La juventud se hunde en los juegos de azar

 

Los dominicanos no inventamos la ludopatías o juegos de azar, que es el deseo incontrolable a jugar por dinero. Surgieron en países más avanzados, pero lo han impuestos en nuestras ciudades. Empezaron con apuestas de loterías, luego las carreras de caballos y el Bingos mientras que los juegos  de póker, dados y otros, aparecieron en prostíbulos y casas de apuestas.

En RD, con la excepción de la Lotería Nacional que surgió en 1890 y las carreras hípicas en 1944, casi todos los Juegos de azar eran ilegales pero se legalizaron a partir de los años 60 con la aprobación de un marco legal.

Tanto en el gobierno de Balaguer como en el gobierno de Hipólito y de Leonel se aprobaron la ley 8099 modificada por la ley 140-02 que crea la Banca Deportiva, la ley 29-06 que modifica la ley 351-64 que establece los de azar y la ley 96-88 de las  máquinas tragamonedas en los casinos.

Cada banca deportiva paga al Estado Dominicano $ 220 mil de inicial y $ 150 mil anual. Los casinos amortizan de acuerdo a la cantidad de mesas, entre $ 20 mil, $ 23 mil y $ 26 mil mensual y las tragamonedas pagan $ 4 mil al mes.

Aunque se dice en la prensa que los juegos de azar mueven $ 100 millones diarios, lo más importante aquí es que tenemos una población de adultos y de  adolescentes dedicado a estos juegos que gastan más de 100 mil millones anuales de su bolsillo para hacer más ricos a grupos empresariales.

Son muchos los dominicanos que creen que jugando o apostando al azar pueden cambiar su estatus de pobreza pero no es así porque terminan en deudas y líos bancarios, engañando a sus amigos y familiares, perdiendo su integridad moral y hasta física y haciendo sufrir a sus seres queridos.

Ellos no logran entender, que estos juegos lejos de ser la salvación, constituyen centros de atraco, de corrupción y de explotación. Debo recordarles los números fraudulentos que salían de la Lotería Nacional mediante los cuales se hacían ricos muchos funcionarios.

Como olvidar aquellas películas de Juegos de Casino firmadas en EU y Europa rodadas en el país, basadas en hechos reales, en las que se narra la trampa de empleados y grupos que se organizaban para engañar los juegos y caían presos y desde el casino contra los usuarios que quedaban en la ruina.

No es cierto que los jugadores pueden superar las ganancias de las Bancas de Apuestas porque de ser así hace tiempo que hubieran desaparecido del país y es todo lo contrario cada día aumentan las jugadas y crecen los centros.

Los pobres juegan por necesidad y los ricos por diversión. De mil uno cae o sale de la pobreza. Estamos formando una población atrapadas en los juegos cuyo futuro inmediato es destruirse a sí mismo, hacer daños y ocasionar dolor, caer presos, sumirse en la indigencia o finalmente suicidarse.

Los adictos a los juegos no son capaces de alejarse por sí mismo. Necesitan ayudas. Mientras más dineros consiguen mas dineros juegan. Algunos se dedican a las drogas, otros pierden el trabajo y caen en la depresión.

Muchos piensan que es cuestión de reflexión y otros de conversión al cristianismo. Pero los católicos enseñan a jugar para enfrentar las necesidades y los evangélicos creen que son incompatibles con la enseñanza cristiana. Es decir, hay una división divina entre lo real y absurdo por el juego.

Lo que ha dado mejores resultados en estos casos es tratar de que el enfermo reconozca la adicción y aún trabaje o no, se le aísle del acceso al dinero, a las tarjetas de créditos y a su conexión con los juegos. Pero nada está escrito, lograr su superación es cuestión de perseverancia y dedicación.

Otra salida es política. Una de las primeras acciones de los cubanos tras el triunfo de la revolución en 1959 fue prohibir todos los juegos de azar. Y lejos de afectarles en lo económico, sus necesidades básicas están garantizadas.

Soy de los que creen que no debemos renovar los contratos de licencias a los Casinos y Juegos de Azar. Y  que el Congreso debe revisar el marco legal. No más lucro para estos empresarios, ni para el gobierno. Hagamos lo que sea, cuando sea y donde sea para apartar a nuestros jóvenes de este vicio.

Nuestra democracia, debe seguir el camino de sanear la economía. No importa que volvamos a los juegos clandestinos, permitirlos es peor. La enfermedad que crea no la compensa el dinero que ingresa. El deber oficial, es curarlos, educarlos y convertirlos  en seres útiles para el trabajo.

jpm

 

 

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Lucas Ramos
Lucas Ramos
4 Años hace

Casino es una cosa genial porque ayuda a recoger algo de dinero y pasar tiempo con útil. También necesito tener una fuente así, así que espero que alguien deje aquí la mejor