Helado para el alma

 

 

Arropada por el romanticismo hacia la vida que me caracteriza, hoy quiero invitarte a tomarte un helado que refresque tu alma. A que hagas un alto en tu agitada vida para alimentar esa parte de ti que aunque no siempre eres consciente, es el motor que mueve tu vida.

 

Te comparto esta bella historia, esperando te motive a encontrar cual es el helado que le hace falta a tu vida en este momento…

 

La semana pasada llevé a mis niños a un restaurante.

Mi hijo de 6 años de edad preguntó si podía dar las gracias.

Cuando inclinamos nuestras cabezas el dijo:

«Dios es bueno, Dios es grande.

Gracias por los alimentos, yo estaría aún más agradecido si Mamá nos diese helado para el postre.

Libertad y Justicia para todos. Amén»

 

Junto con las risas de los clientes que estaban cerca, escuché a una señora comentar:

«Eso es lo que está mal en este país, los niños de hoy en día no saben como orar, pedir a Dios helado…

¡Nunca había escuchado esto antes!»

 

Al oír esto, mi hijo empezó a llorar y me preguntó: «¿Lo hice mal? ¿Está enojado Dios conmigo?

Sostuve a mi hijo y le dije que había hecho un estupendo trabajo y Dios seguramente no estaría enojado con él.

 

Un señor de edad se aproximó a la mesa. Guiñó su ojo a mi hijo y le dijo:

«Llegué a saber que Dios pensó que aquella fue una excelente oración»

¿En serio? – Preguntó mi hijo. – ¡Por supuesto!

Luego en un susurro dramático añadió, indicando a la mujer cuyo comentario había iniciado aquel asunto: «Muy mal, ella nunca pidió helado a Dios. Un poco de helado, a veces es muy bueno para el alma».

 

Como era de esperar, compré a mis niños helado al final de la comida. Mi hijo se quedó mirando fijamente el suyo por un momento y luego hizo algo que nunca olvidaré por el resto de mi vida.

Tomó su helado y sin decir una sola palabra avanzó hasta ponerlo frente a la señora. Con una gran sonrisa le dijo: «Tómelo, es para usted. El helado es bueno para el alma y mi alma ya está bien».

 

Quizás te identificas con el niño, o con la actitud de la madre, probablemente con la señora que se acercó con amor a la mesa a hablar con el niño, o más bien te identificas con la mujer llena de amargura que censuró la oración del niño.

 

Te invito a meditar en que posición vives frente a la vida. Porque venimos del amor, somos llamados a ser luz, a dar amor, a vivir en armonía….Porque de vez en cuando nos damos la oportunidad de tomarnos un rico helado para el alma y porque no, proporcionarle uno a los demás…..

mentoria.orientacion@gmail.com

@

amarloquetengo

 

jpm

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