Hidalgos y caballeros
Si alguna ventura ha tenido la República Dominicana en su azarosa historia política es haber escapado de esa plaga que llaman nobleza. Excepción hecha del presidente Pedro Santana, quien 17 años después de proclamada la independencia entregó a España el suelo patrio en condición de colonia, mientras él era designado “Marqués de las Carreras”.
Un vestigio notable del asomo nobiliario se encuentra en el nombre de la ciudad Santiago de los Caballeros, segunda en importancia, fundada en los tiempos de la colonización (1495) presuntamente por treinta caballeros de la Orden de Santiago. Este dato –casi leyenda- no cuenta con la aprobación de los historiadores.
A Santiago de los Caballeros se le menciona con el sobrenombre afectivo de Ciudad Hidalga. Hidalgo fue o es un título de nobleza de menor grado que caballero, pero también a éste se le exigía la posesión de hacienda. Sólo don Quijote, un hidalgo rural con escasos bienes, alucinado por sus sueños, podía pretender erigirse en caballero.
La cultura española ha definido bien las características de un caballero, para lo cual era indispensable la posesión de hacienda y otros bienes. Los caballeros disfrutaban de algunos privilegios, entre ellos usar el título de don delante de su nombre. Juntar treinta caballeros para fundar una ciudad a orillas del río Jacagua no parece que fuera viable.
Para ser caballero: “Las ceremonias para ser armado caballero eran objeto de especial atención en los libros y revestían gran solemnidad en la vida real, pero el objetivo podía conseguirse también merced a un ‘procedimiento de urgencia’, minuciosamente regulado” (Nota 9 a cap. II, Don Quijote, edición V Centenario, pág. 34).
Los escritores José Ulises Rutinel y Darío de León definen el término hidalgo así: “Originalmente, una clase de la nobleza de Castilla. Desde el siglo XIII, nombre que se daba a todos los nobles. Desde el siglo XV hasta el XIX, el grado inferior de la nobleza española”. (Diccionario Histórico Dominicano, 2ª edición, Naha, 1995, pág. 144).
Hidalgo procede del latín “fidalgo”, y este del antiguo “fijo dalgo” que literalmente significa “hijo de algo”. El Diccionario de la lengua española la define: “Persona que por linaje pertenecía al estamento inferior de la nobleza”. Como adjetivo, hidalgo significa “De ánimo generoso y noble”. Esta será la acepción que le cuadre a la Ciudad Hidalga.
Al “hijo de algo” se ha llamado “hijodalgo” cuyo femenino es “hijadalgo”. No hace mucho los diccionarios incorporaron a “hidalga” como equivalente a “hijadalgo”. No son válidos “hijadalga” ni “hijodalga”. Si la fundaron los legendarios caballeros, Santiago es “hija de algo”, o una “hijadalgo”, aunque –por suerte- no padecemos eso que llaman nobleza.
jpm

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