La Enfermedad Dominicana
POR OSVALDO R. MOLTALVO
Mi tesis central es que la haitianización es en sí misma la destrucción de la República Dominicana. En qué consiste esta última está contenido en el proceso mismo a que se refiere: la haitianización. Es decir, para comprender en qué consiste la destrucción de la República Dominicana sólo hay que mirar a Haití. La República Dominicana no tiene –ni tendrá- capacidad para asimilar la migración incontrolada de haitianos, por lo que de este lado se irá imponiendo de manera gradual pero acelerada la forma de vida de los haitianos. De uno, seremos dos Estados fallidos en menos tiempo de lo que se piensa, precisamente por la debilidad de la República Dominicana para resistir y oponerse a su aniquilación.
¿Cuál es la forma de vida de los haitianos? Pues sólo hay que darse una vuelta por ahí, mirar las estadísticas. Inmediatamente me saltará un izquierdo-liberal a reprenderme porque tengo –dirá-una perspectiva prejuiciada y racista sobre los haitianos. Pues no, sólo me refiero a las estadísticas sociales, por ejemplo. A los niveles de salubridad, escolaridad. A los hechos comprobables en materia de inversión pública, al funcionamiento de la administración pública, al progreso en las instituciones de la democracia burguesa. No se trata de si son negros o si son pobres. Se trata de si han logrado –o pueden lograr- establecer las condiciones para un progreso sostenido en su nivel de vida y desarrollo. La realidad cruda pero objetiva es que no, los haitianos no pueden salir de su miasma por sí mismos. Necesitan obligadamente el concurso de fuerzas exteriores. Por ello, precisamente, la fuerza de la migración incontrolada hacia otros países, principalmente la República Dominicana.
La migración de haitianos hacia la República Dominicana deprime los salarios por un asunto elemental de oferta y demanda, aunque algunos “técnicos” debidamente incentivados han llegado al extremo de plantear que los haitianos no compiten con los dominicanos por los empleos. Sobre este punto, un par de observaciones: la mano de obra haitiana se emplea al nivel de sobrevivencia, tal como lo pensaban los clásicos (Ricardo, Marx), mientras que el valor del trabajo de este lado es mayor por el asunto aquel del componente “moral” del salario. Por ejemplo, un obrero dominicano está acostumbrado a ir a dormir a su casa, no se queda en la obra.
Lo segundo, el desplazamiento de la mano de obra nacional sólo es posible si ésta tiene fuentes de ingreso alternativas, porque tampoco se dejará morir. Todo trabajador racional (todos, incluyendo los de mayor gradación, nivel y compensación) hace un análisis subjetivo de costo beneficio: el esfuerzo que significa el trabajo contra la compensación que recibe. A mayor resultado neto, mayor cantidad de trabajo. Y viceversa. Si el trabajador dominicano no trabaja la construcción a ese precio es por algo. Si el trabajador dominicano no trabaja la agricultura a ese precio es por algo. Mientras no mejore el salario no trabajará, pero de algún lugar tendrá que comer. No hay razón para pensar que en el proceso su productividad ha aumentado (dejó de ser obrero porque ahora es médico), de lo que deducimos que su desplazamiento se ha hecho hacia la economía “canalla”: la informalidad (una fritura, pacas), la dependencia (de remesas, bono gas), la ilegalidad (prostitución, drogas). Un cuadro realmente tétrico: el empleo del país se desnacionaliza a la vez que su fuerza laboral se desmoviliza.
Llegados a este punto, siempre un izquierdo-liberal fusionista de los que aparecen en el mercado a salario de sobrevivencia (son baratos, el asunto no es sólo de mano de obra sin calificación) siente que ha encontrado un argumento sólido a los intereses de quienes representa: la República Dominicana no puede vivir sin mano de obra haitiana. Primero fue en la caña. Ahora en las construcciones, en la agricultura. Cuando Migración organiza los allantes que hace de cuando en cuando, asociaciones de productores de inmediato declaran que sin haitianos la producción se va al suelo. Es decir, la economía dominicana depende “estructuralmente” (una palabra cara para los fusionistas) de la mano de obra haitiana.
Sin embargo, no es así. Para darnos cuenta sólo tenemos que mirar el panorama exterior. Por citar lo menos, Argentina es un productor agrícola muy superior a la República Dominicana y ¡ups!, no tiene haitianos. Y China, el mayor constructor civil del mundo, construye… con chinos. (Y Japón produce… con japoneses.) En una época hubo un anuncio que decía: “dominicano, ¡corta tu caña!” Durante décadas, toda la agricultura (y la construcción, y los servicios) se hicieron con mano de obra nacional. Sólo parte del corte de caña se hacía con haitianos. De igual manera, pero en dirección opuesta, durante décadas las zanjas se hacían a pico y pala. Y se lavaba a puño. Ahora esas son cosas del pasado. Caigo a lo que vamos.
En economía, se llama “enfermedad holandesa” a los efectos de repercusión de un evento fortuito, en principio positivo y favorable. En el caso de los Países Bajos fue el descubrimiento de enormes yacimientos de gas natural. ¿Cómo puede el descubrimiento de gas natural ser perjudicial para un país? ¿Cómo puede el petróleo destruir a otro? Bueno, sólo hay que mirar alrededor, a Venezuela quizás… Las exportaciones de gas hicieron revaluar la moneda local con lo que se desplomó el resto de las exportaciones. Ahí está el efecto.
Volvamos al aquí y al ahora. Por supuesto, pero más que por supuesto, la estructura de precios –es decir, los precios relativos, la distancia que hay del salario mínimo al precio del café molido, por decir- actual en la República Dominicana está hecha sobre la premisa de mano de obra haitiana al nivel de sobrevivencia. Insisto: a nivel de sobrevivencia. No es por haitiana, es por barata. Tiene dos, tres décadas de ajuste y decantación, no es posible arrancarla de golpe y porrazo sin provocar un trauma. Lo que no quiere decir que no se puede cambiar, cambiarla como cambió en los últimos años pero en la dirección opuesta.
La Enfermedad Dominicana consiste exactamente en contar con una cantidad infinita de mano de obra (haitiana) a nivel de sobrevivencia. ¿Qué de bueno puede tener contar con mano de obra sobre abundante al nivel de sobrevivencia? Porque el fenómeno sólo aparece en los países más atrasados y subdesarrollados. ¿Eso es lo bueno? Por cuestión de espacio no me extiendo en las consecuencias del fenómeno, como que a nivel de sobrevivencia un individuo no puede tener una vivienda decente, menos invertir en la educación de sus hijos. Prefiero insistir en la brillantez de nuestros flamantes pensadores fusionistas que han descubierto una enfermedad. Lo que no han dicho es que de no tratarse rápida y agresivamente causa la muerte.