Las vías del desarrollo

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El autor es ingeniero civil. Reside en Higuey

POR IVAN CASTRO

Luego de las gestas de la Restauración, entre 1863 y 1865, el país tuvo la visión del desarrollo y uso del ferrocarril, aunque solo se construyeron dos, ambos en la parte norte del país. Con el tiempo la visión política de la época, impulsada por la aparición de los vehículos de motor y la creciente construcción de proyectos carreteros, fue cambiando y estos proyectos ferrocarrileros finalmente desaparecieron a mediados del siglo XX, en mi opinión, debido a la limitación de no haberles conectado con todas las regiones del país, lo que les volvió disfuncionales delante de los vehículos de motor que si podían llegar a cualquier punto de la nación.

Si tomamos el ejemplo de lo que el ferrocarril significó para el desarrollo de grandes naciones como Estado Unidos de Norte América, como país en vía de desarrollo, la nación dominicana, debería volver a los orígenes del ferrocarril, en lo que a infraestructura de comunicación en masa se refiere y desarrollar un sistema ferroviario nacional.

Si bien es cierto que hemos avanzado en nuestra infraestructura vial, no menos cierto es que luego de contar con un tren que unía una parte del país, hemos pasado a depender de las rutas que promueven la forma de transporte individual la cual limita y encarece muchas actividades del quehacer nacional, que de existir un servicio ferrocarrilero eficiente, podrían realizarse de manera más efectiva, segura y económica. Potencializando, así, todas las aristas que sostienen y desarrollan una sociedad moderna.

Países como la India, o Sudáfrica, sociedades inicialmente pobres y rudimentarias, en donde el ferrocarril fue llevado en épocas coloniales de naciones europeas como Inglaterra, Portugal, Francia y España; ha permanecido hasta nuestros días, la visión de su constante desarrollo basado en la importancia de lo que un transporte masivo, tanto de pasajeros, como de mercancías e interconectado con gran parte los puntos geográficos de esas naciones, representa.

El concentrar megaproyectos de transportes masivos alrededor de la ciudad capital, sin dejar de reconocer que esas obras mejoran la calidad de vida de los ciudadanos de Santo Domingo, no dejan de ser limitadas para el acceso al desarrollo intelectual, comercial y social de miles de dominicanos que viven lejos de esa gran urbe, a los cuales, los beneficios de esos sistemas citadinos, no se traducen en nada palpable, pero que al final deberán costear a través de sus aportes fiscales.

Por su parte, un tren interregional que comunique a los principales pueblos productores del país bajo un plan de nación, que sea desarrollado por los dominicanos; sin importar quien esté en el poder del gobierno de turno; potenciaría todos los aspectos que mueven el desarrollo del país:

-La economía: una vez puesto en funcionamiento incentivaría el trasiego de servicios y productos desde las zonas productivas hasta las zonas consumidoras. Mientras que a lo largo de su ejecución, se podría usar mano de obra local de todos los niveles, para los procesos constructivos propios de este tipo de proyectos, lo que aportaría un gran impulso multi dinámico al sistema productivo nacional.

-La educación: al permitir que el alimento del conocimiento no sea limitado por la falta de un servicio de transporte eficiente, seguro y económico que pueda funcionar a cualquier hora, momento, desde y hacia casi cualquier rincón del país.

-El turismo: al quitar la barrera de la falta de acceso fácil, rápido, seguro, eficiente y económico, crecería tanto el turismo local, como el que llega desde otras regiones del mundo, pues usted podría dormir en Bávaro y pasar el día en Bahías de Las Águilas; o hacer un recorrido por la línea fronteriza, deteniéndose a comprar, en un mismo día, en los mercados binacionales, sin importar de cuál región del país usted sea, o se esté hospedando.

El medioambiente: El transporte masivo y eficiente, además de quitar las limitaciones que actualmente hay entre el lugar donde usted vive y el lugar donde usted labora, reduciría las emisiones de CO2 que en la actualidad producen los servicios convencionales e individualistas de transporte a nivel nacional, reduciría la dependencia de los derivados del petróleo para el transporte y a la vez permitiría el uso de suelos productivos que hoy su desarrollo resulta incosteables debido a la falta de acceso, lo que a su vez se traduciría en una disminución del monocultivo que tanto daño produce a los suelos.

– La canasta familiar: está saldría beneficiada, debido a que un tomate producido en Constanza, podría ser cosechado en la mañana y estar en la mesa de un ciudadano de Bahoruco, en la tarde, por una fracción del costo de transporte convencional.

-La mejora de la salud: un tratamiento de cualquier enfermo de Montecristi puede realizarse en Bávaro, sin tener que preocuparse por grandes costos de transporte o alojamientos.

-Por último, y sin limitarnos a ellos, la seguridad de las vías de comunicación se mejoraría al minimizar los accidentes de tránsito que desbordan los titulares, los costos médicos y las familias mutiladas o muertas debido a este flagelo que espera acechar a todos en nuestras carreteras.

Como gerente de proyectos y como ingeniero, entiendo que los proyectos de esta naturaleza pueden formar los cimientos del desarrollo a largo plazo y la estabilidad de las naciones en el corto y mediano plazo, debido a que si bien es cierto que no asegura que toda su población saldrá de la pobreza, les ofrece, sin embargo, oportunidades ilimitadas de subsistir manteniendo parámetros por encima de la media de sus naciones homólogas de su región, durante décadas o siglos, como bien demuestra la experiencia de las naciones antes citadas.

   castrodejesusivan@gmail.com

JPM

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