Las pretensiones haitianas siempre han estado claras

En uno de esos artículos del activista haitiano Edwin M. Paraison publicados regularmente en la prensa nacional para de todas las formas que se le ocurran enlodarnos, escribe de forma tal que pareciera que el presidente Danilo Medina hiciera una especie de “mea culpa” cuando en su reciente intervención en la Asamblea General de la ONU en Nueva York declara la existencia de “un par de capítulos dolorosos” en la historia de los dos países exhortando a que “no se limitara la identidad nacional a los mismos. Por lo contrario, inspirarse de los demás capítulos que permitan definir una identidad más completa, más rica y más humana para construir el futuro”. A lo que el mandatario haitiano Martelly, en un gesto de “perdona vida” manifestó “Haber convenido en el dialogo por el bienestar de los dos pueblos y la paz en la región del Caribe”. ¿Qué otra opción que no sea el diálogo tienen los haitianos? ¿La guerra? Esto no se toma como una amenaza, solamente porque es sabido que Haití no solo no tiene capacidad para hacer una guerra contra nosotros ni contra nadie, sino porque ni siquiera puede tomar la decisión ya que es un “país” intervenido, sin ejército; en consecuencia la paz en el Caribe está garantizada. A seguidas el articulista haitiano nos quiere bajar al nivel de estado fallido, al que ellos pertenecen, cuando compara la cantidad de indocumentados que tiene Haití con los que supuestamente tenemos nosotros. Decir esto de nosotros no tiene otra motivación que degradarnos, ¿pues acaso queremos nosotros ser ciudadanos haitianos y no podemos por falta de documentos? Obviamente que no. A lo que tenemos que ponerle atención de lo tratado en el artículo de marras no es a estas vacuencias, que expresan el resentimiento ancestral de los haitianos hacia nosotros, sino al vaticinio del fracaso del Plan de Regulación cuando dice que “Hay una seria preocupación por la eventualidad de apatridia masiva sin precedentes en las Américas. Podría ser el resultado, al concluir el Plan de Regulación (PNRE) el próximo año, por la exclusión por la ley 169-14 del derecho a la nacionalidad de los dominicanos indocumentados de origen haitiano”. Ya que no les serán otorgados los documentos necesarios a sus nacionales para su regulación pues dice que Haití no puede otorgar la nacionalidad ipso facto por el jus sanguini a una persona que no demuestre legalmente su ascendencia haitiana. Dice también, que la mayoría de los afectados no podrán probar su lazo sanguíneo con Haití. Por consiguiente, la eventualidad “de la apatria es más que evidente”. Esta opinión del señor Paraison no es aislada es generalizada en Haití, es la opinión del gobierno haitiano. El decreto 327-13 que instituye el Plan Nacional de Extranjeros en situación migratoria irregular en la República Dominicana no se refiere a los extranjeros nacidos en el país, que tienen un trato diferente por la ley de naturalización, sino a los haitianos nacidos en Haití, que llegan de forma ilegal al país, o sea que son haitianos por nacimiento y por el jus sanguini, diríamos haitianos “por todas partes”. Si las autoridades haitianas no los documentan sin duda serán apátridas, pero apátridas creados por ellos mismos. Advertí en una opinión publicada con el título “Haití no quiere plan de regulación” (www.almomento.net/m.articulo.php?id=166109) a raíz de la puesta en vigencia del Plan Nacional de Regulación, que para el gobierno haitiano, grandes potencias, organizaciones internacionales, ONGs, y socios dominicanos dicho plan no era una solución. Y agregaba: El objetivo del gobierno haitiano desde el principio de esta crisis, creada por la sentencia número 168/13, es que nuestras autoridades le otorguen la nacionalidad dominicana a sus ciudadanos ya que “más de un millón de apátridas de origen haitiano se encuentran en el país sin los derechos fundamentales reconocidos en la constitución y en los pactos internacionales”. O sea, que los sin patria no son haitianos sino dominicanos y si no son haitianos no tiene que darles documentos. Para terminar esta opinión quiero citar al periodista José Báez Guerrero cuando dice que Las Bahamas acaba de pegar el grito al cielo en la Naciones Unidas. “La causa del lamento es su minoría étnica de casi 90,000 haitianos, casi todos inmigrantes ilegales, su canciller dijo que esos haitianos constituyen una receta para una guerra civil sino son controlados y que regularlos es central para su supervivencia como país”. Si un país tan privilegiado como Las Bahamas que tiene un ingreso alrededor de cuatro veces mayor al nuestro y manifiesta tan claramente lo que para ellos representa el peligro haitiano, nos preguntamos como lo hace el periodista Báez Guerrero casi angustiado “¿Qué será de nosotros?”. tommymejiapou@hotmail.com

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