Los sanjuaneros y la delincuencia
Cada vez que un sanjuanero veía o escuchaba en un medio radial, escrito o televisivo un hecho delincuencial acontecido tanto en la capital del país como en otras ciudades, se sentía orgulloso de que esas cosas no ocurrieran en su territorio. Expresaba ese orgullo por ser San Juan una provincia de personas mansas y humildes, incapaces de cometer tropelías aberrantes reñidas con las leyes, lastimosamente eso ha cambiado con los últimos actos que cometen los delincuentes. Hace dos meses atrás la paz y la tranquilidad sanjuanera, han sido tragadas por unas series de asaltos que se cometen a diario en número que van de cuatro a seis casos por día. Los delincuentes asaltan tanto a bancas de lotería y negocios como a personas en plena luz del día sin que hasta ahora ningunos de ellos haya sido apresado por la policía nacional. La acción ineficaz con que actúa la uniformada que dirige el general Nelson Ramón Peguero Paredes, no da pie con bola y los delincuentes mantienen en terror a todos los sanjuaneros. A diario se escucha el clamor de familiares o personas que fueron asaltadas llamando a los programas de radio y televisión, pidiendo el retorno del teniente Cepeda, quien mantenía a rayas a los ladrones. Es tan desesperante la situación de intranquilidad que se vive en San Juan, que se está pidiendo a grito la resurrección de Castillito, un policía que en el pasado limpiaba a la ciudad de los malhechores. Pero el silencio de quienes dirigen la comandancia policial en esta parte del país, cuya sede recibe a diario entre cuatro a seis denuncias de robos por día, ha hecho que el pueblo comience hacer conjeturas sobre una posible complicidad de algunos policías con los delincuentes. Las conjeturas parten del hecho de que los departamentos investigativos de esa institución, conocen el historial delictivo de esos individuos y saben a ciencia cierta qué tipo de robo se dedican a cometer cada delincuente. Mientras la pasividad de la dotación policial continúa sin dar una repuesta a este trastorno de la paz de los sanjuaneros, mujeres y hombres que han sido asaltados, se llenan de dolor e impotencia frente al poco caso que se le brinda, desde la uniformada. En tanto los grupos sociales y religiosos, callan frente a este mal que arropa a la comunidad sanjuanera, aquellos que dirigen asociaciones de desarrollo, enmudecen al igual que los pastores evangélicos y el propio obispo que siempre se le ve muy activo en otras cosas. A ellos se le suma el liderazgo político y los funcionarios estatales con el gobernador a la cabeza, a nadie le importa la suerte de los indefensos sanjuaneros, que no pueden enfrentar solo estos atracos. ¿A dónde fueron a dar el senador Félix Bautista, la diputada Yomaira Medina, los diputados Henry Meran y David Herrera? ¿Porque no vienen a diseñar un plan junto con el general Peguero paredes para arrancar este mal de nuestra sociedad? ¿Qué pasa con los grupos sociales que no elevan su voz de protesta exigiendo acciones más drásticas contra los delincuentes? El pleito no los han dejado solo a los comunicadores sanjuaneros. Ellos solo están inmersos en una agenda política sobre una posible reelección del presidente Danilo Medina o el retorno de Leonel, y en otro caso en la posibilidad de repetir en el cargo que ocupan cada uno de ellos. ¿Por qué el gobernador William de Oleo como representante del poder ejecutivo no se reúne con el general de la comandancia policial de aquí y le pide que actué frente a estos asaltos? Todos los querellantes coinciden en que son unos tipos que andan en un motor y una passola ¿Por qué no han sido apresados ya? Si aquí se han resuelto casos más complicados ¿Por qué estos casos de robo no se resuelven? Gracias a Dios que estos asaltos no están acompañados de muerte, ya que a las víctimas, solo se le despojan de carteras, celulares y dinero en efectivo preservándosele su integridad física, lo que constituye un gran alivio para los asaltados. Penosamente el San Juan manso, el San Juan trabajador, en donde los amaneceres y atardeceres eran tranquilos, ya no existe, lastimosamente ya se nos fue.