La Patria en su parto de mayo del 2016

En la época en que vivimos la tiranía tiene otro ropaje y se presenta con variados sombreros de acuerdo al espacio territorial en que surja y la idiosincrasia del pueblo que mal le toque vivirla, por lo que se deprende la definición dada en algunos textos donde se indica que para los tiempos modernos la tiranía se identifica con un uso abusivo y cruel del poder político que se ha usurpado. También se señala que entre los antiguos griegos, sin embargo, el término no estaba tan cargado de connotaciones peyorativas y a menudo tenía mucho que ver con la demagogia y el populismo que embriaga a los ciudadanos y los convierte en marionetas políticas por lo que se recuerda la famosa frase de que “Los tiranos los hacen los pueblos”. Buenaventura Báez, Ulises Heureaux, Ramón Cáceres, Pedro Santana, Rafael Leónidas Trujillo y Eladio Victoria, son los irreverentes ciudadanos dominicanos que haciendo uso de diferentes artimañas políticas y militares, con el auxilio de naciones extranjeras, mancharon las historia de nuestra nación con acciones descabelladas, ambiciosas por demás, que como siempre sometían a su voluntad el desarrollo de las actividades nacionales. Cada uno toco la flauta de la sumisión a su manera pero que al final de sus días siempre aparecieron quienes se casaran con la gloria y lo desalojaron del poder de una manera u otra. Algunos de esos tiranos desarrollaron acciones aparentemente progresista pero que respondían a su estrategia populista y comercial para beneficiar sus arcas personales o las de sus secuaces de turno que los acompañaban a la infecunda tarea dictatorial. Revisión y reforma de la Constitución y actualizar las leyes que regían la administración pública, estimulación de la inmigración de extranjeros, incrementación del apoyo a la educación, ratificar lo establecido en el Modus Vivendi como una forma de poder pagar la deuda externa y preservar la independencia, proposición de un sistema de votación indirecta, propuesta de anexión del país a naciones extranjera. También una amplia red de espías, informantes y policías secretos, con el fin de prevenir rebeliones, asesinaro forzar el exilio de políticos negados a cooperar con su gobierno, o sea, que era una mezcla de cosas buenas y malas de acuerdo a la necesidad del momento de la dictadura. De igual manera varios proyectos ambiciosos de modernización del país, incluyendo la electrificación de la ciudad de Santo Domingo, la construcción de un puente sobre el rio Ozama, el comienzo del servicio interno de ferrocarril, entre otras gestiones gubernamentales que se empañaron por la ambición de poder y de perpetuarse contra viento y marea. El terror y la represión que sembraron los tiranos como formula grotesca de mantener el control del gobierno hicieron que el pueblo dominicano se sumergiera en una aparente sumisión pero esto no amilanó a bien o mal llamados héroes a poner fin a cada uno de esos negros momentos de la historia de nuestro país. Lo que si aparecieron durante esas seis dictaduras y otras que pueden definirse como semi dictaduras, y continúan asomándose en los actuales momento de nuestra República Dominicana, es un masoquismo arraigado, que llena de desilusión en la búsqueda de la solución por la vía electoral de los grandes problemas que durante décadas han retrasado de manera contundente el desarrollo de un país rico muy mal administrado. Los dominicanos deberíamos de pensar en las gravedad y consecuencia de una tiranía disfrazada en pleno siglo XXI, cuando se tiene como malos ejemplos situaciones que se ha desarrollado en países hermanos que sufren los embates de crisis provocadas por gobernantes que han pasado de peones de grupo económico y muñecos de vitrina de hacedores de presidentes, a creerse rey o príncipe. Definitivamente, la gloria dominicana requiere de un nuevo esposo para que le reivindique y la ponga a tono con la necesidades de los nuevos tiempos y se tenga un país donde se posea un sistema eléctrico que no sea negocio de comisión para los gobernantes de turno, que la educación no sea plataforma para la reelección, donde la seguridad ciudadana sea garantizada por policías y militares que no pertenezcan a bandas de malhechores ni sean miembros del sicariato. De igual forma que los jóvenes no se vean impulsados a delinquir por la falta de oportunidades laborales, donde la especulación no sea apadrinada por el oficialismo, donde las obras gubernamentales sean construidas con criterio de permanencia y no de enriquecimiento rápido. Como no han prohibido soñar, podemos hacerlo con la eliminación de la gran mayoría de los males que nos afectan y solo queda decir, que San Ramón saque con bien a la Patria en su parto de mayo del 2016. .

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