La coyuntura de los puentes rotos

Quizás solo el bonapartismo balaguerista -1966-78- recreó una coyuntura política-electoral como la actual; aunque sin la represión ni la conculcación de las libertades públicas de entonces, pero si, bajo la atmósfera de la confrontación y los actores políticos –lideres- en franca disputa por el poder y la supremacía partidaria. Se suma, al caótico cuadro político, un componente distintivo o sui géneris: todo está cooptado por la política y los entretejes del poder; y curiosamente, donde más se manifiesta esa cooptación o colindancia es en el periodismo, pues solo basta leer –entrelíneas- la “noticia” -¿análisis?- que la reciente elección del bufete directivo de la cámara de diputados ha reportado desde algunos medios: sesgos, manipulación, parcialización y medias verdades. Para unos, solo hubo una plancha y se violó un pacto-acuerdo; para otros, más próximo a lo sucedido, se presentaron dos planchas. Dos ejemplos, de noticia-cobertura; y el lector que se la ingenie, porque la génesis política de tal evento cuando no es tuerta es bizca.

Ya en un artículo de dos entregas –que elCaribe publicó- hice una pincelada de lo que llamé “Una curiosa atipicidad en el liderazgo nacional” donde exponía, a grosso modo, el símil contrapuesto de lo que fue, de 1961 al 1996, la hegemonía de tres liderazgos expresados en tres fuerzas políticas (de sustentación o estratificación social diferenciadas): a) el de Balaguer(campesinado, oligarquía y cuadro caribeño del imperialismo), b) el de Bosch (pequeña burguesía y clase media baja); y c) el de Peña-Gómez ( clase baja y populismo). En contraposición a lo que acontece hoy: la atipicidad de dos liderazgos en un mismo partido:DaniloLeonel; y podríamos agregar, el de Hipólito vsAbinader, también en un mismo partido.

Esa atípica realidad, en mi opinión, es la que ha creado esta coyuntura política de puentes rotos que, diferente a otros casos parecidos, que, en su momento, BalaguerBosch y Peña-Gómez resolvieron de cuajo –Francisco Agusto Lora, Jacinto Peynado, Álvarez Bogart, Tonito Abreu, Rafael Alburquerque, Jacobo Majluta- y sin apelación. Contrario, esta nueva realidad se ha venido manejando desde una disimulada lucha de poder (bolsones y posposición de crisis) y hegemonía partidaria hasta desembocar en procesos políticos-electorales, cuya efervescencia y definición, ha obligado a torcer pulso y bosquejar pactos o acuerdos que las partes, sin excepción, han dinamitado o forzado su impostura: una por connivencias y radicalización de grupos-votos y otras -en el contexto de medición de fuerzas- para evitar estampidas en un sistema de partido que, para algunos, ya no es, en un sentido clásico, ni de cuadros, militantes o miembros, sino de “clientes”.

Recuerdo que hace un tiempo, cuando hacia semejante análisis veía entre mis contertulios –casi todo de un solo bando- cara de incredulidad y discrepancia, bajo el argumento de que todo “era normal” y que la cosa se pondría “peor”; hoy, de esos contertulios, los que no han hecho mutis, ya no se atreven a levantar su tesis de “novela rosa” y concluyen, aunque no frente a mí, lo incierto de un panorama que luce, como he escrito, de cierre y recomposición de fuerzas políticas y liderazgos.

De modo que aquello, que se dijo, sobre “un plan B” en cada grupo o franja (partidos), no es ya una especulación-elucubración, sino una latente realidad que, en cualquier momento, podría asumir hasta rostro de mujer  y de un delfín en construcción e indefinido –de un lado-; y muy probamente, así se desencadenarán las cosas. Mientras que del otro lado –desde la oposición- aún no se sabe cómo se direccionarán los flujos impredecibles de esa atipicidad. 

Finalmente, lo que si queda más o menos claro, es que de esta coyuntura de puentes rotos ningún espectro político ni liderazgo saldrá ileso. Eso sí –como en toda guerra-, habrá vencidos y vencedores. Lo que no habrá –ni hay- es ingenuos ni contempladores pasivos, al menos políticos (aunque se vistan de “analistas-periodísticos”, “jurisconsultos u expertos”, “politólogos”, “sociólogos”, “opinólogos”, brujos, astrólogos, chamanes o pitonisas.

Tampoco se descarta, como ya dije, que un liderazgo –otrora “carro sin freno”- haga una para “técnica” –a regañadientes, pero sin más opción- y se desmonte del potro y lo seda a un “estribillo” –descalificador- para guarecerse en la sombrilla de una decena de gruspuslos minoritarios que hace rato les hacen nicho-cama.

Porque de esta coyuntura de puentes rotos, nada está escrito ni dicho….

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