La familia: una reflexión sincera
Por JAVIER FUENTES
La Familia es la célula de un tejido mayor y lo que sucede en ella puede llegar a interpretarse como un síntoma de lo que pasa en la sociedad. El ámbito familiar es el primer ambiente que nos recibe al nacer.
La familia es la primera institución que Dios creó, y si tiene alguien otro concepto paradigmático cómo la “evolución”, pues aun así, sigue siendo lo primero que se construyó, sobre la tierra como célula de la sociedad.
En ella crecemos y nos formamos. Recibimos el cuidado de la salud física, sostén emocional, educación, valores.
Es nuestra primera escuela. Los fallos en ella no lo pueden rellenar los profesores de ninguna institución.
Dicho así, resulta ser un medio perfecto para el nacimiento, desarrollo y formación de cada ser humano. Sin embargo, desde la primera familia en Edén, hasta nuestros días, las crisis se han consustanciado con el devenir familiar.
Las situaciones no han sido siempre las mismas a través de los tiempos, ya que la conformación familiar ha ido variando de acuerdo con los cambios socioculturales, políticos, económicos y religiosos.
Antiguamente existía la familia extensa donde padres e hijos y demás parientes convivían bajo un mismo techo en donde la autoridad paterna era indiscutible. En la mesa familiar, por ejemplo, nadie hablaba salvo los mayores.
Posteriormente se fue estableciendo la familia nuclear, conformada solamente por los padres y los hijos. A partir de la década de los 70, según se estima, los grandes cambios sociales de los cuáles somos testigos, la han permeado.
La familia no ha quedado indemne ante tales cambios; sin embargo, ha permanecido como célula fundamental, lo ha hecho aún frente al intento de erradicar, que lo hubo en las primeras etapas de la sociedad comunista. Pero el caos social que se produjo como consecuencia llevó a abandonar el intento.
Esta experiencia, comunista, debería servir de reflexión en aquellos que aún están trabajando en querer destruirla.
Esto sigue mostrando hoy que la “agenda Progre” es la continuación de los deseos del totalitarismo de ayer.
La organización familiar tiene su fundamento en Dios. Y si usted es agnóstico, debería entender que esta es lo que permite la supervivencia humana. Ahora bien, los cambios de las últimas décadas han afectado su integración y funcionamiento.
Se produjeron cambios en su composición nuclear para dar lugar a lo que hoy se denomina “familia abierta”.
En las últimas décadas la mujer ha penetrado en las universidades, en la vida laboral como nunca antes para ser o ayudar al sostén económico de la familia, con el consecuente alejamiento de la relación con los hijos.
También el aumento en el número de divorcios, los nuevos casamientos, el aumento de la expectativa de vida, la prolongación del estado de soltería, las redes sociales individualizando y excluyendo dentro de un mismo espacio físico, han producido nuevas formas de familia.
Asimismo se ha elevado el número de familias monoparentales, es decir, con uno de los padres por viudez, divorcio y madres o padres solteros; en este último caso con el agravante de la adolescencia.
Este pluralismo de formas familiares, nos enfrenta con una realidad para asumir y para ello qué respuesta, ¿Qué recursos surgen de la palabra de Dios para que cada familia sea una célula sana en el tejido social?
Este es el sentido que da a las relaciones familiares la observancia de la palabra de Dios. Y esta palabra dice en cuanto a la dinámica de las relaciones familiares: “sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo”. (Efesios 5:21).
¿Cómo lograr una relación armónica entre los miembros de la familia? ¿Tantas formas de organización, diferencias generacionales, formas de pensamientos y temperamentos? Nos preguntamos.
¿Cómo puede llegarse a una buena convivencia, si hay que compartir el mismo techo?
Los hijos crecen y opinan, los padres trabajan, también hacen su aporte de opiniones“. La Abuela, colabora callándote; ”le decía amorosamente un nieto a su abuela” y por qué no los tíos.
Es volver un poco a la familia extensa pero solo que ya no es el padre quien habla y todos obedecen, sino que cada uno tiene su propia opinión y la expresa con firmeza. ¿Qué discusiones se producen? Y que fuerte pesa la influencia de los medios, las escuelas, las amistades.
Volvemos al texto bíblico: sometimiento… que demanda tan difícil para la naturaleza humana. Sometimiento suena a esclavitud y poder suena a dominio… pero la diferencia qué la hace “el temor de Dios”, que cuando es prioridad en la vida del creyente logra la aceptación del otro. Y la armonía en la reconstrucción de la familia en un tiempo difícil.
jpm-am
El articulo de Javier Fuentes es interesante, como agnóstico quiere disentir de alguno concepto que expresa, no existen prueba que la familia fue creada por Dios, eso del Edén es una falacia, lo que llama sociedad comunista no influyo en la familia, eso de comunista esta fundamentado en cuestiones filosófica, la realidad es que la sociedad comunista como tal nunca existió, no se debe mezclar la Biblia con la familia, eso es solo fabula.