Lo bueno, lo malo y lo feo de los avances tecnológicos (3)

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El autor es educador. Reside en Orlando, Florida

POR HUGO GIL

Otra de las consecuencias más nefastas que trae consigo el avance incontrolado de la tecnología es la pérdida de los recursos humanos en la industria y las corporaciones tanto públicas como privadas.

No es extraño ir a una oficina, tienda o supermercado, por ejemplo, y encontrarse con una ausencia casi total de personal encargado de ayudar al cliente, ya sea respondiendo a sus necesidades, inquietudes o asistiéndole en sus transacciones.  Aproximadamente de cada diez cajas registradoras en una tienda o supermercado en Estados Unidos ocho son operadas de manera automática, sin la necesidad de un empleado presente.

A simple vista esto nos puede parecer una gran conveniencia, probablemente lo es; pero desde mi punto de vista, a corto o largo plazo, esto ha de desatar una serie de reacciones en cadena que a su vez traerá crisis a nivel global.

Pensemos por un momento en esto: cada una de esas máquinas registradoras es capaz de sustituir por lo menos a tres o cuatro empleados. Ellas no se enferman, no necesitan receso para ir al baño o al su almuerzo. No necesitan vacaciones ni hay que pagarles un salario. Solo consumen electricidad y necesitan un operador que se asegure de su buen funcionamiento.

Hasta ahí todo se ve muy bonito, ¿no es cierto? Miremos la otra cara de la moneda: Esas máquinas no van de compra, por consecuencia, su mera existencia reduce el consumo de comida, ropa, medicina, entretenimiento, etc.

Quiere decir que estos artefactos inteligentes reducirán dramáticamente la demanda de artículos y servicios. Esto plantea una crisis futura en la dinámica demanda-oferta, lo cual afectará sensiblemente el flujo económico y, por consecuencia, la generación de recursos económicos.

Si las personas no tienen ingresos porque no tienen trabajo al haber sido desplazadas por las máquinas, no dispondrán de los recursos para suplir sus necesidades, a menos que formen parte del parasitismo, dependiendo de las asistencias sociales a través del gobierno y las entidades caritativas.

De igual manera esto plantea una reducción en ciertas carreras técnicas y universitarias. Ya no habrá necesidad de capacitar tanta mano de obra. Habrá menos escuelas, institutos y   universidades. Algunas carreras y oficios específicos ya están desapareciendo y otros van en camino de extinción.

¿Cuándo fue la última vez que usted visitó una agencia de viaje para comprar su boleto de avión, o vino un cartero o lector de medidores de agua o electricidad a su casa?, ¿cuándo necesitó de un contador para sus finanzas, visitó un cine y compró boletas para ver una película?, ¿Cuándo le tocó la puerta un vendedor o un cobrador? Ya esos oficios han prácticamente desaparecido y con ellos, puestos de trabajo.

Gracias también a la tecnología el arte está perdiendo a sus creadores y al mismo tiempo a sus admiradores. ¿Qué escritor de literatura, compositor de orquesta, pintor, escultor o dramaturgo está actualmente activo, ocupando la atención mundial?

Sin lugar a duda, ya estamos viviendo una crisis muy significativa en la creatividad intelectual. Las bibliotecas, las librerías y las imprentas están desapareciendo junto con las escuelas y las universidades. La inteligencia artificial nos está ganando la batalla. ¡Se nos está haciendo tarde para ablandar habichuelas!

Debido al empuje de la tecnología nuestras facultades básicas se están disminuyendo.  Nuestra capacidad de atención, retención, razonamiento y memoria operan a muy bajo nivel. Personalmente yo reconozco que era capaz de citar decenas de números telefónicos de familiares, amigos y relacionados.

Ahora apenas puedo recordar el mío y el de mi esposa. No es que tenga mala memoria. Todavía puedo declamar “El Seminarista de los Ojos negros”, “El Brindis Bohemio” o los “Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada”, de Pablo Neruda, además de “Hay un país en el Mundo” de Pedro Mir. Alexa no ha podido aún arrebatarlos de mi mente, pero no estoy seguro de cuánto me durará.

A estas alturas de mi artículo, el amado lector estará concluyendo que soy un romántico cascarrabias opuesto totalmente al avance tecnológico. No. Soy un usuario entusiasta de la tecnología. Fui de los primeros en usar el internet, cuando comenzó en modo analógico con la aplicación Prodigy en Nueva York en los inicios de los noventa. Todavía desde ese entonces tengo mi cuenta activa de AOL (¡América On Line!). Soy usuario activo de YouTube (“youtuber”), Twitter (X), Facebook, WhatsApp, Instagram, Zoom, Team, entre otros.

Celebro la tecnología. La aprovecho con todas sus ventajas posibles.  A lo que me opongo es a que la tecnología me cosifique o bloquee mis capacidades naturales como ser humano. La tecnología y yo siempre estaremos en paz en tanto que ella no se me sobreponga y me desplace como ser humano, controlándome a mí en vez de yo controlarla a ella. Alexa o “Hi, Google” son recursos a mi disposición, pero yo no estoy a disposición de ellos. No permito que me sustituyan en tareas que yo puedo hacer por mi mismo, sin su ayuda. No quiero ser una simple marioneta de la inteligencia artificial.

En definitiva, ahora estamos en la era tecnológica como antes estuvimos en el romanticismo, el barroco, el renacimiento o en la revolución industrial. Cuando la ola de la fiebre tecnología llegue a su pico, la humanidad volverá a un reinicio y retomaremos los valores y características que nos definen como raza humana. Yo no esperaré hasta ese entonces.

Peleo por mis valores ahora. Lo malo no es la tecnología; malo es el uso inconsciente y desmesurado de la misma y dejar que ella nos use a nosotros.

Por razones de espacio, continuaremos con este tema en próximas ediciones. Señalaremos otros aspectos cuestionables del avance incontrolado de los recursos tecnológicos y sobre todo daremos pautas de las medidas que debemos adoptar para utilizar adecuadamente los recursos que el avance tecnológico pone a disposición nuestra sin poner en peligro nuestra integridad como ser humano.

jpm-am

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Frankie
Frankie
3 meses hace

lo triste del caso es q la juventud ya no piensa y su memoria se le está esfumando

Un dominic
Un dominic
3 meses hace

100% de acuerdo a este artí****….el diablo se va a llevar media población a la ruina.

HUGO
HUGO
3 meses hace

como siempre, agradezco sinceramente a todas las personas que tomar parte de su tiempo para leer y comentar este arti****. por favor, si lo considera adecuado, compartalo con sus contactos. es una manera de educar.

Carlos
Carlos
3 meses hace

excelente trabajo hugo.me gustaría que en la próxima entrega abordara el tema de los impuestos ya que esa máquina no pagan impuestos que pasará con el seguro social

HUGO
HUGO
Responder a  Carlos
3 meses hace

gracias por tu comentario, carlos. me parece muy atinada tu observacion.