Los cristianos y la política

Cada vez que se aproxima una campaña política, con el propósito de alcanzar los poderes del Estado, como Montesqueu, los clasificó: Poder legislativo, poder judicial y poder ejecutivo. Comienza la confusión religiosa, tratando de meter a Dios en los asuntos políticos partidarios. Pienso que es un grave error de los que se comportan de esa manera. Reconozco que es una gran tentación, pero a la vez, pienso que se debe tener cuidado con las percepciones políticas, buscando apoyo cristiano.
No fue Dios quien dijo que él quita reyes y pone reyes, sino que el profeta Daniel, estando cautivo en Babilonia, hizo tal declaración, pero no como una profecía, sino como una percepción personal. Dios le había revelado a Daniel, el secreto del sueño del rey pagano, Nabucodonosor, con el propósito de que el rey no matara a Daniel y sus tres compañeros ni a los sabios de Babilonia. Ante tal proeza Daniel  hablando de Dios dijo: …»El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos» Dn. 2:21.
Desde entonces, muchos han interpretado semejante declaración y la han aplicado como mandato de Dios. Esa  manera de ver la declaración de Daniel, no revela un contexto  teológico, sino una percepción situacional del individuo. Cuando le conviene que alguien caiga del poder político, los que se benefician usan esa declaración, en cambio a los que les perjudica, aunque no la atacan, la toman con cierta indiferencia. Pero, en realidad eso no tiene que ver con nuestro tiempo, ni procede de una declaración de Dios.
La confusión viene porque en el pueblo de Dios, ante de Jesucristo, Israel, Dios comenzó a poner sus reyes, como fueron Saúl, David, y Salomón. Sin embargo, en el cuarto reinado puesto por Dios se divide el pueblo de Israel en el reino del norte y el reino del sur. Los reyes del sur, Dios siguió incidiendo, más no siempre fue así en el reino del norte. Pero, ¿qué pasaba en los demás reinos del mundo? Los pueblos ponían sus reyes y quitaban sus reyes, como a ellos les pareciera o pudieran.
El pueblo de Dios, hoy, es la iglesia. Sólo en la iglesia podemos decir que Dios quita y pone sus líderes, y ésto únicamente en las iglesias que son de Dios, en las demás que son falsas es el hombre quien los pone y los quita. Por eso, el apóstol Pablo escribió: «Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente los apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas»… I Co. 12:28.
Así que, Dios no pone a ninguno ni quita a ningún rey, presidente, primer ministro, emperador; ni a legisladores ni alcaldes, ni regidores y; tampoco jueces ni procuradores.       Son los hombres quienes ponen y quitan, esas autoridades. En países democráticos con el voto popular, en otros por puntos acumulados de acuerdo a la división política, en otros por herencia y en otros con las armas. Cualquier que sea el modo, es el hombre quien decide, nunca Dios.
Seamos cuidadosos, culpar a Dios de los males sociales es injusto y por lo tanto pecado. Está escrito: «Toda injusticia es pecado»… I Jn. 5:17a. Si se entendiese que Dios es quien pone a los gobernantes, entonces Dios sería responsable de las desigualdades sociales que hay en el mundo, producto de las injusticias de muchos gobernantes, y de igual manera, de muchos gobernados. Los pueblos tienen el gobierno que ellos quieren, no el que se merecen y pocos tienen el que debe ser.
Entendiendo esta realidad, no se debe manipular a los cristianos, para empujarlos a votar por determinados candidatos, sean estos cristianos o no. No hay ninguna garantía de que un gobernante cristiano (evangélico), o de otra denominación religiosa, vaya a hacer un excelente gobierno para el pueblo. Sin duda, para sus correligionarios, todo saldrá excelente, pero para los «hijos de Machepa, palos con ellos». Cristo Jesús, no dejó la religión cristiana con fines políticos partidaria.
Pueblo de Dios coopera con la oración, para que podamos entender la voluntad de Dios, expresada en su palabra. Se puede servir a la Patria terrenal, sin tener que usar el nombre de Dios, para tal fin. Dios tenga misericordia de nosotros. Sea político, partidario, pero por favor deje a Dios tranquilo. No comprometa al pueblo de Dios, por afanes mundanales. Las iglesias no son grupos políticos ni comerciales ni filosóficos, son el reino de Dios. Donde Dios manda.
JPM/of-am
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