Los "electrotécnicodomésticos”

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Recientemente, en un periódico digital, la joven periodista Sara Pérez, de manera jocosa y no menos reveladora respecto a lo que nos implica gestionar un documento personal, bien sea Acta de Nacimiento, Cédula de Identidad y Electoral, etc., nos narraba las inconveniencias que debió enfrentar su tía Lala para conseguir su cédula. La situación descrita se vive a diario en muchas de las dependencia gubernamentales y si nos trasladamos a otros ámbitos, igualmente encontraremos muchas sorpresas. Para citar un ejemplo, el sector de los electrotécnicodomésticos; los informaticotécnicos, por la complejidad con el manejo de datos, necesitan página aparte. Quiero referirme a los que arreglan y/o reparan nuestros equipos domésticos -eléctricos o no-, indispensables para el diario vivir, aparatos que nos permiten que el desarrollo de la faena cotidiana nos resulte más cómoda. En este gremio los hay muy buenos y otros no tan buenos; unos serios y otros no tan serios. Una lotería si le tocan los primeros. Es posible que a usted le visitara alguno de ambos grupos. En lo que a mí respecta, les relato experiencias inimaginables, no circenses, y sí un tanto desagradables. En el televisor Zenith, de repente la imagen dejó de verse clara y el sonido muy poco nítido. Llamé al técnico de estos menesteres, se llevó el televisor y luego de un año de “conservarlo” en su taller –nunca creí que mi aparato se iba de vacaciones a ninguna parte- felizmente me trajo el equipo, con unas innovaciones no propias de la fábrica. Las innovaciones referidas, para asimilarlas, ameritan una simple explicación. Explico. Para encender o apagar el televisor, debo situarme en el frente, a corta distancia. A media noche, cómodamente recostada, disfrutando con interesantes programas internacionales o una prédica cristiana, para apagarlo, DEBO levantarme, lo que resulta un tanto incómodo, ¿o no? Y qué decir al intentar subir o bajar el volumen desde el panel de controles de la tele. Ahí sí que se arma la de no te menees. Basta con presionar un botón para que se cambien los canales de una manera tan loca que me obliga a reprogramar. A continuación de esta experiencia, el frigorífico empieza a gotear por debajo, como lágrimas que brotaban de su alma. Naturalmente que llamo al técnico, a su celular, todo un profesional en la materia. Llega a casa, mueve la llorona, le aplica el “tester”, etc. etc., y diagnóstica que debe cambiarse la pieza tal. Excelente. Se instala el repuesto, termina la reparación y a esperar el día siguiente para ver cómo funcionará. Al despertarme, corro hacia la nevera para comprobar su funcionamiento y ¡Oh sorpresa!, durante la noche continuó llorando. El técnico regresa y decide inclinarla, recostarla hacia la pared, ¡quizás para que descanse! Y así está, porque si no se encuentra recostada, de nuevo empieza a llorar. Respecto al tema, comentándolo con D. Eduardo Martínez, quien fuera uno de mis directores en la Dirección de Planificación de la otrora Corporación Dominicana de Electricidad (CDE), me escribe: “a mí me pasó lo mismo con un equipo de música. Aún no lo tengo y hace más de un año que el técnico se lo llevó”. Parece que también le llevaron su equipo a vacacionar. D. Eduardo concluye su comentari “Doña, y otros técnicos son igualitos, lo que tenemos es un tecno-relajo en los diferentes niveles”. El refrán, sabio como todos, nos enseña: “Mal de muchos, consuelo de tontos”. Oportuno recordar aquella también sabia melodía que nos enrostraba: “por eso estamos como estamos, por eso nunca progresamos, y tal parece que gozamos poner las cosas al revés”. Por lo visto, no soy la única que puede referir estas inadecuadas y abusivas conductas de los técnicos. Con estos ejemplos, no trascendentales de nuestra vida cotidiana y sí en nuestro perjuicio, cabe preguntarse, ¿cuáles son los renglones de nuestro país por los que podemos transitar sin tropiezos? ¿Cuál es el organismo supervisor de esta clase técnica, o no existe? Toda esta problemática nos demuestra que, mientras nos lleva quien nos trajo, si carecemos de una institución u oficina supervisora donde podamos reclamar por los trabajos mal hechos, erróneos y/o malamente terminados, presentar las quejas correspondientes, etc. etc., tendremos que exclamar, ¡que vivan los electrotécnicodomésticos! Vamos a organizar mejor nuestro futuro, mientras….que San Cerrajero y San Caralampio se apiaden de nosotros. giannellaperdomo@hotmail.com

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