Haití pretende robarse el Masacre

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El autor es periodista. Reside en Santo Domingo.

Los eternos opositores de aquí, de Haití y de otras partes del mundo, pretenden arroparnos en sus paños tibios, en su semántica burlona y engañosa, para ocultar el hurto de nuestro río Masacre por parte del salvaje pueblo haitiano, y si no lo paramos ahora, también nos robarán otros ríos, nuestra identidad y nuestra Patria.

Solo actuando, haciendo lo mismo que Pedro Santana y Rafael Leónidas Trujillo Molina, detendremos su afrenta, su rencor y envidia viscerales, su imparable felonía.

Es que Haití no es y nunca ha sido un país organizado y de virtudes democráticas, fue y seguirá siendo un conglomerado salvaje y marcado por el odio, el resentimiento, lo prosaico, los antivalores y la ausencia de amor y humanismo. Los haitianos de arriba y de abajo, son engendros ancestralmente aliados de la discordia, la infamia y la perversidad. Esa ha sido su divisa desde que les nacieron pies, ombligos y mediatizado cerebro.

Nunca los haitianos han perseguido lo bueno, lo cristiano, lo justo y decente. Nunca les ha interesado ser ciudadanos ejemplares, con valores pulcros y honorables, y tan sólo han conducido y amarrado sus vidas en todo el resentimiento, la mendicidad y la ignominia humana.

Su desprecio, su salvajismo y vandalismo perennes, nos han herido de muerte, han decapitado muchas vidas y esperanzas futuras de miles de dominicanos inocentes y productivos, que han pagado con ello el precio de vivir en una tierra, en una Nación de libertad, de fe en Dios, de paz y con sentimientos de solidaridad y amor imperecederos.

Ellos nos han invadido muchas veces, han matado y profanado a muchos compatriotas inocentes y productivos, han robado sus tierras y otros bienes, han intentado arrebatárnoslo todo, pero no han tenido éxito, porque Dios Todopoderoso y la Virgen de la Altagracia nos guían y protegen.

En cuanto al irritante tema que nos ocupa en estos días, todos sabemos que para robarse nuestro río Masacre no es necesario desviar su cauce natural, sólo es suficiente con el canal que ellos construyen para desviarlo, justo en el lugar que se inició y que se encuentra en un 80%. Si lo dejamos actuar a su antojo, si no lo paramos de cuajo, también nos robarán el aire de libertad y de vida que respiramos en República Dominicana; nuestro mar Caribe, nuestra fauna y flora, nuestra porción de sol, de luna y hasta nuestro Ejército Nacional.

Pero para suerte nuestra, en el discurrir de todo este atolladero, tenemos al frente del Estado a un líder y presidente digno, patriota y responsable, que está actuando con hidalguía y firmeza frente a las acciones infames del gobierno haitiano y de un grupo de canallas empresarios y políticos del peor color y de la más abyecta oscuridad de pensamientos y actitudes.

Aseguro que nuestro presidente Abinader ha actuado con coraje, presteza y correctamente en defensa y salvaguarda de nuestros intereses y de nuestra soberanía nacional. Y es su deber y obligación hacerlo y no abandonar ese camino, sin importar quién llora, quien ríe, quien grita o ladra sin razón ni motivos valederos contra la República Dominicana.

Absolutamente sé, y también lo sabe el presidente Abinader, que para detener la angurria sin límites de los haitianos, no es suficiente con mostrarles los músculos, los fusiles, sino usarlos contra ellos. La historia de la humanidad nos ha enseñado que a veces es necesario e indispensable hacer la guerra para lograr la paz verdadera y permanente a que aspiramos los buenos ciudadanos de cualquier rincón del planeta.

Él y yo sabemos que los insensatos haitianos sólo entienden por la fuerza, con el garrote como escarmiento. Por ende, hablando y negociando política y diplomáticamente no lo detendremos en su desmedido y malsano afán de terminar la construcción del canal, mejor dicho, de finiquitar de robarse el río Masacre.

Y si el gobierno dominicano prefiere no emplear la fuerza militar para detenerlos, el presidente Luis Abinader debe ordenar el represamiento del Masacre dentro del cauce nuestro, de manera que ni una gota de agua entre a territorio haitiano. Hágalo mi presidente, no hay vuelta atrás, no hay espacio para titubear y con ello este país le estará eternamente agradecido.

Y comprenda, ahora, que los ricos y ciudadanos de la oscuridad alrededor del mundo, así como algunas potencias occidentales, están ciegas, sordas y mudas, están en nuestra contra y azuzan esta crisis, y también otras futuras confrontaciones para beneficiar a Haití y lograr que sus ciudadanos se mantengan anestesiados en sus territorios, evitando así su estampida hacia sus respectivos países. Así de sencillo y perverso.

 

jpm-am

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1 Año hace

pos mire una cosa de querer querer quiere pero mire no mas esa cosa llamada rio nace en territorio dominicano y pos tenemos tambien derecho de desviarlo para donde el pais quiera total las arboles los sembramos nosotros y somos los que producimos el agua.