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Monstruos menores
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SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Los delitos que implican a menores aumentan,
consignan los medios de comunicación en sus notas diarias.
Los casos
ocupan titulares y son tema de analistas que
ofrecen soluciones a veces muy disimiles unas de las otras, pero con el
mismo propósito, reducir las infracciones en ese segmento.
Unos los quieren condenados con drásticas penas,
para que paguen por sus actos y los demás los tomen como ejemplo y no se les
ocurra imitarlos.
Otros los pretenden educados, con oportunidades,
convertidos en vías útiles que ayuden a transformar a sus pares lanzados a malos
caminos.
La colectividad, la gente común escucha, lee,
analiza esas teorías y plantea sus propios juicios, con la sabiduría del pueblo
llano y consciente.
¿Los menores que delinquen son monstruos que deben
ser apartados, confinados en celdas en las que pulen sus conocimientos y de las
que salen dispuestos a ponerlos en práctica?
¿O son muchachos y muchachas que han cometido errores
que deben saldar, pero a los que hay que corregir basados sobre la
inalienabilidad de los derechos humanos y la rehabilitación?
Las banderas que ondean a favor de la educación
apuestan a la transformación, a la regeneración de los seres humanos, sobre
todo, cuando no han alcanzado la adultez.
Esas voces creen que no son vidas perdidas los adolescentes que incurren en crímenes, muchos
horripilantes como violaciones sexuales o muertes atroces en asaltos que
planifican solos o dirigidos por adultos.
En cambio, los que abogan por el endurecimiento de
las penas arguyen que hay gente no regenerable que debe estar fuera de la
sociedad.
Aunque el fin de los ideólogos de las prisiones era
alejar a los antisociales de “los buenos”
y no transformarlos, ese concepto ha variado y más que almacenar criminales, la
justicia moderna está compelida a reeducar, a fomentar valores en aquellos que no tuvieron o no quisieron
asumir una formación integral que les
evitara caer en esas redes.
A ningún Estado conviene que su población carcelaria
crezca, porque impacta su estructura moral, social y hasta económica. Por esto la necesidad de
evitar que los que están dentro salgan a delinquir nueva vez y que los que aún
no han entrado lo hagan.