La tiranía de la minoría

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EL AUTOR es estudiante universitario. Reside en España.

Por JULIO ALBERTO MARTINEZ

Ante la situación que atraviesa el Partido de la Liberación Dominicana, fruto de la decisión que tomó el Comité Político, el pasado 19 de abril, de someter un proyecto de modificación a la Constitución para permitir la repostulación del presidente Danilo Medina, me he visto en la obligación de releer “Los Partidos Políticos” de quien es considerado el padre de la ciencia política francesa, Maurice Duverger, para aclarar algunos conceptos.

Cuando el PLD evolucionó de ser un mero proyecto de partido, el 15 de diciembre de 1973, a convertirse en una auténtica organización política en la conferencia Salvador Allende, adoptó en sus bases políticas y orgánicas, emulando a los partidos comunistas, el centralismo democrático, como método científico para la toma de decisiones.

Duverger, analizando la estructura de los partidos políticos, plantea que existen dos tipos de centralismo; el centralismo democrático y el centralismo autocrático. El primero no es más que la toma de decisiones del órgano jerárquico de una organización, del centro, en función del punto de vista de las bases del partido, para procurar una decisión legitima.

Una vez tomada la decisión, los organismos del partido deben acatarla y ponerla en ejecución de manera rigurosa y disciplinada. El centralismo autocrático no se decanta por la deliberación para la toma de decisiones, sino, por la  imposición ciega de la voluntad de la máxima autoridad del partido, característica de los partidos fascistas.

De los 35 miembros que componen el Comité Político del PLD, 32 votaron; 23 a favor y 9 en contra. Equivalente al 72%, secundado por 433 miembros del Comité Central, de una matrícula de 607, lo que significa que el 71% de ese organismo respalda al actual mandatario. De manera deliberada, a través de una discusión libre, tomando en cuenta las aspiraciones de las bases del partido, el Comité Político tomó la decisión de someter un proyecto de modificación a la constitución para que el actual presidente pudiera optar por una repostulación.

En caso de ser aprobado en el Congreso, y el actual mandatario resulte electo, nunca más podrá volver a presentarse a la presidencia de la República, permitiendo la renovación del liderazgo político.

¿Qué deben hacer los dirigentes del PLD? Velar por la aplicación de las decisiones que emanen de su Comité Político. Lo contrario, lo que está sucediendo actualmente, es una tiranía de la minoría, la antítesis de la teoría del filósofo inglés John Locke. Es decir; una minoría que no le reconoce el derecho de la mayoría, y aspira a prevalecer, desconociendo las reglas mayoritarias del voto, imponiendo su voluntad de manera arbitraria, a pesar de las consecuencias políticas previsibles que tan torpe decisión acarrearía para el Leonelismo.

Es irónico ver como ese sector del PLD que, hoy se presenta como baluarte de la ética, la moral y la defensa de la Constitución, a lo largo de la historia, ha variado su discurso en función de cómo soplan los vientos.

Es ilustrativo recordar a un destacado historiador, Frank Moya Pons, cito: “Fernández, logró negociar con algunos líderes Balagueristas en el Congreso Nacional para aprobar diversas leyes necesarias y hasta logró su apoyo para modificar la constitución a fin de permitirle postularse para su relección en el año 2000. A última hora, Fernández resistió la tentación y la modificación constitucional no tuvo lugar”. (Frank Moya Pons, Manual de la Historia Dominicana, 15ta edición ampliada, 586).

¿Qué motivó a Leonel Fernández a desistir de su proyecto reeleccionista en su primer periodo de gobierno? En honor a la verdad, no lo sé, cuando culminó su primer mandato apenas yo tenía 12 años de edad. No obstante, es edificante para conocer ese periodo de la historia, leer un artículo del periodista César Medina publicado en el periódico Listín Diario, el 22 de abril de este año, titulado “Choque de trenes, en la tensa reunión del CP”. Cito: “Danilo le replicó que en aquella ocasión, él, Leonel, no lo hizo porque el PLD no tenía arraigo popular, con un solo senador e ínfima representación en la Cámara de Diputados, jamás por vocación institucionalista”.

Para las elecciones del 2004, a la sazón, el ex presidente Fernández, era un abanderado del modelo norteamericano. En una entrevista concedida a César Medina, dijo lo siguiente, cito: “El que en ocho años no haya podido realizar una obra efectiva de gobierno, ya”.

Sin embargo, a tan solo dos años se ser electo como presidente, emitió el decreto No.323-6, formando una Comisión para la Reforma Constitucional. A pesar de algunas propuestas de avanzada que arrojo la comisión, el objetivo central era modificar la Constitución y eliminar el nunca jamás de la Constitución anterior que solo le permitía una repostulación y lo imposibilitaba para volver a optar a la presidencia de la República.

Ese fue el combustible que prendió la Reforma Constitucional del año 2010. Posterior al pacto de las corbatas azules, toma partido por el modelo brasileño que consiste en dos periodos consecutivos, una prohibición de por medio y luego el derecho de retornar al solio presidencial. Hay un refrán muy popular que reza “dime de que alardes y te diré lo que careces”. Esas virtudes que alarde ese sector, desde el ejercicio del poder, han demostrado carecerlas.

Para ingresar a una organización política no hay que entregar su cabeza, como todos los que habían cruzado la puerta en el famoso cuento “La mancha indeleble” del profesor Juan Bosch. En mi caso particular, no estoy de acuerdo con la reelección del presidente Danilo Medina porque entiendo que, lo más conveniente para el PLD es que ambos liderazgos, apoyen un proyecto político alterno para fortalecer el partido y la alternabilidad en el poder ejecutivo que tanto necesita nuestra democracia. Empero, como miembro de esa organización, por madurez política, disciplina y abanderado del centralismo democrático, acato la decisión emanada del comité político.

martinezjulioalberto@gmail.com

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