Haití y RD: ¿quiénes tienen la culpa?

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De los acontecimientos ocurridos en Haití y en la República Dominicana, más negativos que positivos, son muchos los que tienen la culpa, de uno y otro lado. Pero como uno desconoce casi en su totalidad lo que ha ocurrido en el otro lado (en Haití), pues tiene que referirse al lado propio, al dominicano. ¿Quiénes tienen la culpa de que hoy día tengamos aquí una población haitiana superior a los dos millones de personas ignorantes, enfermas, sin papeles, sin metas ni futuro? Pues muchos dominicanos, de la alta y baja sociedad, de estamentos oficiales y privados, de blancos, indios, mestizos y negros, de las iglesias todas y de comerciantes, industriales y empresarios constructores inescrupulosos. Y, además, de sectores poderosos del exterior que “dirigen” o “encauzan” las políticas de relaciones exteriores de muchos países bajo su égida o por las ayudas y facilidades crediticias recibidas. Como se ve, son muchas las personas y varios los factores que han influido e influyen en la desproporcionada migración haitiana que tiene a la mayoría de los dominicanos casi al borde de un precipicio. Presidentes de varios gobiernos (Balaguer, Guzmán, Jorge Blanco, Mejía, Leonel y ahora Medina) han tenido culpa en esa pesada carga migratoria, así como la izquierda, los intelectuales “progresistas” y hasta sacerdotes y ministros de iglesias católicas, cristianas y protestantes, sin que se olviden a legisladores, dirigentes políticos, funcionarios del CEA y otros “amigos” de la fusión pura y simple. Haití, cayéndose a pedazos desde hace mucho tiempo, ha sufrido la embestida cruel, sanguinaria y explotadora de algunas potencias, quedándose hasta sin suelo donde sembrar algo para la subsistencia de su pobre gente. Ha tenido, en el interín, a muchos despiadados regímenes, presidentes y primeros ministros títeres, dictadores, que han completado la obra de llevárselo todo, de arrancar las raíces y los árboles, de dejar sin documentos de fe pública a casi toda la población haitiana. Y con razón, por la subsistencia, los haitianos han emigrado hacia el Oriente, hacia donde hay vida, hacia la República Dominicana. Y aquí han sido recibidos con los brazos abiertos sin que nadie los tilde de esto o de aquello, llegando al punto casi insostenible de superar los dos millones de habitantes. Pero que llegaran sin papeles a trabajar en campos y ciudades; que trajeran o hicieran familias aquí; que sean negros o mulatos; brujos o satánicos; enfermos o saludables, nada ha impedido que se asienten en RD y que nuestras autoridades no hicieran nada por evitarlo. Pero el colmo ha sido y es que la ONU, los gobiernos de Haití, USA, Francia, la Unión Europea y otros países aspiren, quieran, chantajeen y nos obliguen a reconocerlos, a naturalizarlos, a darles nuestra nacionalidad sin cumplir ninguno de los requisitos que esos mismos países exigen a todo el mundo. Es decir, que los haitianos reciban nuestra nacionalidad sin mostrar ningún documento, sin chequeos y exámenes médicos, sin llenar ningún formulario y sin pagar un céntimo. ¿Puede eso ser posible en este tiempo? ¿Puede un país pobre como RD atender una demanda migratoria de esa especie y en esas condiciones? ¿Qué se busca con forzar una salida a favor de Haití? ¿La fusión de los dos países que a pesar de ser tan diferentes comparten la isla Hispaniola? ¿O se busca una reacción agresiva y determinante de los dominicanos para entonces invadirnos, intervenirnos y resolver el asunto manu militari? Yo no sé las respuestas a estas interrogantes pero creo que si queremos seguir hablando en escuelas, casas, centros, clubes y universidades sobre Duarte, Sánchez, Mella, la Independencia, Juan Bosch, Pedro Mir, Balaguer, Guzmán, Jorge Blanco, Majluta, Peña Gómez, Hipólito, Leonel, Danilo, las hermanas Mirabal, Manolo Tavárez, Francis Caamaño, la Guerra de Abril y tantas otras hazañas en que han participado dominicanos, lo mejor que podemos hacer ahora es rechazar las pretensiones de los haitianos y de sus poderosos allegados (no amigos) que anhelan traspasar a nuestro país sus sueños inverosímiles y sus negras y absurdas realidades. En manos, voz y pensamiento de Danilo Medina y el PLD queda que se siga hablando de RD como un país democrático, libre e independiente de toda potencia extranjera. Y que no tengamos que desenterrar a Duarte, a Mella, a Sánchez, a Luperón, a Bosch, a Mir y a tantos otros patriotas que dieron lo mejor de sí para que existiera una República Dominicana respetuosa de sí misma y de todos los demás países de la tierra. Por ahora es cuanto. lusan1718@hotmail.com

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