Laboratorios de campañas sucias 

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EL AUTOR es periodista. Reside en Salcedo.

Con asombro, pero con los pies sobre la tierra, observo el derrotero por el que poco a poco nos encarrilamos como provincia en términos politiqueros, y no político.

La falta de ETICA, la cual de acuerdo a lo establecido en el Real Diccionario de la Lengua, esta se define, como el «Conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una sociedad».

Sin embargo, y es ahí lo penoso, observamos a una clase política que lejos, pero muy lejos de enarbolar la ética como principio para el desarrollo integral de los pueblos, estos más bien, tienen como punta de lanzas a mandaderos mediáticos, los cuales a cualquier precio trabajan en pos de la destrucción de aquellos que no comulguen con sus ideas, sean estos políticos con aspiraciones electorales o no, o comunicador o periodista que de manera responsable ataquen los males que pululan por los alrededores.

Para llevar a cabo esos macabros planes, algunos de los que se hacen llamar políticos, se esconden detrás de una falsa amistad o diplomacia, mientras que otros, y utilizando para ellos las redes sociales, en su gran mayoría, panfletos o pasquines, buscan vulgares mandaderos para que realicen el trabajo sucio que tiene como propósito tal y como lo dijéramos en líneas anteriores, dañar honras y de paso sacar del escenario  a través del descredito muchas veces infundado, a quien se entienda le hace sombras a sus aspiraciones de llegar o de quedarse en el puesto.

Los laboratorios de maldad que para los tiempos electorales funcionan a nuestro alrededor, me temo que ya están diseñados, es más, algunos de estos hasta con presupuestos para sus malsanas operaciones, cuyas nominas según nuestras sospechas son pagaderas en estamentos, no necesariamente del gobierno central, porque hasta sectores oposicionistas los hay que se han montado en este malsano vicio, el cual no deja más que destrucción de viejas amistades y rencores y heridas muy difíciles de cerrar.

De verdad que me da mucha pena cuando de manera reflexiva voy descubriendo de cómo algunos que antes creían «serios» los veo metido al festival de los corifeos, en donde obligado y seducido por actitudes clientelares  venden su conciencia y hasta traicionan viejas amistades, solo porque «su pluma» tiene un precio, y como tal, estos deben tocar la música que su patrón les indique, no importa cuán desafinado suene siempre y cuando se logre el objetivo de dañar la imagen del oponente a sus intereses.

En nuestra provincia Hermanas Mirabal y si se quiere en muchas de las demás ciudades del territorio nacional, urge la necesidad de que los principales actores firmen un PACTO ÉTICO, regenteado por sectores eclesiales y empresariales, en donde de manera paralela además, funcione un Comité de Vigilancia, con carácter supremo y libre de sensacionalismo para que cada vez que surjan este tipo de bajeza, que repito ya comienzan a verse, las mismas sean denunciadas y sus ejecutantes queden al desnudo pero que a su vez estos puedan ser pasible de acciones legales.

Entendemos, que si no les buscamos un » bajadero » al asunto, los resultados como producto de una violencia que crece cada día y en cada rincón del hemisferio, serian nefasta y todos, sin distinción ideológica saldríamos perjudicados.

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