OPINION: La situación de Colombia

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EL AUTOR es Ingeniero Electromecánico. Reside en Santiago.

Todos estamos enterados de los efectos colaterales del «No» a la firma del tratado de paz en Colombia. Una iniciativa que traería esperanzas y una nueva visión para la parcera nación colombiana.
 
El cese al fuego significaría la culminación de una problemática que desde 1964 azota al país. En fin al parecer a los políticos responsables de canalizar la voluntad nacional de los ciudadanos se les salió de control las operaciones de aplicación de la misma. 
 
En República Dominicana al igual que en Colombia el café tiene un significado bastante simbólico al igual que para toda la zona latinoamericana y otras del mundo. El café es símbolo de fraternidad y de unión que en dominicana generalmente se brinda en los velorios (funerales) siendo la primera atención para los asistentes a acompañar a los familiares en el dolor de despedir a un ser querido. 
 
Lo que pasó en Cartagena el pasado 26 de Septiembre fue que los funcionarios colombianos, jefes de estado y miembros de la FARC se bebieron el café del velorio sin percatarse realmente la veracidad del fallecimiento del conflicto que daba por terminado más de 50 años de fuego civil entre la FARC y el gobierno Colombiano. 
 
No es para negar que el paciente hace tiempo que entró en crisis y está en la etapa final de una muerte crónica pero al parecer se reanimo después que el plebiscito arrojará que la sociedad colombiana no estaba deacuerdo con los tratados firmados. Me parece estúpido la idea de firmar primero y votar después con un rango de 6 días. A pesar de que el margen de victoria del «No» sobre el «Si» al plebiscito fue muy cerrado, la sociedad notablemente está dividida. Inclusive me atrevería a decir que la polarización es matizada por los apelativos Santos-Uribe. 
 
Un 0.43% hizo que el café se pusiera amargo y que el velorio fuera cancelado. También además de polarización, la abstención hizo de las suyas con un fuerte 62.57% de colombianos que no acudieron a decidir sobre el conflicto que los aqueja. Una alta abstención y un margen tan pequeño hacen dudar si realmente el resultado significa que los colombianos no quieren paz, o si realmente quieren paz pero no bajo los términos acordados entre los líderes Timoleón Jimenez y Juan Manuel Santos.
 
Los colombianos deben poner de su parte e igualmente los dirigentes políticos para una resolución de un problema que les compete a todos. Quizás la población no quiere que los guerrilleros sean descargados de sus crímenes, y tampoco que estos formen parte del sistema político de una manera formal como pretenden hacerlo a través del sistema partidista colombiano. Esperemos que la próxima vez el café sea colado más claro y que el velorio del funesto enemigo sea llevado a cabo. 
 
La voluntad de un pueblo nunca puede ser violada, pues tarde o temprano el pueblo retoma los mandos de si mismos. El pueblo otorga el poder de la misma manera que lo quita a su consideración.
jpm
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