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Bueno, y ahora que dirán los políticos del patio, me imagino que después de observar el proceso eleccionario, en uno de los niveles del Congreso norteamericano en las primarias Demócrata del pasado martes 28, cambiaran el discurso y dejaran el acoso, que desde el pasado 15 de mayo mantienen contra la Junta Central Electoral (JCE) y su pleno dirigente.
Para que vean que aquí en la nación súper desarrollada, sí aquí, USA, aunque usted no lo crea, las votaciones en la primaria Demócrata, debieron iniciar a las 6 de la mañana y comenzaron pasada las 8 am, las máquinas de votación, se dañaron y continuaron las votaciones, de manera normal.
De la misma forma, se hicieron cambios de recintos de votaciones el mismo día del proceso electoral sin informárselo a los votantes, y nuestro nacionales, interesados en que un dominicano nos represente en el Congreso Federal, indagaron donde habían sido trasladados, fueron, votaron por sus candidatos, y todo continuo normal.
Todo esto sucedió en las primarias del Partido Demócrata. Me imagino que dirán, “esas fueron unas elecciones internas de una de las organizaciones políticas del sistema, no generales”. Los que pensaron de esta manera, tienen poco conocimiento del proceso electoral norteamericano, pues este se rige de la misma forma, y le dan la misma importancia que a las elecciones generales.
Y cualquier inconveniente o delito electoral, por mínimos que sea, y que tenga la intención de hacer variar la voluntad de los votantes, aunque sea en unas elecciones primarias, es investigado por el fiscal estatal o el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, y llevado a la justicia para su correspondiente castigo. Por ende, los inconvenientes sucedidos son parte normal del proceso.
Esto es un ejemplo para las organizaciones políticas dominicanas, para que vean que los inconvenientes electorales fortuitos y exiguos que sucedieron en las elecciones dominicanas recién pasados, también ocurren en las naciones más desarrolladas del planeta, y nadie dudo de los resultados, tampoco se le ocurre decir, pero mucho menos, echarle la culpa de su derrota a los organizadores del proceso.