La biografía aún no escrita de Trujillo

Al cumplirse el cuadragésimo cuarto aniversario del 30 de mayo de 1961, fecha en la que Trujillo cayó abatido en un charco de sangre, nosotros caemos en la tentación de creer que, no obstante el protagonismo de éste en la bibliografía política nacional, aún no se ha escrito la biografía objetiva y desapasionada de esa excepcional figura de nuestra historia contemporánea. Las del norteamericano Robert Cassweller y la del francés Lauro Capdevila, ofrecen señalamientos pero no explican.
Todo lo que se ha publicado en torno a la dimensión histórica de Trujillo, proviene de sus panegiristas, reales o disimulados, y está escrito por la idolatría, o por lo contrario, por el odio de quienes fueron víctimas de su vesania.
Trujillo y su tiempo están reclamando ya no una obra laudatoria a la manera de Plutarco, o difamatoria como la de Seutonio, ambas escritas bajo los dictados del amor o de la adversión. Se impone ya un estudio imparcial, enmarcado en sus valores históricos y humanos. Algo que sea un confiable y definitivo testimonio histórico.
La llamada Era de Trujillo es la fotografía moral de una etapa de nuestra historia contemporánea, que tiene muchas fases. Y que quienes se lancen a retocarla, han de estar dotados de un sereno juicio y de sobrado tacto, para que el original no se les trastorne. En efecto, Trujillo es una especie de espectro de más de un tercio de siglo XX dominicano.
Para analizar válidamente ese tramo de nuestra historia, se requiere un estudio pormenorizado de todos los elementos humanos e incidentales que conforman la sinopsis de un proceso. Y es imprescindible para ello, recurrir a la sociología, al derecho, a la historia, y hasta a la antropología y a los fenómenos relacionados con las costumbres, la idiosincrasia, el ambiente, y el tiempo.
¿Por qué aquella sociedad, socialmente cerrada, en la que aún quedaba un remanente de los hombres que protagonizaron las luchas civiles de los primeros decenios del siglo XX, se plegó sumisa ante un advenedizo, o se retiró humillada y apenas protestante, a la intimidad de sus hogares? ¿Por qué, como está comprobado, la inmensa mayoría de los intelectuales de la época se puso abrumadoramente a su lado, en relación con quienes le adversaron?
Durante un tercio del siglo XX dominicano, nuestra historia gira en torno a Trujillo, ora por sus arbitrariedades, ora por sus realizaciones positivas. Por ello, mucha gente lloró cuando se enteró de su muerte. Y otros muchos se asustaron, cuando lo vieron muerto.
LA PASION
Los historiadores y los biógrafos de origen hispanoamericano, admiran u odian. Son generalmente, sujetos de sus pasiones. Y un juicio histórico o biográfico, no es la justificación de una acción. Tiene que ser el resultado de una visión de conjunto, lo más completo posible, y al margen de las simpatías o de las pasiones.
Trujillo hizo su propia historia. Pero a la vez, él fue la consecuencia, determinada por los acontecimientos sociales y económicos de su tiempo. El marcó la hora en la que finalizó en nuestro país el período histórico iniciado el 26 de julio del 1899, cuando cayó en un charco de sangre, el célebre General Lilis. El fue, en cierto modo, una estampa lilisiana, adaptada a las circunstancias de su tiempo.
Ninguno de los biógrafos de Trujillo, ha anotado el mensaje premonitorio implícito en el artículo del doctor Joaquín Balaguer, publicado en el periódico “La Opinión” del 14 de agosto de 1930, o sea, dos días antes de la juramentación presidencial: “Qué traerá el general Trujillo en su mano promisora? . Cuál será su programa, cuál su inspiración, cuál su sistema? Para algunos, será el dictador que centralizará en sus manos, toda la maquinaria administrativa del poder, y que mirará los nobles timbres de la libertad ciudadana, con ojos desdeñosos. Para otros será, un constructor, que realizará su obra con un fervor de iluminado, Pero todos, amigos o enemigos, presienten en él, a un hombre superior, preparado para las grandes empresas, enérgico y sincero, con el más amplio sentido de la responsabilidad a través de sus largas desventuras”. Eso escribió Balaguer.
En 1925, la Revista “La Opinión”, dirigida por el prestigioso periodista Abelardo Nanita, le calificó como “el bizarro militar”, en la nota de prensa del banquete que le fue ofrecido por “un grupo de prestantes personalidades pertenecientes al entonces llamado gran mundo social y económico del país”. Y entre esas personalidades figuraron el director del Listín Diario, Arturo Pellerano Sardá, Elías Brache, Andrés Cordero, José María Bonetti, Felipe Lebrón, Miguel Guerra Parra, John Abbes, Rafael Brache y Luis Felipe Mejía. Apenas hacía ocho años de la época en que se desempeñaba como guardacampestre de un ingenio azucarero, en la región Este del país.
TIRANO O DICTADOR
¿ Fue Trujillo un tirano, a la manera de los hombres de Estado que señorearon el siglo XV europeo? O fue un dictador, o sea aquel que asume el poder absoluto del Estado? ¿ Es comparable al Generalísimo Franco, de España, o al profesor Oliveira Salazar, de Portugal?
Murió como había vivido, porque conforme a la sentencia bíblica, “lo que entra con sangre, con sangre cae”. Pero históricamente, ha sobrevivido a todos sus opositores.
(Artículo publicado en el periódico HOY. el 29 de mayo del 2004)

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