Los pecados de Abel Martínez

El político que crea que, porque esté bañado de popularidad y favor del voto popular puede gobernar a su antojo, aplicando políticas públicas sin el apoyo de su partido, de actores adicionales de la sociedad está muy pero muy equivocado.

Es estricto la necesidad de la gobernanza, de una acción cooperativa, de diversidad, de dinamismo, de participación e involucramiento del pueblo, de los diferentes sectores para enfrentar los problemas públicos.

Abel Martínez se salió de ese librito, y ahora, en estos afanes de volver, se búsqueda nueva vez del voto de los santiagueros, intenta, ya muy tarde, de aplicar ese método, de acercase a la gente, de lograr participación.

Le falto equilibrio. Así pasa con todos los alcaldes. Gilberto Serulle se ligó a la gente, trabajo con los pobres, abrió el ayuntamiento a todos, pero descuido la limpieza, el ornato.

Abel Martínez limpio a Santiago, trabajó el ornato, pero se espantó de la gente y los diferentes sectores municipales. No hubo equilibrio de uno ni del otro.

Es que la gobernanza es el proceso de gobernar, es la dirección de una sociedad en estricto equilibrio en la diversidad.

Anteriormente, la dirección de la sociedad estaba asegurada mediante la simple facultad de autoridad formal, esto es, a través de la toma de decisiones jerárquica, hoy ya no es así.

Por eso vemos como el presidente Danilo Medina se reúne con la gente, las comunidades, los diferentes sectores, los oye, les resuelve en consenso con ellos ahí, grajeándose con la sociedad.

Olvidó Abel Martínez que la capacidad de los gobiernos locales comienza a cuestionarse una vez que se hace presente la ineficacia de los mismos respecto al cumplimiento de sus funciones y a la ejecución de sus objetivos.

Recoger la basura, limpiar la ciudad, atender el ornato no basta.

Desde su inicio Abel Martínez quiso gobernar solo, separo de sus decisiones a transportistas, empresarios, buhoneros, juntas de vecinos, amas de casas.

Incluso, hasta los concejales sufrieron las consecuencias de ese método de exclusión.

Y agravo la situación al tomar medidas públicas que afectaron a las familias, al sector informar del comercio, medianos y pequeños comerciantes, chiriperos, buhoneros, sector del transporte local, etc. En una loca carrera por desarrabalizar la ciudad.

Entonces, también se desligó de su partido, gobernó a Santiago como un coto de él, sin alianza de ningún tipo, solo con los que le eran leales a sus decisiones, solo lo que obedecieran al “Líder”.

El respeto al presupuesto participativos campeo por su fuero, el respeto a los ciudadanos no existió, las imágenes a diarios atropellando chiriperos, buhoneros, nacionales haitianos era el pan nuestro de cada día.

Reposan en la memoria colectiva de los santiagueros el grito de pequeños comerciantes de la ciudad cuando los Policías Municipales con armas largas iban desmontando letreros, atropellarte, desconsiderado con todos.

Se advirtió que habría un muerto. Y lo hubo en esa actitud violenta de sus sabuesos municipales.

Olvidó el alcalde Abel Martínez que el estilo de gobernar de hoy, es con mayor interacción, cooperación y coordinación entre gobierno, sociedad civil y sector privado.

La gente observa que es solo limpieza, recogida de basura, ornato, que es positivo y vital, pero no hubo además capacidad de respuesta para enfrentar los problemas públicos, y se agrega los escándalos de corrupción.

No hubo un plan para aumentar las condiciones de baja recaudación fiscal, tema que es vital resolver, persiste la escasez de recursos, pobre capacidad para prestar servicios públicos de calidad, limitada rendición de cuentas, son todos pecados de Abel Martínez.

No hubo una buena relación entre las dependencias del gobierno, los funcionarios y dirigentes de su partido PLD, además de pésima relación con los actores económicos y sociales locales.

Le hizo falta a Abel Martínez una coordinación horizontal (gubernamental-privado-social) más intensa que generara mejores y más resultados para los ciudadanos y los diferentes sectores.

Y también una coordinación incluyente, más amplia que permitiera más facultades, más recursos, más beneficios para el pueblo en obras y soluciones municipales y que le empoderara con más responsabilidades.

A pesar de ello, Abel Martínez aún mantiene buena acogida en una franja importante de Santiago, el que logre nueva vez ser candidato y ganar dependerá de su PLD, de que haga una propuesta vinculante para todos, incluyente.

Tiene la desventaja de que sus compañeros de partidos se ven excluido del gobierno municipal, no gobernó con ellos, además de que su principal rival es de su PLD, Fernando Rosa, que le hace conciencia al pueblo de Santiago de sus capitales pecados, prometiendo enmendarlo, corregirlo y trabajar en armonía con todos los sectores y para los ciudadanos altos y medios.

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