La banalización de los elementos importantes de la vida ciudadana (1)

imagen
EL AUTOR.

 POR SAMUEL SÁNCHEZ E.

Las recientes declaraciones del presidente electo de México, Manuel A. López Obrador,  en el sentido de que no caerá «en la tentación de usar twitter para gobernar… gobernar por twitter  banaliza la política y devalúa el papel del presidente hacia los ciudadanos” me ha provocado una seria reflexión en torno a varios elementos: por un lado la práctica política y por otro la responsabilidad de los medios de comunicación en esta época de la “post-verdad”, que equivale a decir, mentir intencionalmente.

La referencia indirecta del presidente electo mexicano, respecto a la práctica comunicacional del presidente estadounidense a través de la aplicación del pajarito, me lleva a reflexionar alrededor de las prácticas nocivas a las que se recurre para “no cansar al lector, al televidente o incluso al militante político”, práctica que a su vez promueve la escaseZ de pensamiento político y justifica la ausencia de análisis y debate.

En un estudio hecho por Javier Redondo para la Universidad Carlos III de Madrid sobre “La banalización de la política, la televisión y los nuevos medios contra la virtud cívica”, nos trae una categoría que hoy practican los medios de comunicación por la ligereza para tratar contenido y la capacidad de este recurso para poner en primera plana el entretenimiento pura y simple y echar de lado el contenido “pesado-aburrido” que según los programadores de medios, rechaza la audiencia.

Esta categoría, utilizado sin reflexión productores, humoristas, “escritores” y otras especies es el infotainment, una especie de hibrido entre información y entretenimiento.

En el marco del infotainment, “… el límite entre dominio público (que equivale decir interés público) y espacio privado no se fija en torno al adjetivo (publico vs privado) sino a la extensión del sustantivo: la cantidad de los receptores. Esto puede parecer baladí, pero es el germen del proceso que deviene (…) en banalización de la política” y yo agrego, de la comunicación en general.

Permítame citar nuevamente a Javier Redondo: “ A saber los medios establecen los hechos que han de ser de dominio público; los partidos y los líderes se pliegan a las exigencias de los formatos mediáticos y, por último, los hechos considerados susceptibles de dominio público – interés público- son presentados en formatos diversos, no necesariamente antiéticos pero cuya línea de delimitación, otrora nítida, se muestra cada vez más difusa: el infotainment ocupa primero un papel intermedio entre información y entretenimiento para luego sustituir progresivamente a uno y a otro. Porque el infotainment no solo incluye a los programas que se valen de hechos noticiosos para interpretarlos –y/o transformarlos- en clave de humor (…) sino que amplía su órbita de influencia a programas premeditadamente informativos…”.

Pienso que los propietarios de medios, arrendatarios de espacios, columnistas y otros hacedores de opinión,  están en una seria encrucijada, por un lado reclaman por lo bajo la falta de calidad en el contenido de los medios masivos de comunicación y por el otro, producen exactamente lo que cuestionan; la explicación entonces para producir contenidos vacuos es tan simplista como sus medios: la gente quiere contenido liviano, ligero light. En el caso de los medios escritos, la gente ya no lee trabajos largos o con “palabras raras”.

Lo más grave a mi juicio es que esta reducción en la calidad de la información y el debate sobre problemas nacionales que afectan a amplios sectores de la población ha tocado el recurso que tiene la gente y sobre todo las clases trabajadoras para lograr mejoría en la calidad de vida: la política.

“ Queremos decir que lo político forma parte siempre de la política, pero en virtud de la necesidad primaria de elevar audiencia (…) se puede tergiversar su concepción más restringida –o ideal- y, de este modo banalizar la discusión política y debilitar la virtud cívica mediante un proceso de sustitución, privatización o personalización y trivialización de los asuntos públicos. Hablamos de la sustitución del objeto de debate público (…) la trivialización del objeto del debate público”.

Planteado en arroz y habichuelas, como diría el Padre Luis Barrios, quienes cargan con la responsabilidad de llevar información útil y que permita a la ciudadanía tomar decisiones sobre la base de una buena, efectiva, seria y oportuna información, confunden aún más a su auditorio, llevándolos a una dicotomía: hay más medios y formas de comunicación pero estamos menos informados.

La banalización de los medios de comunicación apelando al recurso de “informar y entretener” solo sirve a los interés de los grupos de poder; La creciente debilidad en el debate  y la recurrente practica de confundir debate con escándalo, profundiza la desinformación de la gente y por tanto, reduce sustancialmente la capacidad y posibilidad de tomar decisiones objetivas y sensatas para beneficio colectivo.

La banalización de la comunicación y la práctica creciente del “infotainment” solo produce audiencia irreflexiva: pan y circo.

 

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
0 Comments
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios