La Liberación de la Mujer: El aporte teórico de Clara Zetkin, Alexandra Kollontai y Rosa Luxemburgo

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EL AUTOR.

Por Luis Ernesto Simo Maceo

Para los fines de esta conferencia acerca del aporte teórico de Alejandra Kollontai, Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo  a la estrategia de la liberación de la mujer, nos gustaría iniciar con algunas preguntas que nos parecen pertinentes: ¿Ha existido siempre la opresión de la mujer? ¿Y si no ha existido siempre, cuál era el papel de la mujer en esa sociedad donde no era oprimida? Y, como consecuencia lógica ¿Cuándo se inicia la opresión de la mujer? Y ¿Cuál debe ser el camino hacia su liberación?

Nos proponemos ver con ustedes la respuesta. Contaremos con el aporte teórico a la  historia y estrategia de la liberación de las mujeres, de la perspectiva del feminismo socialista de Alejandra Kollontai, Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo.

Con Alejandra Kollontai, veremos su aporte al conocimiento de la opresión femenina y sobre todo, sus realizaciones a favor de la mujer como Ministra (Comisaria) de Bienestar Social de la Unión Soviética. En el caso de Clara Zetkin, diputada del Partido Socialdemócrata Alemán, su activa participación en la creación de espacios políticos y sociales de la mujer en Alemania y, sobre todo, su iniciativa de declarar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora en el marco del Segundo Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas de Stuttgart, Alemania.

Y, en tercer lugar, hablaremos del relevante rol de Rosa Luxemburgo como dirigente política, miembro prominente de la dirección del Partido Socialdemócrata Alemán que sintetiza, con su martirio, la máxima expresión de la rebeldía y sacrificio en aras de la liberación de las mujeres y del socialismo. Este 2019 se cumplen 100 años de su asesinato.

Dar respuesta a la pregunta de si la opresión femenina ha existido siempre supone conocer los argumentos de la clase dominante patriarcal y machista “La objeción más frecuente…es la siguiente: es imposible cambiar algo en la situación de la mujer y sus condiciones de vida. Estas condiciones de opresión, están determinadas por las particularidades de su sexo”.

Si alguien pretende cuestionar esto, es probable que los argumentos sean estos: “La ausencia de los derechos de la mujer y su desigualdad con relación al hombre se explican por la historia, luego no puede ser eliminados. La dependencia de la mujer, su posición subordinada han existido toda la vida, luego no hay nada que cambiar. Nuestros antepasados vivieron así, y lo mismo ocurrirá con nuestros hijos y nietos…”

Tan pronto como nos hayamos enterado de las condiciones de vida de la mujer tal como existían varios miles de años a través de la antropología, se descubre la falsedad del argumento. La antropología estudia al ser humano de una forma integral tanto en sus aspectos animales como culturales y auxiliándose de las ciencias sociales y naturales. Explica, además, como han evolucionado las formaciones sociales y económicas. Y es ahí, en esta última parte, en el estudio de estas formaciones donde la antropología le hace una mala jugada al mito de la inferioridad de la mujer. Veamos:

Los estudios de los antropólogos Bachofen y Morgan demuestran que la opresión social de la mujer coincide con la aparición de la propiedad privada. La contradicción en el seno de la familia, entre el hombre y la mujer en cuanto a poseedor y la mujer en cuanto a no-poseedora constituye la base de la dependencia económica y de la pérdida de derechos del sexo femenino. Según Engels, en esta última situación, radica una de las primeras y más antiguas formas de dominio clasista.

En consecuencia, la situación de dependencia de la mujer no se explica por sus cualidades naturales sino por el carácter del trabajo que les fue atribuido en una sociedad dada. Podríamos decir con August Bebel, autor del libro La Mujer y el Socialismo que existe una correspondencia particularmente estrecha y orgánica entre la participación de la mujer en la producción y su situación en la sociedad.(itálicas  mías, LS)

Los relatos históricos nos cuentan que en aquellos lugares donde se practicaba la agricultura, la mujer  gozaba no solamente de una plena igualdad de derechos, sino que ocupaba incluso a veces una posición dominante. En cambio, entre los criadores de animales nómadas, la situación subordinada, dependiente y oprimida de la mujer se acentuaba a ojos vista.

Otro detalle no menos importante: a causa de su maternidad, la mujer ocupo una posición particular entre los miembros de la tribu. Es a la mujer a quien la humanidad debe el descubrimiento de la agricultura, descubrimiento extremadamente importante para su evolución económica. Y este descubrimiento fue lo que, por un largo periodo, determino el papel en la sociedad y en la economía, situándola en la cumbre de las tribus que practicaban la agricultura. Numerosos investigadores atribuyen igualmente a la mujer la utilización del fuego como instrumento económico.

Para resumir, fue la desaparición del comunismo primitivo lo que condujo a la aparición de las formas ideológicas que buscan “demostrar’ la inferioridad de la mujer. Un caso a destacar es, por ejemplo, la sorpresa de los colonialistas españoles al ver la preeminencia política de nuestra cacica Anacaona. Esa preeminencia era una expresión del régimen de comunismo primitivo que vivieron nuestros tainos donde  no se conoció violencia contra las mujeres ni maltrato a los ancianos ni a los niños.

Al adentrarnos en las opiniones de Alejandra Kollontai, Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo iremos develando la historia reciente, desde la perspectiva del feminismo socialista, llamado así porque entronca lo específico de la opresión femenina con la opresión de clase. Examinaremos, en primer lugar, las ideas de Alejandra Kollontai,  quien es una de las mujeres de más de prestigio entre los revolucionarios y feministas, primera mujer elegida como miembro de pleno derecho del Comité Central del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (b) y la primera Comisaria (ministra) seleccionada después de la Revolución de Octubre de 1917.

Mientras participaba en la actividad política, incluyendo las revoluciones de 1905 y 1917, su principal preocupación era cómo involucrar a las mujeres de la clase trabajadora en la lucha por cambiar la sociedad y cómo tanto el partido revolucionario y la nueva sociedad podrían enfrentar la opresión de la mujer.

Parte de esa opresión específica en Rusia era la sobreexplotación en las fábricas con jornadas de 12 a 18 horas, prácticamente encarceladas y durmiendo en los dormitorios de las fábricas. Su ambiente de trabajo y de vida estaba tan contaminado que la mayoría no vivía mucho más allá de los 30 años.

Tenían los peores trabajos y salarios, Vivian la experiencia del embarazo y del parto, la crianza de los hijos y las tareas del hogar.  El acoso sexual en el trabajo, la violencia en el hogar, la discriminación resultado de los prejuicios impuestos por la sociedad e inculcados por la religión y las viviendas eran parte del infierno cotidiano de las mujeres rusas.

La revolución de 1905 a 1907 impulso al movimiento feminista en Rusia. Las mujeres de clase media exigían sus derechos políticos junto con los nuevos partidos burgueses. Reclamaban el divorcio, la igualdad en los derechos legales y de propiedad, y  el derecho a voto. De su lado, Kollontai advertía al Partido que si bien era cierto que solo al luchar junto a los hombres de la clase trabajadora las mujeres obreras serian realmente liberadas, estas por su género y su clase, eran doblemente oprimidas.

Kollontai hizo aportes importantes en la lucha por integrar a las mujeres trabajadoras a la lucha por su liberación social y de clase. El partido socialdemócrata careció por mucho tiempo de literatura dirigida específicamente a las mujeres, con excepción del folleto escrito en el  1900 por Nadezka Kruspkaia, la esposa de Lenin. Kollontai pudo conectar el tema de la igualdad de sexos al programa político del partido que incluía permisos de maternidad, cuidados antes y después del parto y acceso a guarderías.

Como dirigente política tuvo que luchar contra miembros del partido que no solo eran hostiles a la idea de un departamento de mujeres sino que oponían a la idea de propaganda específicamente dirigida a las trabajadoras. Para ella estaba claro que la opresión de género esconde un potencial para agrupar las mujeres de diferentes clases y diferentes ideologías. La tarea de una mujer revolucionaria, a la par de luchar en contra de la opresión de género es explicar que el capitalismo es incapaz de resolver ni los problemas de género ni los problemas de clase. El instrumento para articular las luchas femeninas fue el departamento femenino del POSDR.

La Kollontai escribió numerosos artículos para revistas y publicaciones del POSDR. Fue la editora de Rabonitsa (trabajadora, en ruso) y jugo un papel clave en las publicaciones que impulsaron la celebración del 8 de marzo de 1917. Y de hecho, las mujeres que se manifestaron ese día fueron la chispa que encendió la revolución de 1917. Diez mil salieron a las calles, invitando a los trabajadores de las fabricas a unirse a ellas y exigiendo “Paz y Pan” y “Abajo la Autocracia”.

En otro aspecto, Kollontai destaco por su extensa producción teórica que incluyo entre otras las Conferencias de Leningrado, La Juventud Comunista y la Moral Sexual, diversos ensayos sobre el amor y las relaciones sexuales y el trabajo femenino del Partido.

Toda esa formación le permitió al Estado Soviético diseñar las leyes y decretos  a favor de la mujer   de los cuales solo mencionaremos los siguientes: el bienestar social para las víctimas de la guerra, la plena igualdad civil, legal y electoral, legislación laboral que protege a la mujer en su trabajo, reemplazo del matrimonio por la iglesia por el civil, divorcio accesible, eliminado el concepto de ilegitimidad, protección de la maternidad y asistencia en la educación de los hijos, 16 semanas de permiso de maternidad y otras reivindicaciones inconcebibles en el mundo hasta ese momento.

Pasemos a Clara Zetkin. Clara Zetkin fue una importante dirigente socialista alemana, a cuyo nombre y esfuerzos se debe la celebración del Día Internacional de la Mujer. Su nombre real era Clara Eissner y adopta el apellido de su esposo, el revolucionario ruso Ossip Zetkin. Estudia derecho, se forma como profesora y, a partir del 1874 entra en contacto con los movimientos obreros y feministas alemanes.

Para finales del siglo XIX, la situación de las mujeres asalariadas alemanas era de profunda desigualdad y miseria. El salario medio de un trabajador era de unos 20 marcos mientras el de una trabajadora era únicamente 9. A pesar de la abolición de las leyes anti socialistas, la actividad política de las mujeres se hace casi imposible. La ley de asociación prohibía a las mujeres adherirse a cualquier organización política e incluso reunirse con hombres.

Clara Zetkin fue la organizadora femenina por excelencia. Aunque la situación social de Alemania a finales del siglo XIX y la situación de las mujeres en particular favorecía el surgimiento del movimiento feminista de protesta, en el caso alemán, el movimiento era mucho más moderado que en otros lugares como Gran Bretaña o los Estados Unidos. Muestra de ello es que reivindica tarde derechos como el del voto y la paridad de derechos civiles.

El objetivo logrado por Clara Zetkin fue traer el tema de la cuestión femenina a la política alemana así como tratarlo desde una perspectiva de clase: hacer ver a las trabajadoras que su liberación pasa por la lucha por el socialismo

En 1889, en su intervención en el Congreso Fundacional de la Segunda Internacional celebrado en París, ya había expresado en grandes líneas el germen de una teoría de la emancipación femenina que mantendrá en lo esencial sin grandes cambios durante toda su vida.

Según lo expuesto por Zetkin, el obstáculo para la emancipación femenina es en primer lugar una cuestión económica. Sus condiciones vienen determinadas por las transformaciones del modelo productivo. Esta idea había sido ya planteada por Engels y Bebel, y Clara  profundiza en la misma. Por aquella época Zetkin es testigo de cómo el paso de la producción doméstica a la industrial determina las nuevas condiciones de la mujer.

Zetkin profundiza en los cambios que afectan a la mujer trabajadora en este contexto. Esclava del hombre, ahora la mujer al ser forzada a trabajar fuera de casa, se convierte en esclava del modelo productivo. Con ello, solo una revolución socialista sentaría las bases para la liberación de la mujer trabajadora.

Diferente era la situación de las mujeres burguesas, que no estaban subordinadas a la explotación capitalista pero que en la época soportaban una situación de desigualdad jurídica respecto a los hombres. De ahí su lucha por la igualdad de derechos civiles y privados. Una lucha que Clara Zetkin definirá como legítima y necesaria, pero secundaria para las trabajadoras.

Por otro lado, como consecuencia de esta idea, Zetkin se empeñará en organizar a las mujeres en la lucha por el socialismo. La mujer esclava del capitalismo debe dirigir sus esfuerzos en combatir el sistema  y todas las opresiones que éste representa. Ante esta situación, Clara insistía que el único modo de luchar contra las tremendas desigualdades en el ámbito laboral era la protección legal de las trabajadoras y su plena implicación en las organizaciones sindicales.

La concepción de Zetkin partía de una convicción muy clara: la emancipación de la mujer presupone la victoria del socialismo, pero esa victoria será imposible si las mujeres no participan en su lucha Por ello todos los esfuerzos en formar e incorporar a las mujeres a la lucha de clases y lograr su adhesión al Partido socialdemócrata.

En el II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas que se celebró en 1910 en Copenhague, Dinamarca, Clara Zetkin y Kate Juncker participaron en representación del Partido Socialdemócrata Alemán y presentaron la propuesta de conmemorar un Día Internacional de la Mujer o Día de la Mujer Trabajadora en un acto de solidaridad internacional con los delegados de Estados Unidos  que habían honrado la huelga de las trabajadores textiles en 1910 con un Día de las Mujeres que empezó a conmemorarse en marzo de 1911.

Pasemos ahora a la no menos extraordinaria Rosa Luxemburgo. Destacada dirigente del ala izquierda del Partido Socialdemócrata Alemán y amiga de Clara Zetkin. Rosa fue filosofa, economista, política y profesora de la Escuela del Partido. Autora de polémicos ensayos sobre temas organizativos y políticos. Rosa Luxemburgo fue también la autora de la Acumulación del Capital, una monumental readaptación del Capital de Carlos Marx. Fue asesinada el 15 de enero  de 1919 en Berlín por las tropas fascistas de Friedrich Ebert, presidente socialdemócrata en Alemania. (15)

Un rasgo que destaca en Rosa es que siempre se consideró dirigente de hombres y mujeres. Apoyo fervientemente el trabajo de organización de las mujeres trabajadoras a nivel internacional. Referente a su interés en el movimiento de las mujeres, Luxemburgo señaló en uno de sus discursos: “Sólo puedo estar maravillada con la camarada Zetkin que carga sobre sus hombros tamaña cantidad de trabajo”. Finalmente, aunque raramente se reconoció como feminista, en una carta a Louise Kautsky* escribió: “¿Asistirá a la conferencia de las mujeres? ¡Imagínese, me he convertido en una feminista!”

A pesar de su bajo perfil pues trabajaba este tema detrás del escenario en privado (por los prejuicios existentes en el Partido) Rosa Luxemburgo se implicó en los temas femeninos de la época: sufragio universal, igualdad de derechos, derechos sociales y económicos de la mujer y transformación socialista de la sociedad.

La cuestión del sufragio de las mujeres junto con la filosofía del concepto moderno de la ley basado en las premisas de los derechos individuales desempeñó un papel importante en la llamada  transición del feudalismo al capitalismo. Para Rosa Luxemburgo, la cuestión del voto femenino es táctica, pues formula, en sus propias palabras, la madurez política alcanzada entre las mujeres proletarias.

El feminismo aparece a finales de los años 90 del siglo XIX en Europa como «sufragismo». Las sufragistas defendían la ampliación del derecho al voto de las mujeres dentro del sufragio censitario (restringido a los propietarios), es decir, el derecho de las mujeres de las clases propietarias a participar en las dirección política del estado y la sociedad establecidas.

Las sufragistas trataron pronto de ganar a las mujeres trabajadoras, mucho mayores en número y sobre todo mucho más organizadas. Las feministas proponían un frente interclasista de «mujeres» cuyo objetivo sería conseguir diputadas burguesas dentro del sistema censitario. Prometían representar el «interés común en tanto que mujeres» que supuestamente unía a las trabajadoras con las burguesas del liberalismo radical inglés.

Luxemburgo explica que el papel del movimiento sufragista es reaccionario no sólo debido a la ausencia de apoyo de las mujeres burguesas a la lucha por los derechos de los trabajadores y trabajadoras y los derechos sociales de las mujeres proletarias, sino también debido a su participación activa en la defensa de la opresión de las mujeres que nace de las relaciones sociales basadas en el trabajo reproductivo femenino  dentro de la esfera del hogar.

El Congreso de Stuttgart de la Segunda Internacional Socialista con Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin a la cabeza, comprometió a los partidos socialdemócratas de todos los países a iniciar la lucha por el sufragio universal femenino como parte esencial e irrenunciable de la lucha general del proletariado por el derecho de voto y por el poder político.

La batalla ideológica se va haciendo cada vez más intensa con los años. Rosa Luxemburgo comparte en su correspondencia con Clara su rechazo íntimo al argumentario «moral y espiritual» del feminismo y las invocaciones al «desarrollo de la propia personalidad» cuando lo que estaban en realidad reivindicando las feministas era la igualdad entre hombres y mujeres de las capas en el poder dentro de ese poder.

Tiene claro que «la mujer» no es un sujeto histórico por encima o al margen de las clases sociales y por eso le produce un rechazo profundo la reivindicación de un supuesto «derecho de las mujeres» que beneficiaría a las trabajadoras al margen de la evolución del movimiento de los trabajadores en general y la lucha contra el capitalismo.

En la Cuestión Nacional y la Autonomía, Rosa Luxemburgo  formulo su visión del feminismo de la siguiente manera:

 La igualdad política y social de los sexos no emana de ningún “derecho de la mujer” al que hace referencia el movimiento burgués de emancipación de las mujeres. Estos deberes no pueden deducirse más que de una oposición generalizada al sistema de clases, a todas las formas de desigualdad social y a todo poder de dominación. En una palabra, se deducen del principio fundamental del socialismo.

El aporte teórico de estas tres gladiadoras del socialismo internacional es enorme. Resumirlo en pocas palabras, sería un nuevo record Guinnes. Obviamente no es mi pretensión. Mi ideal, sigue siendo dejarles un bosquejo de sus vidas e ideas. El momento actual demanda este tipo  de mujeres. Permítanme entonces terminar mis palabras describiendo el más alto ejemplo de ese ideal  de mujer: la inmensa Rosa Luxemburgo. Para sintetizar su fecunda vida, escribió Clara Zetkin:

En el espíritu de Rosa Luxemburgo el ideal socialista era una pasión avasalladora que todo lo arrollaba; una pasión, a la par, del cerebro y del corazón, que la devoraba y la acuciaba a crear. La única ambición grande y pura de esta mujer sin par, la obra de toda su vida, fue la de preparar la revolución que había de dejar el paso franco al socialismo.

El poder vivir la revolución y tomar parte en sus batallas, era para ella la suprema dicha. Con una voluntad férrea, con un desprecio total de sí misma, con una abnegación que no hay palabras con qué expresar, Rosa puso al servicio del socialismo todo lo que era, todo lo que valía, su persona y su vida. La ofrenda de su vida, a la idea, no la hizo tan sólo el día de su muerte; se la había dado ya trozo a trozo, en cada minuto de su existencia de lucha y de trabajo.

Por esto podía legítimamente exigir también de los demás que lo entregaran todo, su vida incluso, en aras del socialismo. Rosa Luxemburgo simboliza la espada y la llama de la revolución, y su nombre quedará grabado en los siglos como el de una de las más grandiosas e insignes figuras del socialismo internacional.

Muchas gracias!

(Conferencia pronunciada por Luis Simo en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas el 7 de marzo de 2019)

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