El informe de Regis Debray

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EL AUTOR es historiógrafo, poeta y político. Reside en Santo Domingo.

 

En el 2003,  el Gobierno de Francia, presidido por  Jacques Chirac,  encomendó un informe a un equipo multidisciplinario en cuya avanzadilla  se hallaba el intelectual, Regis Debray,  quien dio a la estampa el informe remitido al Ministro de Relaciones Exteriores de Francia.  Se trata del “ Rapport au Ministre des affaires étrangères, M. Dominique de Villepin, (Paris), 2004 » (Véase,  además,   Haïti et la France, Table Ronde, 2004).  Consta el informe de dos grandes porciones.

  • En la primera parte, nos tropezamos con un diagnóstico de las circunstancias haitianas; los problemas y la personalidad de los hombres y mujeres que deberían emplearse a fondo para sacar a ese país  del atolladero.
  • En la segunda parte, el autor propone  unas 25 recomendaciones al Gobierno de Chirac,  descontando todo lo que huela a asistencialismo, y sin rozar  las competencias de EE UU. Porque ese país forma parte de su coto de influencia.

Para redactar su informe, Debray entrevistó a más de 70 expertos  del mundo entero  en el tema haitiano: historiadores, economistas,  antropólogos, sociólogos; examinó con fuentes bibliográficas solventes los pormenores de la evolución histórica de ese país; analizó cada aspecto de los problemas presentes con todas las grandes personalidades haitianas: académicos, políticos y miembros de la élite y finalmente entrevistó a 4 personalidades dominicanas. Al Presidente Hipólito Mejía, al historiador Hugo Tolentino, al sociólogo Max Puig y, como contrapeso, al diputado Pelegrín Castillo.

Desde las primeras líneas de su exposición,  el autor  declara con rotunda franqueza  la significación política de Haití, desvaneciendo todas las  veleidades demagógicas y las hipocresías diplomáticas de las que se han vuelto corifeos los propios haitianos.

En pocas líneas, Debray comienza con  una lección de realpolitik . Centra su enfoque en cosas prácticas; se liberta de las declamaciones fantasiosas    “no hay petróleo; ni hay uranio ni piedras preciosas; tampoco hay armas de destrucción masiva, ni un estrecho estratégico, no exporta terroristas, apenas unas playas agradables, un sida endémico y millares de boat people que las corrientes marinas empujan hacia la Florida o a Las Bahamas”. Este desapego molesta aquellos que han vivido de la extorsión moral. El autor nos dice que, en rigor, en esa marmita del diablo no hay dividendos. Que  no constituye un territorio estratégico para los intereses de Europa ni de Francia. Los pequeños países sólo pueden interesar por la seducción que ejercen en la imaginación del mundo o por la capacidad que tienen para hacer daño. La única preocupación para Francia es el expediente de Guayana. Es un territorio despoblado (96% es selva forestal)  De los 219.  266 habitantes  que constituyen la población, la cuarta parte, son haitianos.  Se trata  territorio que tiene una superficie de 83 .846 km y cuya densidad de población es la más baja del continente 2,3 h/km2

Desde  el comienzo de su misión, Debray entró en el meollo del drama haitiano y padeció directamente los mandobles de su campaña de victimización y chantaje. Se reunió  con Aristide en dos ocasiones. En   uno de esos cónclave, el Presidente Aristide  se hizo acompañar de una cuadrilla de influyente ministros, y de manera solemne y enérgica a la vez le hizo la reclamación oficial al enviado del Gobierno de Francia la fabulosa suma de 21 billones 685 millones .135.571 dólares con 48 céntimos que era el monto correspondiente con todos los intereses acumulados hasta el año 2003 de los 90 millones de francos oro desembolsados por Haití a Francia, desde 1825 a 1885, tras los dos Tratados concluidos primero  con la monarquía borbónica en 1825 y luego con la Casa de Orléans en 1838.

Tras exponerle sus  extravagantes reclamaciones, el Presidente Aristide planteó que la exigencia de reparación  ya se  hallaba en manos de un bufete de abogados estadounidense de Boston, el grupo CRAN. Hizo aspavientos de que se hallaba dispuesto a ir a la Corte Internacional de La Haya. La misión de Debray quedó inmediatamente convertida en un entuerto diplomático.

Se trata de la indemnización recibida por  los colonos  que lograron escapar de las matanzas de blancos,  organizada por el emperador Dessalines.  Que ,según la Constitución de 1805,  habían sido privados de los derechos de pertenecer al nuevo Estado, a pesar de que eran los habitantes más antiguos de la colonia, y del derecho a ser propietarios.  En  los años postreros del siglo XVIII,  Saint Domingue  era la colonia más rica del mundo, concentraba un tercio de toda la riqueza de Francia, y había dejado completamente en bancarrota a  los dueños de ingenios, fincas, comercios y dehesas, privados de esos derechos, por ser de raza blanca.

Para torear el conflicto que se le había planteado, Debray hizo muchas consultas.

Inmediatamente Francia organizó un conciliábulo de historiadores para arrojar luces sobre esa inquietante realidad.  Se llegó a conclusiones pertinentes.

  1. La idea de indemnizar a los colonos blancos nació de los propósitos de Boyer y de Petión de evitar a rajatabla el retorno de los antiguos propietarios de haciendas, de las dehesas, de las fábricas y de los comercios. Más de cuarenta mil habían sido sacrificados en las matanzas organizadas por Dessalines que no escatimaron ni a los niños ni a las mujeres ni a los ancianos. La reclamación de Francia era que esas personas pudieran ser incorporados a su país. Pero el color blanco no sólo fue excluido de la bandera, roja y negra de entonces, sino, además de las probabilidades de ser parte del nuevo Estado.
  2. Por otra parte , los abogados de Francia recordaron que, en 1838, no existían ni la noción de crimen contra la humanidad, nacida al día siguiente de la Segunda Guerra Mundial , ni el derecho a la autodeterminación de los pueblos, oriundo de la nueva organización del mundo de las Naciones Unidas en 1945.

El objetivo de Aristide era convertir a Francia en una réplica de África del Sur. Transformar la solidaridad en una  deuda mastodóntica.  Se trata de una  actitud se halla plagada de contradicciones.

  • Por una parte, culpan a la intervención extranjera del fracaso de su sociedad. La he oído a varios intelectuales proclamar que el subdesarrollo y la pobreza haitianos se debe a que las grandes potencias no le perdonaron a Haití el proceso de independencia. “Los grandes de este mundo se han unido en contra de los pobres de Haití”. Con esas explicaciones de psicología grosera,  se convierten víctimas universales. Con ese método alucinante se libertan de su responsabilidad. Tras la guerra de Independencia cerraron las escuelas y las universidades; privaron al pueblo de la soberanía para otorgársela a un monarca o un presidente vitalicio, establecieron que era imposible la convivencia entre negros y blancos; decidieron cerrarse al mundo, con un sistema jurídico, fundado en el exclusivismo racial, que no tuvo seguidores en ninguna otra nación y cuyas repercusiones horrorosas fueron vividas hondamente por los dominicanos, cuyas riquezas fueron explotadas irracionalmente para pagar esa independencia, al mismo tiempo que nos privaban de la nuestra, proclamada en 1821.
  • En contraste con la primera actitud , claman a la Comunidad Internacional para que esta se ocupe de los problemas haitianos. Haití es el  país que mayor proporción de  ayuda internacional ha recibido y recibe  en todo el continente. A comienzos del siglo XXI,  la Comunidad Europea había desembolsado unos 2000 millones de euros,  de los cuales Francia, había asumido 200 millones.  Empeñó toda su diplomacia para que Haití  fuese favorecido con la inclusión en los Acuerdos de Lome/Cotonú. Francia ha colocado a Haití,  en términos de cooperación internacional, muy  por encima de México, país que tiene una población diez veces más numerosa.

Un diagnóstico , hecho con toda crudeza

He aquí la cruda realidad tal como la pinta Regis Debray en el 2003.

Haití tiene un PNB de 350 euros por habitante, una esperanza de vida de 52 años, un médico por cada 30.000 hab en la zona rural, una mortalidad infantil de 81×1000 hab. En Francia es 4×1000 y en Cuba de 7×1000. Tiene en su haber la mayor tasa de fracaso de la cooperación internacional. En un país donde 8 de cada 10 habitantes son analfabetos; viven  por debajo de los umbrales de pobreza, 6 en la pobreza extrema, donde el Producto Nacional Bruto ( PNB)  decrece en una cuarta parte en diez años. 59% de la población se halla a más de 15 kilómetros de los dispensarios de salud.

Con un PIB (Producto Interno Bruto) que disminuye cada año, una inflación que supera el 40% en el 2003;  las exportaciones sólo dan cobertura a un 30% de las importaciones; la seguridad alimentaria se halla seriamente amenazada. Las remesas representan el 18% del PIB y la deuda exterior, a comienzos del 2000, alcanzó el 35% del Producto Interno Bruto, y consume el 8% de los ingresos de exportación. Tras estos calamitosos resultados se halla el ejercicio de una retahíla de gobiernos incompetentes,  políticos depredadores, un asistencialismo que le ha hecho renunciar a su responsabilidad y ha retrasado la necesidad  de llegar a ser un pueblo adulto. En esos años, el 74% de las exportaciones tenían como destino Estados Unidos y 60% de las importaciones procedían de esa pais . Se ha producido un desplazamiento de estas importaciones, favoreciendo a la República Dominicana. Francia se hallaba presente en dos empresas: El Club Med que, finalmente se retiró y TOTAL, una de las filiares de ELF Aquitaine.

Las exportaciones agrícolas se dirigían en un 90% hacia Europa. Pero estas exportaciones bajaron brutalmente de 1994 al 2001 debido a las fluctuaciones de precios en el mercado mundial, a la falta de infraestructuras (canales de riego, electricidad),  a las importaciones inmoderadas y a los desastres naturales.

 ¿Cómo salir de este precipicio? ¿Cuáles  medidas habría que  tomar para  rebasar el estado de miseria y destrucción?

Podría pensarse que habiendo sido uno de los compañeros del Che Guevara en las montañas de Bolivia, la tentación del filósofo y antiguo guerrillero  sería confiarle el porvenir a un pequeño grupo de revolucionarios iluminados  que tomen el control del Estado y  ahorquen con sus tripas a los empresarios y a los propietarios. Esa empresa redentora ya fue ensayada en muchos lugares, y sus deplorables resultados  pueden ser visitados en muchos lugares del mundo.  No es ésa, desde luego, la solución imaginada por el viejo revolucionario que ahora hace balance de sus andanzas quijotescas.

Para poder llevar a cabo el proyecto de la recuperación de esta sociedad resulta necesario la reconstrucción del Estado y de todas sus instituciones, colocar como protagonista del proceso a los propios haitianos. No tratar de suplantar al Estado con ONG  que refuerzan la mentalidad de asistidos sociales, retrasan el advenimiento de un pueblo adulto y privan a los haitianos del ejercicio de su responsabilidad. Debray recomienda al Gobierno de Francia un compromiso de poca profundidad y, desde luego, insuficiente.  Todo queda cabalmente recogido en unas veinticinco medidas, que pueden ser agrupadas en dos grandes vertientes:

  1. la formación de un Estado que no existe. ““Entre 40 y el 60% de la población no se halla inscrita en el registro civil. Cerca de la mitad de los haitianos no tiene derecho a tener derechos” (pág.63)  y su población viven como refugiados extranjeros; b) carece de control del territorio, y ha sido menester mantener bajo el mandato de una fuerza internacional MINUSTAH las tareas de control del espacio aéreo, marítimo y territorial y la formación de la policía para mantener el orden público y respeto de los derechos humanos y de la propiedad, c)carece de catastro, y tampoco tiene un registro de propiedad y de inversiones. En tal sentido,  propone utilizar parte del personal administrativo de los departamentos franceses de Martinica y Guadalupe en las faenas de la formación educativa, el entrenamiento burocrático: justicia, policía y estado civil.

El  Estado es, además,  la preservación de la plataforma territorial .  Dos tercios de la población haitiana se hallan en el campo. Por lo que el desarrollo y el bienestar de esas poblaciones  está conectado con la defensa del medio ambiente, el crecimiento de la producción agrícola, el acceso a la salud, a la  formación profesional y a la financiación de proyectos y a  la redención de la ignorancia de la población de la campiña haitiana.

El Estado, ausente, es una federación de servicios: salud, educación, empleo, seguridad. Entre las medidas concebidas por Debray , se plantea que la población de las ciudades pueda acceder a la creación de empleos, a fomentar los préstamos, de los cuales apenas 7,2% se centra en las actividades de agro exportación  y 0,2% en la industria. Sin el crédito resulta imposible desarrollar las microempresas.

El analfabetismo  alcanza al 70% de la población. Las tareas en un país que vive en bilingüismo, entre el creole lengua vernácula del 100% y el francés lengua de enseñanza son gigantescas. El 75% de toda la educación es rotundamente privada; las ONG y las Iglesias católicas dispensan, en un régimen de colaboración de un 13%  y el Estado provee sólo el  12% de la educación.   Sus dos liceos emblemáticos: el Liceo Alexandre Dumas (660 estudiantes) mantienen una enorme selectividad y restricción.

En 2002, las Universidades francesas acogen a 857 estudiantes universitarios haitianos, de los 146 son becados. Toda esta circunstancia ha cambiado brutalmente y las mesnadas de estudiantes se dirigen a las universidades dominicanas, en muchos casos becados por las ONG, que han descubierto con este método audaz, el modo de ir creando una élite profesional extranjera en Santo Domingo.

Ninguna de esas operaciones podría llevarse a cabo sin un mejoramiento de todas las infraestructuras físicas, indispensables en el crecimiento económico y comercial. Los puertos, aeropuertos y las carreteras se hallan en condiciones ruinosas. La red viaria consta de 608 kilómetros de carretera asfaltada; 2.594 km  de carretera sin pavimentar; tres grandes autopistas sirven de eje  de comunicación general. De los cuales el 33% se halla en malas condiciones;  el 46% en muy malas condiciones,  intransitables en el período de lluvias y sólo el 5% se halla en buenas condiciones.

  1. Las obligaciones económicas que Francia estaría dispuesta asumir resultan irrisorias ante la gigantesca proporción del desafío.   Propone Debray  que Francia comparta con Alemania  el  compromiso  con Haití . A partir de esta premisa se expone un oropel de pequeños proyectos: apoyo a los campesinos que batallan contra la deforestación (proyecto Pandiassou);  reconstruir el Instituto Francés, centro de enseñanza de la lengua francesa; aportar 45 millones de euros  y hacer diligencias con  el BID para la obtención  de unos 100 millones de euros para la construcción de la autovía Puerto Príncipe, Hinche, Cabo Haitiano; Francia y Alemania pondrían la mitad.  El autor propone  apoyar la asistencia educativa: completar los manuales escolares;  colaborar en la formación de maestros, en el fomento de la cultura y el deporte. En la actualidad,  hay en las universidades francesas, de los departamentos del Caribe y del continente, 857 estudiantes universitarios haitianos , de los cuales había en 2002, 146 becarios. Poco después esa cifra cayó   Las ONG que operan como brazos de los amigos de Haití, han implantado programas de desplazamiento de estudiantes a República Dominicana y han llevado la  proporción  de estudiantes haitianos en Republica Dominicana  a más de  14.000 en las universidades dominicanas . Está probado en los hechos que los haitianos no retornan a su país. En Nueva York  y en Montreal hay más médicos haitianos que en el propio Haití. Nada asegura, pues, que esos profesionales, formados fuera de su territorio, vuelvan a vivir en esa sociedad. Ya podremos columbrar las dificultades que traerá todo esto en el empleo profesional.

Podría pensarse que tras  esta patética descripción  las cosas  iban a remontar   por los esfuerzos de la ayuda internacional.  En el 2010, en unos pocos minutos,  Haití perdió abruptamente el 30% del PIB. Más de 200 000 edificaciones  cayeron derribadas por la furia de la naturaleza: hospitales, escuelas, ministerios, puertos, aeropuertos, fueron arrasados incluyendo el Palacio de Gobierno. En las montañas de escombros quedaron atrapados y mutilados millares de personas. De las ruinas de las ciudades fueron extraídos unos 200.000 cadáveres..

Si los cálculos que hacía Regis Debray en el informe remitido a Jacques Chirac fueron brutalmente superados, las circunstancias posteriores han ahondado las proporciones de la catástrofe, acompañado de un discurso acusatorio que responsabiliza a los dominicanos de la tragedia haitiana. Los haitianos viven encerrados en un pasado de esclavitud vigente en 1804. De esa realidad convertida en presente permanente ha nacido la victimización, que es un modo de traspasarles a los dominicanos  la responsabilidad de la supervivencia de otros. . En este informe se hallan las claves para comprender el proceso de suplantación de nuestra población, la pérdida de la soberanía territorial, de la autodeterminación jurídica y la pérdida del control de nuestro porvenir como nación independiente que estamos padeciendo los dominicanos.

 

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