Jesús descalzo y pelú

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EL AUTOR es abogado y profesor universitario. Reside en Santo Domingo.

POR EMILIO AQUINO JIMÉNEZ

El Niño Jesús, composición navideña (Villancico) de la autoría del puertorriqueño Tony Croatto, fue popularizada en la República Dominicana en la voz de Anthony Ríos a partir del año 1986. Tiene un profundo mensaje para los que cada año expresan su amor y simpatía con el “redentor” de la humanidad según la tradición cristiana occidental.

Según la canción “Jesús” estuvo, está y estará con nosotros cada día, sin embargo, lo rechazamos cada vez que toca a nuestra puerta alegando  precisamente que es momento de reflexionar sobre el hijo de Dios. Cada día se presentan a nuestras puertas el Jesús de esto tiempos, pero lo rechazamos porque no es el de nuestro imaginario. Quizás esta época sea propicia para analizar si realmente celebramos el nacimiento de Jesús de Nazaret o por el contrario buscamos sentirnos redimidos ante las atrocidades que cometemos. Así cada diciembre en nombre de Jesús dilapidamos las riquezas con las que podríamos salvar tantos niños del arrabal para una mejor humanidad.
Derrochamos el dinero en ropas que en enero tiramos a la basura cuando millones de Jesús andan descalzo y pelú por el mundo. Gastamos fortunas en alimentos que jamás comeremos, terminando en el zafacón varios días después, pero millones de esos niños mueren de hambre esa misma noche en la que se derrocha el alimento que pudo salvarle la vida.

Compramos regalos, juguetes y fantasías que nuestros hijos ni siquiera toman en cuenta, olvidando que con los recursos gastados podemos salvar a los Jesús que mueren por falta de medicina en los hospitales del mundo y aún peor en nuestro propio país. El colmo de la hipocresía es cuando a pesar del derroche que hacemos de recurso en la época, sostenemos que hay niños que no asisten a la escuela por falta de recurso, pero dilapidamos miles de millones que bien podrían ser la fuente para que cada niño dominicano reciba los útiles escolares para la educación que quizás le ayude a desechar la delincuencia como modo de vida.

Es así, que cuando Jesús descalzo y pelú nos toca la puerta, preferimos decir, no tengo tiempo, hay enfermos, el señor no está, es uno de esos del arrabal, que roban, que son del mal. La diferencia de éste Jesús es que no tiene pesebre, ni los reyes magos se molestaran. Pues mientras nos escudamos para no atender la puerta de éste niño descalzo y pelú, lo hacemos sosteniendo que es noche de alabanza de aquel que en el cielo está. ¡Caramba! Es que no nos damos cuenta, que el Jesús que alabamos se está presentando frente a nosotros tocando las puertas, pidiendo ayuda para cenar mientras seguimos orando por el que está en el cielo. ¿Por qué buscarlo en el cielo si tan cerca está?

Lo cierto es que cada día matamos a Jesús en su propio nombre, tanto que si el mismo Nazareno nos tocara a la puerta de seguro lo crucificaríamos de nuevo acusándolo de impostor, llegaríamos sin duda a decir, que las cicatrices en las manos producto de los clavos en la cruz, son unas cirugías que se realizo para simular que es el hijo de Dios. Es que no estamos interesados en hacer lo que según las creencias cristiana mandó Jesús  “Amar a su prójimo como a sí mismo”. Esto es solo retorica para engañarnos creyendo que con ello nuestra conciencia estará tranquila, pero todos los días le cerramos las puertas a Jesús solo porque es del arrabal, olvidando que con ello también cerramos las puertas aquel que supuestamente murió por nosotros.

Dios tenga misericordia de nosotros cuando nos toque ser juzgado por nuestras obras, porque algunos tendremos que arreglar una buena defensa para que la condena no sea arder en los confines del “infierno” por la eternidad.

Solo le pido a Jesús que no vuelva como el niño del arrabal, porque lo crucificaran ahora por pobre. A ustedes les pido que de no abrirle la puerta, al menos compartan el pan con los niños que no cenaran.

 

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