en cronistas de arte.
¿Quiénes son los cronistas de arte? Con frecuencia nos hacemos esa pregunta. De lo que sí podemos dar fe es, de que cuando ejercíamos el periodismo en Santo Domingo, algunos, cuando lo consideraban conveniente, eran faranduleros; en otras ocasiones pretendían ser respetables periodistas que hasta solían sortearse como izquierdistas.
Pero resulta y es necesario hacer esta precisión, que desde los años 90 con la asunción de una nueva fuerza política al poder, no pocos, hábilmente, les han comido los dulces a nuestros colegas de redacción y demás periodistas servidores de noticias cotidianas, “fuertes” o del mundillo político-partidario.
Paradójicamente, de un tiempo a esta parte, a algunos de los más connotados o más visible, les ha dado con denominarse exclusivamente cronistas de arte, y no faranduleros como se les identificaba anteriormente.
Y se auto-titulan así, aunque algunos son sordos de los pies (no saben pisar ni un merengue, que es nuestra música autóctona); sólo saben de itinerarios en cuanto a la celebración de eventos populares. Exactamente, eso es ser farandulero; nada más.
Claro está, si mal no recordamos, como decía Antón Chejov, para escribir de arte no necesariamente hay que ser artista. Sin embargo, por lo menos hay que tener ciertas fibras subliminales al respecto, sin festinar lo esplendente de nuestro arte popular y sus más apreciados exponentes.
Ciertamente muchos de éstos no califican ni como cronistas de espectáculos, como también se hacen llamar algunos, aunque si llenan espectacularmente algunos establecimientos de entretenimientos. Porque farandulear necesariamente no les da visos de cronistas, al menos que hablemos de la crónica del cotilleo, o chisme.
Lo cierto es que algunos de los representativos de ese sector han sido bien beneficiados por ciertos políticos, al extremo de que hoy devengan sueldos en dólares provenientes de botellas como representantes consulares u otras damajuanas en el gobierno. Incluso algunos son tan histriónicos que, precisamente ahora, son fervorosos danilistas.
Y aunque la pava no pone donde ponía a nivel del arte popular, sin ningún maniqueísmo podemos decir que uno u otros llegaron del interior como gatos escaldados y con una mano delante y otra atrás; pero sí que han sabido buscárselas, y no precisamente por capacidad y nada que tenga que ver con el arte per se. Realmente tienen los pesuños y garras que les hace falta a los citadinos.
Empero, no son todos; hay quienes consideramos circunspectos, serios y humildes hasta llamarse Severo por su sobriedad, o merecer el apodo de “El chico”. Otros, que están en todas partes y no sólo tienen un discurso político. En muchos casos son “encubiertos” y cuando les conviene apelan- no está claro cuáles son los requisitos para obtenerlas-, a las credenciales como cronistas de arte.
Además son analistas todólogos. Para remate, algunos son petulantes y egocentristas hasta asquearnos; mantienen un constante “yoísmo”. Yo estaba ahí, yo fui, etc…En fin, están en todas, al margen de también farandulear, perdón, hacer de cronistas de arte.
De ningún modo pretendemos limitar su libertad de expresión, pero en un país donde todo el mundo improvisa, a alguna gente que no se respetan a sí mismo ni a los demás, realmente les ha ido muy bien. Claro, siempre catapultados por ciertos políticos, la anomia, desnaturalización y caos que hoy se observa en ciertos medios, sobre todo en el televisivo.
JPM
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