Los primeros tres pasos del siglo XXI

Los siglos se suelen dividir en años, lustros y décadas. Imagino que un año es muy poco tiempo para evaluar por sí mismo, cuál pudiera ser el futuro o la tendencia del siglo. Las décadas, al paso que van las cosas, pudieran resultar muy largas -por lo intensas- aunque ya dijera el maestro Alfredo Le Pera por boca de El Zorzal que”veinte años no es nada”; pasan tantas cosas en diez años, que cualquiera no los espera de pie. Personalmente prefiero hablar de lustros (cinco años) y si son tres consecutivos, seguro que se tiene una imagen en capítulos separados, de la niñez del siglo XXI.

 

Cuánto ha cambiado el país en estos primeros quince años del siglo; y como hemos visto desplomarse la mayoría de los paradigmas que nos sirvieron de norte, y que conformaron -de alguna manera- el código ético post trujillista. Paralelamente, hemos asimilado una nueva escala de valores -que no nos llegó desde el cielo como el maná- sino que más bien, es un reflejo bastante realista de la sociedad que hemos decidido construir. Lo que faltaría por verse es, qué tan sólidos son sus cimientos y qué tanto nos acerca a ese mundo de “equidad” que decimos anhelar.

 

Miremos pues lo que pudiera ser un ejemplo de lo que nos espera por vivir, al través de estos primeros pasos que ha dado el siglo XXI. Estos tres lustros, parecen anunciar un vuelco total en nuestros hábitos y costumbres; es como si estableciéramos una nueva escala de valores. Especialmente en lo que se refiere al ejercicio político en las estructuras partidarias.

 

Los patrones de comportamiento de la clase dirigente, cada vez se alejan mas de los hábitos que nuestros maestros nos enseñaron y que definíamos como “de carácter ético”. Inclusive, de los tres grandes líderes políticos de la era post trujillista, solo conservamos e imitamos sus prácticas mas mundanas: la permisividad, la improvisación y la falta de coherencia en el discurso público. Características comunes a los tres, como la vida discreta, alejados de la pomposidad y la ostentación, jamás han sido emuladas por el liderazgo de relevo, y mucho menos por los nuevos ricos surgidos al amparo del presupuesto nacional, del ejercicio del poder. Muy por el contrario, nuestros jóvenes “valores” parecen estar en permanente competencia por mostrar quien ascendió mas vertiginosamente; y lo peor es que hasta los familiares se lo celebran, como si el escalamiento fuera un gran mérito humano.

 

Respetar y fortalecer la institucionalidad, por ejemplo, ahora resulta ser una afrenta, pues hay una evidente desconexión entre los candidatos y los principios y reglas de sus respectivos partidos. Al extremo de que un ícono del peledeísmo “bochista” tira por la borda sus treinta y cinco años de militante compromiso con las ideas de avanzada, por el simple hecho de que no será postulado para la alcaldía de su municipio. Pero los saltimpankis de la política no son exclusivos del partido de gobierno; los opositores actúan exactamente igual: si no son postulados, se van al mercado libre, sabedores de que habrán de ser recibidos como héroes los unos, y los otros, que se muevan en sentido opuesto también.

 

De las viejas doctrinas, o mejor dicho, parcelas políticas: balaguerismo, peñagomismo y boschismo, solo sobreviven los nombres, que como herencia y muestra de su frustración, se los auto endilgan los militantes de a pie; porque los de arriba, los dirigentes medios y altos, hace tiempo que renegaron de ellas. Como dato curioso cabe resaltar aquí que Balaguer, el siniestro conductor del tren del pasado -al decir de los otros dos- ha resultado ser el gran ganador de este destape colectivo sin precedentes. Porque no hay nada, absolutamente nada, de lo que se acusaba a Balaguer, que no haya sido re-editado desde el Estado y  por los seguidores de los tres.

 

¿Quién le iba a decir al mayor heredero de la Era de Trujillo, que su ejercicio desde el gobierno llegaría a ser un referente de pulcritud y coherencia nacionalista?; a él que siempre admitió que desde la primera magistratura del Estado, se tenían que soportar “ciertas cosas”, por la existencia de las llamadas “fuerzas incontrolables”, movidas por poderes extra nacionales. Y que en su momento, también había que pararse de frente al poder del norte y decirle NO a ciertas pretensiones intervencionistas.

 

¿Usted cree que Joaquín Balaguer iba a aceptar un embajador que, aunque legítimo, en función de la Convención de Viena y lo acordado en 1961 y 1963, vendría al país a imponer una agenda contraria a los intereses nacionales? Todos sabemos que el necesario Plácet nunca habría sido expedido, sin antes definir algunos parámetros de “conveniencia y respeto mutuo”.

 

¿Cuánto tiempo cree usted que hubiese durado en el cargo el flamante Procurador General de la República, después que a Balaguer le leyeran el titular periodístico que decía: Procurador “despacha” con el embajador Brewster durante cuatro horas?

No es que yo quiera criticar a mi Presidente y/o su equipo, pero me parece que eso de que “el fin justifica los medios”, no es ni será una consigna progresista y mucho menos a seguir en los albores del siglo XXI.

 

Pero si han “caído santos de los altares” en esta primavera del siglo que recién empieza, no es un asunto privativo del partido de gobierno y de sus dirigentes altos y medios. En la oposición las cosas son exactamente iguales, como ya les dije. Con asombrosa similitud, se han desentendido de todo lo que significare conexión con los principios que dieron origen a su existencia como fuerzas políticas. Y lo peor aún, es que mientras de manera pública violentan todos sus códigos primarios, también de manera pública, acusan a sus contrarios de los delitos que ellos mismos cometen.

 

En general, la desfachatez ha sido el rasgo más significativo del accionar político nacional en estos primeros pasos del siglo XXI. Sin temor a equivocarme, me atrevo a proclamar que este debe ser bautizado como “El Siglo de la Involución”. Para muestra un botón, Joaquín Balaguer y su criticado estilo de gobernar han sido reivindicados; de seguro lo tendremos en el Panteón Nacional junto al Patricio, y en muy breve tiempo.

 

Total, ya él mismo lo “arrabalizó” metiendo a Pedro Santana. Ahora es que se entiende la habilidosa jugada del dictador ilustrado: Si está en el Panteón Nacional el sepulturero de María Trinidad Sánchez, ¿por qué no puede estar el autor del panegírico del Jefe?

 

¡Vivimos, seguiremos disparando!

 

 

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Edwin NYC
Edwin NYC
8 Años hace

el malo es el presidente que permite que se burlen de nosotros de esa forma, no sera por mucho tiempo.

labour
labour
8 Años hace

raul salcie otro eunuco cerebal

JUAN RODRIGUEZ
JUAN RODRIGUEZ
8 Años hace

muy buen artículo, como de costumbre en robles

Raul Salcié
Raul Salcié
8 Años hace

la verdad robles que tú eres un tipo raro. tú estás con danilo, te has pasado casi cuatro años tratando de explicarle a la gente las bondades del pld aunque a veces lo criticas, pero de ahi a este artículo hay mucha distancia. qué te pasó, te cubiaron también los comesolos? o es que tú privas en che guevara, llanero solitario o qué?habla claro y definete, porque eso de echarfle las culpas a los tres partidos, parece una maniobra para esconder las verdaderas culpas. dilo de una vez, los comesolos **** el pais y despues de lo de quirino, de… Leer mas »