Los leprosos y la política
No por casualidad la biblia fue el primer libro impreso porJohannes Gutenberg. La sabiduría contenida en las sagradas escrituras le hizo convertirla en el primer libro impreso, razón por la que entendió que sería del interés y provecho de las personas. Gracias a esa visión conocemos la vida de Jesucristo, el más grande líder de todos los tiempos, entre otras historias y conocimientos de la humanidad. Los diez Leprosos Una historia impresionante de la biblia es la narrada en Lucas capítulo 17 versículos del 11 al 19, que trata sobre diez leprosos. En ella se cuenta que Jesús iba de camino aJerusalén, y que pasando entre Samaria y Galilea, entró a un pueblecito donde curó enfermedades, a la vez de proclamar el evangelio, despertando la fe y la esperanza de todos cuantos seguían sus pasos. Diez leprosos, al enterarse que “el mesías” pasaba por su aldea, corrieron hasta él y le vociferaron a todo pulmón: “Jesús! Maestro! ten misericordia de nosotros!”. Cuando el Hijo de Dioslogró verlos, se acercó hasta ellos y les dij “Id, mostraos al sacerdote”. Aconteció que los leprosos se examinaron donde el sacerdote, siendo curados y limpiados; cada mancha y cada signo de lepra iba desapareciendo de todo su cuerpo. Imaginémonos por un instante ese gran milagr diez leprosos curados definitivamente de la peste más asqueante y temida en aquellos tiempos. El sacerdote y los leprosos, quedaban estupefactos frente a tan grandiosomilagro. La vida de ellos cambió totalmente gracias a Jesús. Fue algo maravilloso, una cosa mágica. Por la dimensión del milagro, podemos suponer que estohacía a Jesús más que merecedor de toda honra, de toda gloria, de toda veneración, en fin, de todo gesto de gratitud eterna. Pero no fue así. De los diez leprosos, solo unoregresó hasta donde el Hijo del Padre para dar las gracias. Dice la biblia: “Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano”. Hay que decir, que la biblia subraya que el agradecido era samaritano, porque los samaritanos y los galileos, vivieron en fuertes contradicciones de índole cultural y religiosa durante mucho tiempo, y Jesús era de Galilea, específicamente de Nazaret. Por tanto, el hecho de que fuese el samaritano el agradecido hace que el milagro cobre mayor majestuosidad, por Jesús haberlo hecho sin miramiento alguno. Tras el samaritano dar las gracias, Jesucristo preguntó lo siguiente: “¿No son diez los que fueron curados? Y los nueve, ¿donde están? ¿No hubo quien volviese y diera gloria a Dios sino este extranjero?”. La ingratitud Lo que se pretende con lo recién relatado, es evidenciar que la ingratitud está en la humanidad desde tiempos muy remotos, para contrastarlo con situaciones presentadas en la historia contemporánea. Salvaguardando la distancia y demás cualidades de Dios y su hijo, frente a lo mundano, no sería ocioso señalar que cuando una persona en la política ocupa una encumbrada posición tiene el poder para tomar decisiones dirigidas a resolver problemas o dificultades tanto de una persona en particular como de una colectividad. Por lo que la presencia de la ingratitud, entre las tantas situaciones resueltas, es casi segura. El ingrato en política tiene múltiples características similares a los leprosos; se acerca con buena cara y clama desvergonzado por sus intereses, hasta que el líder o presidente concede sus peticiones. Luego de ver sus objetivos materializados y de haber cesado en sus funciones el bienhechor, el ingrato no mide sus pensamientos ni palabras con respecto a quién proporcionó los favores que le beneficiaron,convirtiéndose en el principal inquisidor de los posibles defectos del líder, y se empecina en desmeritarlo hasta llegar a atribuirse las mismas condiciones y cualidades de quien lo ayudo a alcanzar los niveles de éxito que pueda exhibir en toda su trayectoria. En fin, lo contenido en estas letras no es más que una modesta reflexión para la juventud que piensa contribuir a su sociedad y a su país, de que en todo hay una jerarquía y que esa jerarquía debe ser respetada. Por ejemplo, en la política, está el que tiene el poder de hacer las cosas y está el que necesita que esas cosas se hagan. Y la mejor manera de competir políticamente es con integridad, lealtad y sentido de gratitud. El que no es integro, leal y agradecido muy difícilmente pueda granjearse un espacio importante en el ámbito político. Por el contrario, puede verse contagiado por la ambición desmedida y en consecuencia por la ingratitud y la deslealtad, y al incurrir en ello, casi siempre termina solo y olvidado. “En los tiempos de Cristo las personas algunas veces se contagiaban por desobedecer a Dios. Miriam,precisamente hermana de Moisés, tuvo lepra porque decía que ella y Aarón, su hermano, tenían que ser los emisarios de Dios como lo era Moisés”. Finalmente, Jesús, al samaritano que regresó para dar las gracias, le dij “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”. Muy probablemente, por su gratitud, el samaritano llegó a alcanzar el reino de los cielos.