El Aldabonazo de Unión Cívica
El 17 de julio de 1961, mientras los diarios se llenaban de avisos institucionales convocando a la
celebración de misas “por el eterno descanso del alma del Benefactor de la Patria” y de mensajes de condolencia a la familia Trujillo, a sólo semanas del ajusticiamiento del tirano y con la dictadura intacta aterrorizando en las calles, aparecía en El Caribe una carta pública dirigida al presidente Balaguer, firmada por 2,144 ciudadanos renunciantes del Partido Dominicano y constituyentes de Unión Cívica Nacional. Una entidad patriótica apartidista que se proponía contribuir a la forja de un Estado de Derecho y al establecimiento de un gobierno “auténticamente ‘civil, republicano, democrático y representativo’ y que haga imposible la infiltración de ideas extremistas, cuyas directrices sean incompatibles con las esencias cristianas del pueblo dominicano”. Procurando nuestra reintegración al sistema hemisférico de la OEA, que había impuesto sanciones al régimen dominicano tras el atentado al presidente Betancourt.
La acción de Unión Cívica Nacional representó un verdadero aldabonazo en la conciencia ciudadana y un momento de ruptura en la accidentada lucha que habría de emprender “el noble y sufrido pueblo dominicano” para desmontar el aparato de la dictadura y desplegar sus energías libertarias en la plaza pública. Los hombres y mujeres que suscribían este genuino manifiesto democrático que apelaba a la utilización de métodos pacíficos ajustados a las leyes, orillando la violencia callejera y condenando la brutalidad represiva de la autoridad, provenían de la clase media urbana integrada por reconocidos profesionales (médicos, abogados, ingenieros y arquitectos, odontólogos, farmacéuticos, profesores), comerciantes y empresarios, empleados públicos y privados que arriesgaban su trabajo. Para estos últimos UCN exigía garantías, recibiendo de Balaguer una lacónica respuesta: “gozan de plena libertad para abandonar sus cargos e intervenir responsablemente en la contienda electoral que se avecina”. No vivíamos en Suiza, alegaba, y los puestos eran para los del partido oficial.
Los primeros firmantes eran el Dr. Viriato A. Fiallo, quien encabezaría la directiva de la entidad y sería candidato presidencial en el 62, ya convertida en partido. Lic. Emilio de los Santos –quien presidiría la JCE y el primer Triunvirato, socio de la oficina de abogados de mi padre y padrino de mi hermano Francisquito-, Lic. Antinoe Fiallo, Dr. José Fernández Caminero (vicepresidente simultáneo de UCN y el 14 de Junio), Lic. Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, Lic. Osvaldo Peña Batlle (Cocó, mi vecino en La Trinitaria), Dr. Severo Cabral, Lic. César A. de Castro, Dra. Asela Morel, Lic. Manuel Horacio Castillo, Ing. Manuel Baquero Ricart, Lic. Carlos Grisolía Poloney, Jaime Esteva, Profesora Minetta Roques, Dr. Rafael Santoni Calero, Federico Henríquez Gratereaux, Virginia Dalmau, Dr. Jordi Brossa, Dr. Oscar Batlle, Dr. José Cassá Logroño, Dr. Ignacio González Machado, Julio Senior, Dr. Frank Hernández Álvarez, Dr. Cosme Gómez Patiño, Dr. Cristóbal Gómez Yangüela, Dr. Joaquín Santana.
Figuraban también, Lic. Rafael F. Bonnelly, Dr. Jottin Cury, Arnulfo “Miñín” Soto –uno de los héroes de esas jornadas y voz radial de la entidad: “Unión Cívica te prometió Navidad con Libertad”-, Dr. William Read, Dr. Lupo Hernández Rueda, el poeta Franklin Mieses Burgos, Polita Barceló, Lic. José Ma. Cabral, Arq. Mario Lluberes, Dr. Juan Sully Bonnelly Batlle, Horacio Atiles, Manuel Tapia Brea, Dr. Federico Lithgow, Ing. Manuel A. Cáceres T., Dr. Rafael Hernández Mota, Lic. Juan Tomás Mejía Feliú, Rubén Mesa Beltré, Leandro Macarrulla, Matilde Billini de Rizek, Dr. Luis E. Mañón V, Lic. Juan B. Mejía R y sus dos hijos Wilfredo y Juan, Marco A. Cabral, Dr. Gustavo Mejía Ricart, los hermanos José Andrés y Tancredo Aybar Castellanos, José Dencil Mera, Dr. René Puig, Dr. José Augusto Puig, quien sería compañero de fórmula de Viriato en las elecciones. Yolanda Vallejo, Dr. Bienvenido Figuereo, Dr. Nemesio Mateo. Lic. Rafael Toro. Dra. Josefina Garrido. E.O. Garrido P., don Badín.
De mi familia, aparecían, el tío Bienvenido Pichardo, los primos Manuel y Luis Ernesto Valverde del Castillo, Dr. Octaviano Leroux, Fernando Morales Piantini. Jóvenes que destacarían en las profesiones, el socialcristianismo y la izquierda como José Joaquín Puello Herrera, Fernando Batlle Pérez, Rafael Marion Landais, Grey Coiscou, Miguel Alfonseca, Pepito y Diego Guerra, Jaime Durán Hernando, Rubén y Mairení Echavarría, Mario Heredia, Jesús Antonio Barreiro (Tony, fusilado en Las Manaclas), Carlos y Miguel Pichardo Vicioso, Alberto, Carlos y Eduardo Houellemont, Ing. Félix Germán, Dr. Roberto Duvergé. Harían carrera en el PRD: Dr. Segundo Armando González Tamayo, vicepresidente con Bosch; Dr. José Rafael Molina Ureña, presidente de la Cámara de Diputados en el 63 y de un efímero gobierno constitucionalista en abril del 65; Thelma Frías de Rodríguez, senadora por el Distrito Nacional, a quien se le reputa la famosa “Aplanadora” del 63. Dr. Luis Lembert Peguero, ministro de Justicia de Caamaño.
El tenor Rafael Sánchez Cestero, el profesor y filólogo Dr. Rafael González Tirado, el poeta y ensayista Fernández Spéncer, los empresarios Alfredo Du Breil –quien presidiría la Sala Capitular del Ayuntamiento del DN durante el Consejo de Estado- y Rafael Esteva, el golfista Ramón Pumarol del Castillo (Puma). Dr. Pablo Iñiguez, Lic. Wenceslao Troncoso Sánchez, Dr. Humberto Bogaert, Dr. Fernando Bordas, Dr. Bienvenido Mejía y Mejía (consagró la frase “Imbert, sálvanos” durante el incidente de Bonilla Aybar en Rahintel). Dr. Héctor Cabral Ortega, jurista y catedrático, autor de Arenas del desierto. Oscar Lama, José Ramón Canto Dinzey, 5 miembros de la familia Crispín, José Bobadilla y parientes. Antonio Ponce de León, Angelo Porcella Baehr, Raquel de Vicini, Josefina Romano Pou, Dr. Antonio Frías Gálvez, Julio Juan Serrallés, Dr. Pompilio Bonilla Cuevas, Luis Augusto Caminero, fundador de Bohío. Italo Russo Batista, Ing. César Espaillat, Dr. Wellington Ramos Messina.
Entre muchos otros que representaron con sus firmas desafiantes un tsunami movilizador que evidenció que los dominicanos no eran políticamente “apáticos”, como le conversara el 25 de julio el Dr. Luis Manuel Baquero, secretario general de UCN, al encargado de la legación norteamericana en el país, John Calvin Hill, quien había llegado el 12 de ese mes. Ya para esa fecha, las firmas alcanzaban unas 20 mil conforme a Baquero.
Sobre este fenómeno –la cabeza de un iceberg político que se venía gestando bajo la superficie- habló el jueves 5 de febrero en el Museo Memorial de la Resistencia uno de sus protagonistas oriundo de Santiago, el Dr. Federico Carlos Álvarez, aportando antecedentes y detalles poco conocidos, así como imágenes fotográficas captadas por él en algunas de las reuniones en las que se fraguó la salida pública de UCN. Conforme a su relato, “en la segunda quincena del mes de junio de 1961 se produjo la primera actividad con la participación de numerosos opositores al régimen. Se efectuó en un edificio ubicado en la Avenida Bolívar, próximo a la Avenida Máximo Gómez, donde se disponía de un amplio salón abierto y soterrado. No recuerdo su propietario. A esta reunión fueron convocadas muchas de las personas destacadas participantes de la lucha clandestina contra la tiranía.”
“No puedo enumerar todos los asistentes, muchos de las cuales me eran desconocidos. Basta con mencionar a Minetta Roques González, Viriato y Antinoe Fiallo, Osvaldo Peña Battle, Ángel Severo Cabral, Manuel Horacio Castillo, Manolo Tavárez, José Tapia Brea, José Fernández Caminero, Antonio Rosario, Rubén Álvarez, Camilo Suero, Carlos Grisolía Poloney, Chichí Alburquerque, Luis Manuel Baquero, César de Castro y Alfredo Manzano. De Santiago asistimos, Ramón Tapia Espinal, Miguel Lama Mitre (liberado de La Cuarenta hacía pocos días) y yo. También asistieron delegados procedentes de diversas ciudades del Cibao, el Sur y el Este. En conjunto estaban presentes más de un centenar de personas.”
“El motivo era doble: 1) crear un organismo opositor capaz de enfrentar al régimen y de luchar hasta lograr ponerle término a la decapitada Dictadura; y, 2) designar a los que serían directivos y coordinadores de la nueva organización. Hubo un acuerdo generalizado de que el nombre escogido debería ser nuevo, para no comprometerlo con las actuaciones anteriores de la clandestinidad. Dentro de la reunión formamos un pequeño grupo Severo, Chichí Alburquerque, Ramón Tapia, Miguel Lama y yo. Después de haberse ponderado varios nombres, Miguel Lama se me acercó y me dijo ‘Qué te parece Unión Cívica Nacional’. De inmediato consulté con Severo y con el resto del grupo recibiendo su aprobación.”
“Me levanté y me dirigí a todos los presentes informándoles sobre la propuesta formulada por Miguel Lama. Hubo una emotiva e inmediata reacción aprobatoria y de esta forma resultó creado el organismo destinado a resarcir la libertad de nuestro pueblo. Su misión sería la de concretizar los objetivos pautados por los Héroes de Mayo. En ese mismo acto se designó una comisión integrada por Viriato Fiallo, Severo Cabral, Dr. Baquero, Minetta Roques, Chichí Alburquerque y yo, para proceder a la organización de la entidad.”
En su esclarecedor testimonio –a reseñar en próxima columna- el Dr. Federico Carlos Álvarez explica las gestiones encaminadas por los hombres de UCN para nuclear un frente junto al Movimiento 14 de Junio, cuyos miembros recién salían de las cárceles liderados por Manolo Tavárez. Las primeras manifestaciones cívicas, negociaciones con Balaguer, la OEA, diligencias ante la ONU en New York y en Washington, para garantizar la democratización. Un proceso de por sí accidentado, en el cual Unión Cívica Nacional jugó un rol protagónico poco reconocido. Cuando en la política pesaba la decencia.