OPINION: La cuestión haitiana (parte 1)

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El recién intento del Tribunal Constitucional de desligar a República Dominicana de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) ha generado muchos revuelos, tanto nacionales como internacionales. El gobierno dominicano -en vez de cumplir con las exigencias de la nueva sentencia de la CorteIDH que responsabiliza al Estado de violaciones de derechos humanos con las deportaciones masivas, tanto de haitianos/as como dominicanos/as de ascendencia haitiana, sucedidas entre los años 1999 y 2000- ha reiterado que seguirá aplicando el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros/as en situación migratoria irregular (PNRE). Como había adelantado en un texto de opinión anterior, se veía que el PNRE resulta ser un inminente fracaso para la población que realmente adolece de dichos planes. El decreto 327-13 que se procuraría dotar de estatus migratorio regular “bajo una de las categorías establecidas en la Ley de Migración 285-04″. Lamentamos las declaraciones de OIM (Organización Internacional para las Migraciones) cuando resalta el «éxito» del programa, porque el verdadero éxito de ese proceso de regularización no tiene nada que ver con el número de inscritos/as, sino la regularización real de las personas a través de esta política pública. Igual suerte corre el PIDIH (Programa de Identificación y Documentación de Inmigrantes Haitianos/as) que propicia el gobierno de Haití. Ese programa, que terminaría en diciembre de 2015 y proyecta resolver las condiciones de documentación de por lo menos 300 mil inmigrantes haitianos/as en República Dominicana, en su quinto mes solo ha entregado 800 pasaportes a igual número de personas, según datos oficiales. ¿Qué está dificultando el buen desarrollo de esos programas si según fueron concebidos para ser los mejores del mundo y en la práctica resultan ser un drama con un aparente final triste? Escuchemos las voces de las personas solicitantes y/o monitores y monitoras. En un encuentro «Ti Koze Anba Tonél», un conversatorio que se realiza en la diáspora haitiana en República Dominicana, varias personas han exteriorizado sus bien fundadas preocupaciones sobre los dos procesos. Daniel Barthelemy, líder de una asociación comunitaria, se queja de la poca comunicación oficial a los/as potenciales beneficiarios/as del PNRE: «hace varios meses que ya ha comenzado el PNRE, pero la mayoría de las personas afectadas no saben nada acerca del plan. Falta la publicidad, tanto del gobierno de aquí como del de Haití…». La comunidad de Los Alcarrizos envía también su nota a través de Claudette Richard, donde denuncia el incumplimiento de la promesa en el sentido de que: «han instalado una oficina del PNRE, pero hasta el momento no la han habilitado…». A más de cinco meses de haber iniciado el PNRE todavía faltan 12 de las 34 oficinas anunciadas por las autoridades del Ministerio de Interior y Policía. Jernie Richard, una joven dominicana de ascendencia haitiana cuya madre y padre fueron a actualizar su estatus migratorio, exclama: «Esto es una chercha porque uno nunca termina de reunir los papeles exigidos por los funcionarios de las oficinas». Raféle Samedy: «Nos han vendido que el plan es gratis, pero ya he gastado más de 6,600 pesos y eso solo porque cuento con asesorías. Los/as que no tienen la misma suerte ya han gastado 10,000 pesos y más…». Samedy, presidente de la Asociación de Inmigrantes Haitianos/as en Los Guandules, reclama de las autoridades dominicanas, especialmente del Ministerior de Interior y Policía, una minuciosa atención a la oficina del PNRE de Santo Domingo Este: «Los/as responsables han detenido las labores en esa oficina por más de tres semanas entre agosto y noviembre, alegando problemas de electricidad…». La mayoría de los/as participantes entrevistados/as están dispuestos/as a someterse a las exigencias contenidas en el decreto del plan de regularización, pero lo que resulta ser incomprensible o un «engaño» de parte de las autoridades son los procesos de legalización y/o trabas en someter los documentos requeridos para que puedan completar sus expedientes. La lamentable consecuencia de esos repetidos incidentes es que ya hay muchas personas desanimadas para comenzar o continuar ese proceso de regularización. Trataremos en un próximo artículo otros aspectos del PNRE, como son las desinformaciones en los medios de comunicación, y más informaciones detalladas sobre el PIDIH. Mientras tanto y a pesar de todo, somos de la opinión que los/as inmigrantes haitianos/as deben «invadir» los procesos extraordinarios de regularización y documentación. .

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