Leonel, Henry Kissinger y la pizza
Creo que dos aspectos enlazan a la sociedad norteamericana con la política. En cualquier convenio, ya sea político, social o económico, los norteamericanos aplican lo que yo he definido como la “teoría de la pizza”: cada recibe un slice o el pedazo que le corresponde. Es decir, en los acuerdos demarcan las fronteras y no es permitido pasar de una franja hacia otra.
El segundo aspecto me surgió mientras leía las memorias del ex Secretario de Estado, Henry Kissinger que definía a la política como “una ciencia de posibilidades”.
A pesar de que las comparaciones son cojas, me permito decir que mi llamada “teoría de la pizza”, quizás, no funciona en los enredos políticos de República Dominicana; sin embargo, aquellos juicios extraídos de las vivencias de Kissinger, me facilitan interpretar algunos conflictos internos del Partido de la Liberación Dominicana y algo, posiblemente visto, muy lejano: una nueva candidatura de Leonel Fernández para la presidencia de la nación.
De plano ya los que se atribuyen ser los más connotados “analistas” y hasta se hacen llamar “politólogos”, como dioses sagrados, dieron sus inapelables veredictos: unos apegados a sus respectivas parcelas y otros en espera de ser parte de la burocracia local. Así, es son los juicios en la aldea política dominicana. Nadie da un puntazo sin tejer su propio lienzo.
En estos ajetreos de amarrar y sacar tajadas, nadie supera a la gran mayoría de escritores e intelectuales de la isla. Esta legión de ingratos son semejantes a los gusanos de seda. Sólo hacen sus tejidos en primavera. ¡Pena del gobernante que caída en desgracia después haberle tendido la mano a estos trepadores! Nadie como Leonel Fernández ha saboreado lo que es haber sacado de la pobreza a cientos de escritores e intelectuales dominicanos, durante sus tres gobiernos.
Cuando el ex presidente Leonel Fernández estuvo como postulante por primera vez, dicha pizza estaba en otra mesa. Y la teoría de Kissinger tenía el petillo puesto. No había la remota posibilidad de un slice de pizza.
Durante todos sus gobiernos, Leonel ha tenido en la mesa a la pizza completa; y sin sonrojarse, se ha hecho dueño del circo, la escena y sus actores. ¡Si vuelve gobernar tendrá aprender que Roma no paga los traidores! No obstante, él ha superado al doctor Balaguer hasta exhibir, lo alguna vez he llamado, su deslumbre maquiavelismo providencial.
Ya consolidado como presidente del partido gobernante, Leonel le entrega un slice a su favorecido, el presidente Danilo Medina; éste tiene que compartir ese mismo slice, justamente con la vicepresidente Margarita Cedeño de Fernández; esposa del hombre que es indiscutiblemente dueño de la pizzería completa. Ah! esto me recuerda aquellas lecturas del Segundo Congreso del Partido Comunista Ruso, cuando surgen dos partidos: menchevique(minoría) y bolchevique (mayoría); allí, a medianoche, Vladimir Lenin fue tajante: “Aquí el partido y yo somos la razón”.
Leonel es el PLD y la razón de que PLD siga gobernado. ¡Así de simple! Y uno se pregunta, ¿cómo es posible que a dichos “politólogos” se les ocurra descartar a un líder que tiene bajo su control absoluto al principal partido de la nación? Y algo más: tiene en sus bolsillos la mitad del gobierno. El presidente Danilo Medina para comer un slice tiene que mirarle la cara primero a Margarita Cedeño y luego al ingerir Coca-Cola da un vistazo al hombre que nuevamente ya puso calentar su horno morado.
Y si agrego aquello del caudillo romano, Cayo Julio César cuando dijo que política es tres cosas: Dinero, dinero y más; asunto este que confirma a Leonel, dispuesto a pagar a precio de vaca muerta a sus adversarios y luego les entrega un pecaminoso slice de pizza. He aquí como dichos detractores quedan varados a largo del camino; y a esos “politólogos”, graduados por ahí, apuntan al fantasma de la ventana.
A unos y otros, Leonel les aplica la teoría de Kissinger y por supuesto, tiene muchas posibilidades para seguir nuevamente, un largo y desafiante, reparto de pizza.