Las consecuencias políticas del coronavirus

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El autor es político. Reside en Raleigh, Estados Unidos.

Recordamos que, en el 2019, entre el 12 y el 27 de diciembre, se reportaron los primeros casos de una extraña afección respiratoria en la República Popular China; específicamente en la provincia de Wuhan, las autoridades sanitarias anunciaron casos de una grave y desconocida neumonía que podía amenazar la vida del paciente.

De inmediato los científicos fueron tras los orígenes y las características de la nueva enfermedad, y sus estudios revelaron que es un nuevo coronavirus de la familia de los SARS, al cual, en este caso se le denominó SARS-Cov-2; más tarde, el mundo lo conocería con su nombre de pandemia como Covid-19.

Las autoridades chinas alertaron a la OMS (Organización Mundial para la Salud) y ésta a todos los países del mundo conocido. Las reacciones no se hicieron esperar; los países cercanos a China, un ejemplo notable fue Corea del Sur, tomaron medidas de protección extremas; y casi todos lograron contener la amenaza en parámetros mínimos.

No así sucedió con países más alejados y poderosos; las consecuencias pagadas por el descuido y el menosprecio a las advertencias, han sido devastadoras. La primera economía del mundo, EEUU, tuvo la necesidad de un cierre de fronteras que duró 20 meses, desde marzo del 2020, hasta que fue levantado recientemente.

Y lo mismo ha sucedido con la mayoría de los países industrializados en todas las partes del globo. Pese a todas las medidas restrictivas, las consecuencias en los índices de morbilidad y en el colapso de los sistemas sanitarios han sido inimaginables; los países desarrollados, han tenido peores resultados que los países pobres.

La tabla estadística de morbilidad la encabeza EEUU, con casi 800 mil víctimas al día de hoy; y le siguen Brasil, La India, Méjico y Rusia, con cantidades que sobrepasan el medio millón y más del cuarto millón de defunciones. Los colapsos de los sistemas sanitarios, han sido dramáticos; siendo señeros los casos de Italia y España.

La política ha cosechado sus resultados de los embates de esta pandemia; uno de ellos fue el fallido intento de reelección del presidente Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales norteamericanas; y así, el Covid-19 ha repartido responsabilidades a través del mundo político con reveses, básicamente para todo el que representa el poder, sin importar que sea de izquierda o de derecha.

El encierro de las masas populares, respondiendo a las restricciones sanitarias, predispone a estas en contra de quien ejerce el poder; lo que se manifiesta en una deuda a cobrar, cuando se presentan las justas electorales. Los casos están ahí, registrados en las crónicas de los diarios; se puede afirmar sin temor a equivocación, que ya el covi-19 ha diagramado su mapa político.

Hasta ahora, las masas electorales cobran las restricciones y los descuidos sanitarios; dentro de poco cobrarán las consecuencias económicas provocadas por la pandemia, y en todos los casos, la culpa recaerá en quien ejerza el poder.

En lo inmediato, los expertos deben aplicarse en trazar los nuevos mapas de hambre y pobreza, comenzando con las causas de los desabastecimientos y la falta de producción de productos comestibles y de primera necesidad.

Los mercados financieros globales, y sus compras y ventas virtuales a futuro, no muestran un papel preponderante en esta grave crisis de la humanidad; su indolencia se ha manifestado incluso en la comercialización de los insumos sanitarios, necesarios para los que desfilan en los hospitales hacia la muerte.

Quienes tengan en sus manos, la lámpara de la esperanza en esta situación de nuestro mundo, por favor que la enciendan para ver si vislumbramos la salida de este tenebroso túnel.

JPM

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