OPINION: Lucía no es tal…¿o era Fefita?

Tan lánguida, tan leve y tan sublime, cual de la luna
el tímido temblor”,
así inicia un poema que por su belleza, sencillez y ternura vertidas en letras que sin dudas rebosaban de cariño, admiración y
quizás pasión a quien se dedicaba, se musicalizó y se popularizó como una de
nuestras más representativas criollas: Lucía,
de Joaquín Balaguer.
Escuché de los propios labios de uno de sus más
connotados consanguíneos afirmar que Lucia fue escrito por el Dr. Joaquín
Balaguer a petición de un cercano amigo, Maximiliano Guzmán (Machilo) que, interesado por una hermosa dama de la sociedad santiaguense (Lucia Brugal), quería
dedicar a ésta una canción, para cuyas letras utilizó como instrumento la pluma del Doctor.

Machilo Guzman fue el autor de múltiples criollas,
todas ellas sabiamente escritas. Un músico y compositor prolifero y asertivo,
capaz de traducir el sentir de nuestra dinámica compueblana, en cada estrofa
que hacia música. Tenía el genio para componer, el Don de llevar a música
su pensar y sentir. ¿Por qué para algo tan personal, tan de él, donde se
permitiría lucirse con mayor profundidad y sentimiento, iba a ceder tal
oportunidad al Doctor, y no a su propia creación, fruto de lo que en él se
estaba creando?

Yo sin embargo pienso que Lucia fue inspiración del sentimiento mismo de quien
lo escribía, hacia la persona que se dirigía. No es común en los poetas llamar
sus sentimientos o sus composiciones por
sus nombres propios. Y Lucia, Luz para el mundo y patrona de los ciegos, los
pobres, los campesinos y los niños enfermos, no dejaba de ser para un hombre
de la sensibilidad de Joaquín Balaguer un nombre atractivo, por sus cualidades
humanas, para un ser capaz de despertar su pasión y quizás incluso, su corazón.

Lucia bien pudo haber sido otra…..Quizás Fefita Cruz, a
quien visitando con un amigo (Amado Benedicto) con la finalidad de convencerla
para que fuese la reina de las fiestas de carnaval de entonces, sorprendió al
visitante con tal grandiosidad, que originó incluso un artículo en el periódico
La Información en febrero de 1924, en el que expresaba públicamente su admiración
ante tal belleza, que dejaba claramente entrever en el lector los sentimientos
sin precedentes que tal figura femenina generaba en aquel joven adolescente de
apenas 18 años.

Citaré aquí algunas semejanzas entre el artículo de
periódico titulado «Fefita cruz y el poema Lucía», no registrado en ninguno de
sus tempranos poemarios, y presumiblemente escrito para esa misma fecha en que
el autor se encontraba inspirado ante tan esplendida fémina.

Refiriéndose a Fefita Cruz: “Es india, pero de un
color indio tan asentado y atrayente que se diría que ella ha subido al Sinaí
con las caravanas árabes y que su piel, tostadas por el sol, ha sido también
ligeramente acariciada por el aire del desierto. Zeusxis hubiera escogido su
cuerpo de modelo para el mirifico trazado de su venus perfecta. En sus ojos
negros, de un negror inquietante, hay más poesía que un cantor andaluz. Su boca
amapola fragante o clavel encendido es propicia a la oración y grata al beso.
Su mano-lirio impoluto o azucena gentil es propicia al guante y grata a la
sortija de rosas. Su mano, que tiene la exquisita brevedad de un ala de paloma;
una sonrisa partió el maravilloso y humero rubí de su boca purpurea. Fefita
Cruz apoyo un codo sobre la mesa y yo quede ligeramente absorto, hundido en una
mecedora y contemplando su mano de nácar de una suavidad casi seda que el
claror de la lámpara de gas hacia traslucida a fuerza de ser suave, de ser
fina».

Ante la incredulidad y negación de Fefita Cruz a ser la reina carnavalesca como le proponía
Balaguer, el doctor le respondió: «Usted seria la reina, primero por su virtud,
después por su belleza”.

Balaguer conocía aquella sentencia de Theodore de
Banville, autor del “Pequeño Tratado de la Poesía francesa”, cuando afirmaba:
“Solo son dignos de subsistir los versos que están destinados para el canto”. Y
el doctor estaba empeñado quizás en hacer de aquella ilusión romántica, que
había despertado en él aquella humilde costurera santiagués, algo imperecedero,
para lo cual necesitaba no solo del verso sino también de la canción.

Compatriotas sean ustedes el jurado: Lucia no es
tal….¿o era Fefita?.

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