El PLD entre cebollas y limones

Hace poco -tan solo unos días- murió Güenter Grass un escritor polémico, vibrante y valiente que escribió una autobiografía (Pelando la cebolla) lacerante y amargamente narrada cual alquimia-holocausto y reveladora de su trayectoria política-intelectual, de su vida personal y familiar salpicada de caos, dolor, guerras, artes, memorias y testimonios desgarradores de una Alemania convulsionada bajo la atmosfera siniestra del nazismo-fascismo, los delirios y los instintos insaciables de una aberración demoníaca: la fijación de un loco, Adolfo Hitler.

 

Tal autobiografía y su sugerente título bien podría recrear, en parte, la situación actual que vive el PLD (mi partido), pues ese cuerpo orgánico está viviendo el momento más álgido y eclipsante de un liderazgo siamés de evidente bifurcación política-ideológica: sin duda, la herencia  irreconciliable: Bosch-Balaguer. Uno menos, otro más, pero ambos signados por esos paradigmas.

 

Dije cebollas y limones, porque lo que empezó como una tolerancia de largo alcance -sin obviar enfrentamientos y escaramuzas- hoy se aleja y se contrapone, en mi opinión, por un error político-metodológico que podría sintetizarse en un lugar común o de fácil imaginario: “poner las carretas delante de los bueyes”. Porque primero había que hacer el ejercicio político-electoral (al mejor estilo de la escuela-Bosch) antes de zaherirnos.

 

Ahora, nadie anda desalmado (de verbo y parcialidad) y el que no habla calla para no agravar ni encender hoguera. Y me pregunto si había necesidad de todo esto.

 

Mientras tanto, una marca (la del PLD) -la idea es de un dilecto amigo- que estaba en la estratósfera política-electoral, según todas las encuestas, ahora sufre y aguanta.

 

DE QUE HABLO ?

 

Sencillo, estoy hablando de Leonel Fernández, Danilo Medina y el PLD. Trípode y sustento de una armadura hecha, según Juan Bosch (1973), para completar la obra de los Trinitarios y adecentar el ejercicio de la política y del poder.

 

Sin embargo, ese instrumento navega hoy entre cebollas y limones. Y lo peor: no hay árbitro (pues toda su jerarquía o casi toda, aspira: unos a miembros vitalicio del CP sin refrendación eleccionaria, otros a Presidente; y casi todos, a ministros), y las bases, a falta de atenciones oportunas y de orientaciones orgánicas-institucionales, están a la meced de grupos de presión, de fanáticos, de chismes de patio, de acechanzas mediáticas e intrigas de adversarios y aliados fingidos (a muchos de los cuales ya se le comienza a ver el refajo de oposición y de que muy pronto soltarán a Leonel Fernández para enfilar sus cañones mediáticos hacia Danilo Medina).

 

Por supuesto las cebollas y los limones, están sacando lágrimas…

 

Ojalá, encontremos, llegado el momento -antes de las próximas elecciones-, suficiente agua y toalla para secarlas. Pero acaso -y cuando suceda-, ¿ya no será demasiado tarde, o cuando no, cuesta arriba?

 

COMO RECOMPONER EL MAPA?

 

Es que insisto: fallamos metodológicamente (pusimos  las carretas delante de los bueyes). Porque lo rutinario era hablar y buscar consenso; y luego, hacer el ejercicio. Por ello, y quizás viendo en lontananza, alguna vez planteé -temprano- lo del que seguía en el PLD de cara al 2016. Pero él (el aludido, y en todo su derecho) ni se enteró, o mejor dicho y como ha trascendido, no está en eso.

 

Así las cosas -y como las quisieron en el CP-, navegamos en mares inciertos y llenos de piratas. En otras palabras, la mar está picada y lo único que aflora (listo y servido), allá a lo lejos, es un tiburón…

 

Finalmente, tal vez no hay nada de qué preocuparnos, pues seguramente, y como Günter Grass hizo en vida, estamos pelando la cebolla. La cebolla peledeísta.

 

O quizás, simplemente, estamos  -con Günter Grass también- tocando “El tambor de hojalata”.