La verdad es verdad
Hablando con una profesora de Matemáticas, quedé sorprendido, porque ella habló de que la verdad es relativa, «su verdad sobre un asunto, no tiene que ser mi verdad». El observador de las cosas, es quien determina la verdad en la relatividad, según Albert Einstein, físico alemán, hablando sobre la teoría relacionada con el espacio y el tiempo. Mas, no necesariamente aplicable a una verdad conceptual, filosófica o espiritual. Una teoría puede ser falsa o verdadera.
La Matemática como ciencia pura, no permite la relatividad, de igual manera la palabra de Dios, como valor absoluto, no es relativa, sino absoluta. De ahí que, hay que definir los campos determinados por Dios, y el mundo. Todo lo que procede de la mente humana es terrenal, pero todo lo que procede de Dios es de arriba, de Dios, por lo que el hombre sólo tiene una opción obedecer.
Los creyentes en Dios, debemos recordar continuamente las palabras del Espíritu Santo, a través del apóstol Pablo: «Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo» Col. 2:8.
El mundo se dirige conforme a los deseos e intereses, los cuales dominan al ser humano. saber distinguir las procedencias de estos deseos, es importante. O, son precedentes del mundo, o los son, de Dios. Es decir, que todo pensamiento del hombre, está encerrado en estas dos fuentes, como está escrito. «Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu». Rom. 8:5.
Todos los pensamientos de los hombres que difieren de Dios, tienen a otro como fuente quien es el dios de este siglo, «en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» 2 Cor. 4.4.
El apóstol Juan, un hombre fiel seguidor de Cristo, quien fue encarcelado y exiliado por su Señor, declaró con claridad lo siguiente: «Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno» I Jn. 5:19. Pero ya había escrito: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vana gloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» I Jn. 5:15- 17.
De igual manera, Santiago, apóstol de Jesucristo, da definiciones concretas sobre la realidad de la relación con el mundo y con Dios; o, somos amigos de Dios o, enemigos de él.» ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios» Stgo. 4:4.
Mencionar palabras que contienen conceptos de conductas, nos pueden aclarar lo que venimos diciendo. De Dios proceden: Amor, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, misericordia, justicia, mansedumbre, templanza, honestidad, sinceridad, integridad, fidelidad, pureza, entre otras; mientras, que de Satanás, proceden: Idolatría, hechicerías, enemistades, fornicación, adulterio, borracheras, robos, avaricia, envidia, codicia, mentiras, homicidios, engaños, entre otras.
Jesucristo, el Hijo de Dios, se definió como la Verdad que lleva al Padre, e indicó que la palabra de Dios es la Verdad, y de igual manera, lo hizo con el Espíritu Santo, indicando que es Espíritu de Verdad. Por consiguiente el que quiera tener, hablar y vivir conforme a la verdad, debe creerle a Cristo y obedecer sus palabras, él dijo a los que habían creído: «Si alguno permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» Jn. 8:31, 32.
Ante esta verdad, no hay oportunidad para la relatividad. Un concepto, una filosofía, teoría, creencia y tradición procede de Dios, o del mundo, el cual domina el maligno. Por eso, hay que tener sumo cuidado con nuestros pensamientos y con lo que hablamos, porque nuestro corazón es la fuente desde donde emanan. ¿Está Dios en su corazón, amigo? ¿Quién domina en su corazón? Según a quien tenga en su corazón, hablará su boca y escribirá su mano.
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