Las primeras crónicas sobre el malecón de Santo Domingo
El cronista Luis Alemar -quien en su ilustrativo libro Santo Domingo, Ciudad Trujillo, publicado en 1943, traza una radiografía de la urbe de los Colones inventariando calles, avenidas, plazas, mercados, paseos y edificaciones públicas- narra que el primer tramo de nuestra avenida costanera, conocido como “el Paseo Presidente Billini o Malecón”, ocupaba “toda la extensión comprendida a la orilla del mar, desde el final de la calle 19 de Marzo, (hasta) el final de la calle Espaillat”.
Según este autor, en su fase germinal también se le conoció como La Alameda y Alameda de la Paz. “A todo lo largo del lado Norte de este paseo, hoy ya en vías de prolongación con la Avenida George Washington –se refiere al empalme que se construía en 1943 de cara al Centenario de 1944, para unir el Paseo con la Avenida, que entonces iba desde el Parque Ramfis hasta Güibia-, corrían los antiguos batiportes o baterías de San Carlos y San Fernando, y muy cerca de la esquina final de la calle 19 de Marzo, estuvo el fuerte de Santa Catalina, que fue destruido para hacerse el paseo”.
Haciendo un poco de historia, Alemar observa que por resolución del 31 de octubre de 1899, el Ayuntamiento de Santo Domingo había acordado “que el paseo debería formarse en la faja de terreno comprendido entre la orilla del mar y la calle de San Pedro (hoy José Gabriel García), a partir del lado Oeste del fuerte de San Gil, con una superficie de 500 metros cuadrados”.
Aunque en verdad el paseo se hizo hacia el lado Este de esta fortificación que formaba parte del sistema defensivo de la ciudad, cuya ubicación corresponde al radio comprendido entre la desembocadura de las calles Palo Hincado y Pina. Inicialmente, según esta disposición, “se nombraría Paseo 16 de Julio, en recordación justiciera al día en que fue fundada la sociedad revolucionaria La Trinitaria, por el ilustre Juan Pablo Duarte”.
Como otro elemento de background, Alemar refiere en una nota al pie que “en 1874, el Municipio dio comienzo a un paseo público, entre los terrenos de la orilla del mar, comprendidos entre el fuerte de San José o del Faro y el fuerte de San Gil o del Matadero, junto a los batiportes, cuyo nombre sería Presidente González. Aunque los trabajos se iniciaron, estos fueron paralizados y jamás se continuaron. Para esta obra el Gobierno había votado la suma de $2,000.”
De este modo, continúa nuestro autor consignando, que “este hermoso paseo o malecón, fue construido a iniciativa feliz del importante rotativo ‘Listín Diario’, siendo inaugurado solemnemente el 16 de Agosto de 1904. El Ayuntamiento de la Común, el día 15 del mes anterior (Julio), tributando homenaje merecido de respetuosa consideración y gratitud a la memoria del ilustre Repúblico, Gral. Francisco G. Billini, prócer de la Restauración y ex Presidente de la República, sustituyéndole el nombre que se había acordado darle a dicho paseo, le dio el del Presidente Billini”.
Si nos atenemos a su relato, habría sido bajo la administración del presidente Morales Languasco (1903-06) que se habría iniciado esta primera versión del Malecón. Ciertamente, alentado por el rotativo capitaleño fundado y dirigido por Arturo Pellerano Alfau, como se hace constar con orgullo en la Edición Cincuentenario 1889-1939 del Listín Diario que recientemente revisamos.
En 1910, el Ing. Osvaldo Báez Machado –hijo de Buenaventura Báez, egresado del Instituto Politécnico de Ponts et Chaussées en 1891 y quien ejerció un rol protagónico en la concepción y ejecución de las obras públicas municipales de la ciudad capital, tales el Matadero, el Asilo La Amiga de los Pobres, el Hipódromo La Primavera, el Gimnasio Escolar y el Hospital Padre Billini- diseñó y construyó en el aludido Paseo una columna jónica conmemorativa. Dedicada a un grupo de valientes munícipes que perecieron el 27 de septiembre de 1908 tratando de salvar a los náufragos del balandro Aurora, que zozobró debido a un fuerte temporal. Levantada justo en el eje de la calle Sánchez frente al lugar de la tragedia, la obra estuvo a cargo de los maestros Domenech y Mayer, siendo el primero José Domenech Busquets, propietario y constructor de la afamada Casa del Pudín de la Padre Billini con Sánchez. “Al ver la nave zozobrar perdida/ un noble gesto les costó la vida”, rezaba poéticamente la tarja.
Siguiendo la narración de Alemar, éste agrega que “más tarde este hermoso paseo fue nuevamente hermoseado dándosele la elegante forma actual por el Departamento de Obras Públicas, que hizo entrega de él al Ayuntamiento en 1914”. Al respecto, el Ing. Enrique Penson señala en su libro Arquitectura Dominicana 1906-1950 que fue el Ing. Arístides García Mella –quien fungiera como director de la Escuela Normal entre 1907/26 y Superintendente General de Enseñanza entre 1926/29-, el que diseñó ese año el proyecto de remodelación. “El paseo tenía dos calles paralelas, separadas por una acera central, provista de 45 bancos de hormigón. Al Sur y al Oeste estaba limitado por balaustradas”.
El proyecto fue construido y supervisado por la Dirección General de Obras Públicas. Ejecutado bajo contrato por el maestro catalán José Turull Vilanova, dueño de la fábrica de mosaicos hidráulicos y granitos La Primera, y contratista responsable del vaciado de los pilotes de hormigón que sustentaban el Puente sobre el Ozama y del Edificio de Aduanas de Santo Domingo, levantado en concreto armado. Quien además tocaba la viola en el Octeto del Casino de la Juventud y en la Orquesta de la Sociedad de Conciertos. La obra fue entregada al Ayuntamiento el 20 de octubre de 1914. Su costo ascendió a $19,953 y cubrió las partidas de macadam, aceras, balaustrada, escalera, bancos y demás. Conforme a Penson, en 1920, en razón de los recurrentes temporales y los embates del mar provocados por éstos, que erosionaron parte del relleno, aceras y columnas de la balaustrada, se comisionó a Turull para proceder a su reparación.
El cronista de la ciudad que fue Alemar, remata indicando que “últimamente, durante el Gobierno del Ilustre Generalísimo Dr. Trujillo Molina, se resolvió hacer de él –en alusión al Paseo Presidente Billini- una prolongación de la gran Avenida George Washington, la que terminará frente a los muelles y malecones de la entrada del puerto, que es la obra cumbre de tan progresista gobernante”.
Como veremos en sucesivas entregas, el Malecón, como vía emblemática de Santo Domingo que nos conecta frontalmente con el paisaje marino del Caribe, ha sufrido múltiples metamorfosis a lo largo de más de un siglo de existencia. Y guarda en su evolución importantes episodios de nuestra historia urbana y nacional. Que no cesan de acaecer. Para lo cual hay que apuntalar su futuro.
lo más probable,los arquitectos,ingenieros y otros municipes involucrados en esas construcciones,se esmeraban en hacer los trabajos con calidad y sin desperdicios ni corrupción,para no manchar sus distinguidos apellidos.
eso es historia, gracias distinguido por esa publicacion tan ilustrativa y didactica.