La mujer y el hombre

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EL AUTOR es periodista.

 

Son tantos, tan repetidos, tan terribles y tan dolorosos los casos en que hombres abusan de las mujeres, que se hace necesario revisar todas las posibilidades para disminuir ese mal.

Numerosos especialistas en el globo terráqueo han hecho aportes tendentes a encontrar las causas y los causales de tal comportamiento machista. Y han planteado algunas soluciones que han ido a parar al zafacón de la historia.

En prácticamente todos los países de la tierra la mujer sigue recibiendo un trato desconsiderado, machista y anti-humano de parte del hombre.

Las cifras aportadas por gobiernos e instituciones en ese sentido aumentan cada día, pese a medidas preventivas o alas sanciones establecidas por algunas leyes.

Y ya no solo hombres borrachos o drogados cometen esos desafueros en contra de esposas, amantes o amigas consuetudinarias.

Ya hasta hombres “educados”, “estudiados”, “profesionales” y con funciones públicas o privadas importantes, cometen estos actos denigrantes del ser humano.

No hay día de Dios en que no aparezca en el diario digital o manual que un tipo borracho golpeó a su mujer porque no le guardó cena o porque le recriminó su estado de embriaguez.

Ni hay día en que un civil o un militar-policial no maltrate a su esposa o concubina, dándole una paliza, quemándola, acuchillándola o asesinándola con la excusa más baladí.

¿Es el hombre dueño de la mujer, de sus derechos, de su libertad, de su pensamiento, de su obrar diario? Claro que no.

¿El hombre que aporta recursos económicos para el mantenimiento de la casa tiene derecho también a ofender, maltratar, golpear, injuriar y difamar a la esposa o concubina?. Claro que no.

¿Por el hecho de aportar recursos para los alimentos, vestidos, estudios y la salud de los miembros de la familia, ese hombre puede hacer y deshacer destruyendo objetos y golpeando a todo el que se encuentre en casa? Claro que no.

¿De dónde procede ese carácter machista, ese ímpetu perverso, esa violencia del hombre contra la mujer? No lo sé.

Pero sí sé que solo hombres mediocres repiten tales acciones; que solo hombres enanos de mente cometen tales desafueros; que solo hombres sin escrúpulos pueden actuar de esa manera.

QUE HACER ?

Parece que tomando en cuenta las leyes vigentes, y las que deban aplicarse en nombre de ellas cuando no existan, ha llegado la hora de frenar un poco esta terrible situación social.

Al hombre abusador, mujeriego, alcohólico, droguista, malvado y guapetón, hay que aplicarle ya algunas medidas disciplinarias fuertes.

Como por ejemplo que el denunciado-y comprobado- autor de hechos violentos en contra de su pareja sea separado del puesto oficial o privado que ostente.

Que todo aquel que no mantenga hijos dentro o fuera del matrimonio sea encarcelado por un mes, por dos meses, por tres meses o hasta que “coja cabeza” de nuevo.

Que a todo hombre comprobadamente abusador se le retire el uso de la licencia de conducir; se le impida abrir cuentas bancarias y se le imponga impedimento de salida del país.

Que todo hombre que cause daños reciba periodos de cárcel en el mismo orden de importancia de los hechos cometidos.

Por ejemplo, si hirió, quemó o dejó inválida a su pareja, que le sean aplicados treinta años de reclusión y se le haga una cirugía para evitar que vuelva a tener relaciones sexuales. Hasta sin decírselo.

Que todo hombre que asesine a su esposa o concubina junto a los hijos, sea sentenciado a la pena máxima y echado a algunos de los “perros” que a veces hacen vida en las cárceles.

Hay que cerrarles todas las puertas legales a los hombres sin control de sí mismos, a los “patos machos” y abusadores, a los ricos y funcionarios  que abusan de empleadas y secretarias.

SANCIONES EJEMPLARES

A este mal hay que buscarle sanciones duras, largas y a veces hasta aparentemente fuera de las normas legales.

Igualito debería hacerse con militares, policías y funcionarios que se vean envueltos en este tipo de asunto, en asaltos o en el robo de fondos públicos.

Hay que dar ejemplos que avergüencen hasta los propios familiares de estos tipos cobardes, con sentencias emitidas por jueces valientes o por decisiones de ciudadanos  empoderados de la sociedad.

Pero hay que hacerle ver al hombre cobarde que nunca ha estado, ni está ni estará por encima de la mujer. Ni en esta ni en ninguna otra sociedad, por más atrasada que se encuentre.

Y  a la par de todo esto, comenzar ya, en este mismo 2017, a impartir en escuelas públicas y en colegios privados  que ningún hombre tiene derecho a maltratar, ofender, herir, difamar o asesinar a una mujer, sin importar la razón por la cual lo haga.

El hombre dominicano debe saber ya que la mujer es el tronco de la familia, es la compañera de y en todo, es la que cuidará de nosotros cuando enfermemos o cuando estemos ancianos y sin movilidad alguna.

JPM

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