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Lo que no se ve
Todas las naciones poderosas del mundo y también las religiones, lograron su posición, matando y sometiendo a pueblos enteros. El evento más importante del Planeta, la Revolución Francesa, que planteó la igualdad, libertad y confraternidad de la raza humana, utilizó la espada de Napoleón Bonaparte para agenciarse los recursos económicos que necesitaba, ya que destruyó el aparato productivo de Francia. Y lo hizo, saqueando y expoliando otras naciones.
España diezmó la población indígena de América, y se apropió de sus valiosos recursos y sus territorios. Lo propio ocurrió con los grandes imperios que existieron, y sus héroes más emblemáticos, como Julio César y Alejandro Magno, entre otros.
Se dice que en una ocasión un Papa de la Iglesia Católica quiso que los secretos de la iglesia fuesen conocidos por todo el mundo, y que un cardenal asistente le expresó : Su Santidad, la iglesia no se sostiene sólo con preces a María.
Se atribuye al predicador jesuita francés del siglo XVII, Louis Bourdelaoue la frase: En el origen de toda gran fortuna hay cosas que hacen temblar.
Odebretch no es un nombre, es Brasil, y los empresarios de esta nación se propusieron insertarse en el mercado mundial y competir con las grandes naciones del planeta. Ayer las naciones poderosas penetraron con el plomo y el filo de las espadas, hoy con la plata. Lula fue Presidente porque hizo un acuerdo con las grandes empresas de su país, para abrir fronteras y enfrentarse a los Estados Unidos y demás naciones del Primer Mundo.
Lo que no se ve en todo esto, es el pleito que existe entre las grandes potencias, que hoy procuran imponer otras reglas de juego para evitar ser desplazados en el mercado internacional. En consecuencia, dentro de la competencia por el control de los mercados, se han propuesto sacar a Brasil de circulación.
Hoy las grandes naciones están solas en el tablero mundial, ante la ausencia de una de la más grande utopía que ha conocido la humanidad.
JPM
