OPINION: Millonario por un día

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EL AUTOR es comunicador y escritor. Reside en Nueva York.

Un día aburrido decidí irme de paseo por Brooklyn (los sures), Williamsburg; perdí el control y me estremeció el contacto con mi gente, aquellos olvidados por la abundancia y mutilados por el confort y la espontaneidad de los lujos del buen vino.

Mis andares los preciso como un anillo del recuerdo para mi matrimonio con la cotidianidad. Asumo que todo aquel ser viviente un día se dispone a ser aventurero, aunque sea en su propio hábitat. Dividí la zona en dos y me deposité en los lares más remotos del Brooklyn mencionado por los poetas andantes que vienen de la tierra del coquí. Aquel Brooklyn acaudalado por los muelles del pasado, el capricho de las gangas y el rencor de los vendedores engañados de la coca.

Caí de repente en Clinton y avenida Atlantic. Horripilante el beneficio de la duda. Sepulté todo mi pensamiento anterior bajo el manto del orgullo y me deslicé sentimentalmente en aquella burda y desafiante colmena de gente viviente. Lo primero que quise ubicar fue un lugar donde poder satisfacer mi hambre si me llegaba a destiempo. Me deslicé atrevidamente despacio por burdeles atravesados a la antigua; no sabía si era hembra o varón quien me miraba desnudándome.

No sentí miedo sino pena. Me arreglé mejor para pasar desapercibido más no sirvió para nada. Un ambiente desolado materializó el desorden de la inteligencia gringa; pobreza melancólica que arropa estos lugares donde circula una moneda fuerte para el mundo.

Sentí que los hombres necesitan más que respirar y mirar al cielo donde las plegarias no llegan. Hice un recorrido a la redonda donde la desolación era protagonista. Busqué el progreso en mi imaginación y encontré competencia contraria.

Vi de forma personal, lo que yo no imaginaba; recuerde que vivo en Manhattan, una isla que lo tiene todo y a cualquier hora,  una abundancia suculenta y adecuada, aquí las palomas pueden aparecer a cualquier hora de la noche, no en este lugar donde me encuentro ahora.

Los pájaros en Brooklyn (aves) tienen su tiempo para dormir-, deben de madrugar temprano para alimentarse, por la competencia; eso no sucede en Manhattan.

Cuatro largas horas brochando las ilusiones de un sector que me hizo contener la respiración, sentó en mí el desarrollo de una pena que parece esculpida en el dolor de lo humano.

Por primera vez en muchos años me sentí millonario, vivo a tres horas de distancia de los sures de Brooklyn, pero me quedo el sabor amargo de no haber podido amarrar bien en mi pecho esa agonía de ese sector tan lejos y cerca del progreso.

La mística del individualismo racionalizados en los seres humanos y la conformación de la catarsis hereditaria que hacen perder las energías, por los atavismos sociales, encuentran su nido. Allí encontré un concurso donde las exclusiones limitan el desarrollo humano. Se distanciaron las potencialidades de los hombres y mujeres quienes urgente aceptaron una nueva identidad cultural.  Entre los componentes negros, boricuas y otras nacionalidades; entendí que el complejo de inferioridad y fatalismos sellaron su resignación.

Les dejo algunos resultados de mi propia investigación (YouTube) para que ustedes saquen algunas conclusiones personales.

of-am

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