Los funcionarios y las manecillas del reloj

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El autor es abogado. Reside en La Vega

POR ELADIO CAPELLAN BATISTA 

Con mirada retrospectiva, el hombre como ser mental, puede acceder a tiempos pasados, volver al presente o visualizar el futuro, en ese túnel del tiempo, puede incluso, crear escenarios idílicos, monstruosos, así como de glorias y caídas. 

 Sin embargo, la realidad es que el presente, es lo único que existe, donde se pueden recrear y coincidir espacio y tiempo, haciendo que, todo se reduzca a estas dos leyes inalterables del cosmos. 

 Algunos ilusos, pueden soñar con episodios pomposos, para ellos, de «bonanzas y poderes pasados” pudiendo acomodar las leyes a sus antojos, para beneficio personal o de grupos e ignorando las consecuencias que, acarrearían sus actos, para sí y para su núcleo familiar más íntimo. 

 Ensoberbecidos de poder, olvidan lo transitorio y pasajero de este, en un trance mental exultante, se desconectan de la realidad, iniciando una transformación que los convierte en depredadores indolentes del erario, engrosando sus bolsillos a manos llenas. 

 Con cada robo, abonan los márgenes de pobrezas y desigualdades sociales, que alguna vez criticaron, cada céntimo sustraídos, es menos educación, menos salud, más muerte infantil, cero seguridades sociales, y sobre todo propician época perdida para nuestros jóvenes, por el aumento del narcotráfico, con su consecuente sicariato. 

 Los que han llegado al poder y han traicionado al pueblo con sus desmanes, conocen de antemano, los daños que, produce a la sociedad un funcionario corrupto, conocen el retroceso social y económico que engendran sus actos Indelicados y nocivos, entonces ¿qué los lleva a renegar de sus principios y valores? 

 Se dice que el poder, por sí solo corrompe y que a mayor poder mayor niveles de corrupción, máxime, si la corrupción se personifica en cada miembro de la organización, como cultura partidaria, modo de acción que, eleva de categoría social y política, cuando debiera ser, en todo caso, motivo de escarnio y rechazo público. 

 Es, en ese estadio de cosas que, crece envolviéndolo todo, la hiedra aprisionante de la corrupción, incitándolos a desdeñar los valores hogareños, si es que los tuvo, cayendo genuflexos ante sus «bondades», pero también se arrodilla por supervivencia al grupo de poder, aquellos que, alguna vez, fueron firme en el respeto a sus compromisos de honradez política, a toda prueba. 

 Su desconexión con la realidad es tal, que llegan a mirar el reloj y ya no ven sus manecillas o las ven estáticas y surreal, no existen estaciones del año, siempre para ellos es primavera, están en las nubes suspendidos, como pompas o burbujas de jabón, medran acurrucados debajo del corrupto mayor o de quien haga sus veces y se olvidan del crudo invierno que, inexcusablemente y gélido, ha de llegar. 

 Y les llega, les llegó y les llegará, eso sí, los encontrará forrados de dinero, pero desprovistos del abrigo ni la protección del pueblo que, enconado, hoy pide y pedirá sus cabezas, más la devolución de los bienes sustraídos, como justo paliativo mínimo, al pasivo generacional resultante del oprobio de unos malvados que perdieron las entrañas. 

 Las manecillas del reloj siguen y seguirán ahí, sin parar su curso, aunque se las roben los expertos en hurtos, en abstracto seguirán girando, el tic tac no dejará de sonar, como la vida misma, no se detiene ni se detendrá, unas veces se transfigura en víctima, para ver hasta dónde puede llegar sus maldades, pero al final reaparece justiciero, como lo que es, el juez de la historia, para quienes ignoran sus designios. 

 Solo entonces, los insaciables se percatarán, sorprendiéndolo el reloj del cambio, con su expulsión vergonzosa del poder, desacreditados, allanados y sometidos al juez terrenal o divino, despiertan de su letargo, preguntando, ¿por quién doblan las campañas? en absorto, orinados del miedo a terror, se darán cuenta que, el replicar del tin tan, es por ellos y otros más. 

 Pero ya, es demasiado tarde. Too Late, dirían los ingleses. 

Ejemplo que le servirá también, a la nueva camada de funcionarios. 

eladiocapellan@hotmail.com

JPM
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Hi Camilo
Hi Camilo
3 Años hace

Solo espero que Eladio Capellán se haya leído For Whom The Bell Tolls, de Ernest Hemingway. ya que la novela no tiene similitud con el tema en cuestión, aunque el tiempo es inexorable, el sabe que los delitos de corrupción y crimen de lesa humanidad, siempre está latente en el sentir de la gente, nunca es tarde si se tiene voluntad, si se quiere imponer el imperio de la ley, debe ser igual para todos, dicen el tiempo lo cura todos, no el crimen.

Daniel Navarro
Daniel Navarro
3 Años hace

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