Grosera manipulación periodística: avión de Malasia y Gaza

La Internet que es mitad herramienta educativa (una suerte de biblioteca virtual) y mitad chatarra-pornográfica (su uso irresponsable por lo peor de la degradación humana); y como si fuera poco, también ruta incierta-infinita a los mapas geográficos-culturales más inhóspitos de este universo, podrá ser monstruo de siete cabezas; en la opinión de algunos, pero ha hecho justicia histórica-universal: ha despojado a los centros hegemónicos mundiales -otrora imperios- del monopolio exclusivo de la información; y de algo más estratégico-fáctico, de hacer posible que el ciudadano global deje de ser un simple recipiente -pasivo-contemplativo- de informaciones elaboradas, procesadas y teledirigidas (¡nada ingenuo!) por “agencias-cadenas” para convertirse en emisor y fuente libre de información. De modo tal que, aquella premisa del periodista español Juan Luis Cebrián, dejada caer en un libro suyo -olvidado y en desuso sobretodo en su valía ética-: “Cartas a un joven periodista”, y que apela a un viejo adagio británico sobre “¿que es ser periodista?” que resume –“semejante destino”- en “…salir a la calle, ver lo que pasa y contarlo a los demás”, ha recobrado su embrujo e importancia-trascendencia en beneficio y garantía precisamente de una pluralidad-cobertura periodística ya maltrecha y bizca. Y eso es mucho. Sin embargo y a dos años de la llamada Primavera Árabe (una suerte de “revoluciones” y revueltas populares tele-transmitidas, alentadas e influenciadas -a través de las redes sociales y causales históricas-endógenas- por Occidente y que dieron al traste con regímenes dictatoriales en los países árabes: Túnez-Egipto-Libia); y en menor medida, de los movimientos de los Indignados (M-15, y demás, no del todo libre de manipulación política-ideológica; aunque eso sí, de profunda expresión válida ciudadana), ya ni siquiera vale la pena mencionar cuando -hace algunas décadas- los centros mundiales de elaboración, control, manipulación y tergiversación de la información de noticias y de la llamada “Opinión Pública Mundial” decidían, influenciaban y creaban tendencias de “información pública” para moldear y condicionar procesos electorales a favor de tal o cual candidato, o cuando no, procurar-conseguir la imposición grosera de su pupilo-mequetrefe de ocasión. Igual “técnica” para informar sobre conflictos bélicos, experimentos científicos biológicos-humanos-químicos (secretos-fallidos), expansión global estratégica, o la búsqueda salvaje-rapaz de nuevas rutas-nichos para saqueo de riquezas naturales-minerales no renovables. En esas décadas, más que con la Revolución Industrial y otros saltos históricos-científicos de la humanidad, se le dio forma, contenido y configuración al mundo-vertedero actual en que vivimos cual zombis: “capitalismo salvaje”, desigualdades sociales insalvables, chatarra-pornográfica y lo que ya se hizo de dominio público mundial y que sospechábamos: que esos centros hegemónicos no solo nos han expoliado-desinformado históricamente, sino, que también, han hecho fetichismo-voyeurismo con la vida privada de la gente, de los Estados-Gobiernos y entre ellos mismos a través de “ciertas políticas supranacionales” y sabrá Dios que otras diabluras-perversidades. Pero ahora la ocurrencia de dos eventos trágicos y bochornosos (el accidente o derribo del avión comercial de Malasia y la siempre latente reactivación bélica del viejo conflicto Israel-Gaza-Palestina) ha puesto sobre el tapete la vieja práctica de la manipulación periodística mundial, obviando que ya el Internet (y sus correlatos mas expeditos: las redes sociales) la hizo triza. ¿O será que los imperios -aún en franca decadencia- no cogen cabeza (como aquello) y siguen apostando al borreguismo periodístico más pedestre? Ambos eventos -de la actualidad mundial- los pongo en perspectiva porque se me ocurre pensar qué pasa por la mente de esos centros de propaganda mundial al pretender hacernos creer, por un lado, una hipótesis de carácter político-estratégico -sobre ambos eventos- que nos proyecta a dos supuestos culpables sin más pruebas que dos nombres: Gaza y Putin; y por el otro lado, una bruma “informativa” indescifrable. Tal pretensión-simpleza, a la luz de su chorro-trayectoria de mentiras y falsedades, es no menos que un insulto inaceptable. Tan inaceptable, que hasta ellos mismos (esos bloques desinformativos) se desmienten a diario en un masoquismo simultáneo-mediático de inverosímiles espejos. He gozado, a más no poder, con los bombardeos desinformativos –o más bien, insultos a la más elemental inteligencia- de esos bloques propagandísticos-estratégicos mundiales sobre el accidente o derribo del avión de Malasia y el conflicto Israel-Gaza-Palestina, y aunque quizás el gran público espectador no se da cuenta que estamos en medio de una guerra global de desinformación-manipulación, desatada por esos demonios informativos, aún sobrevive –en la mentalidad o subconsciente de la gente- aquel viejo cliché de que, en toda guerra, la primera baja es la verdad. Y en este caso, tal axioma, es, más que una caricatura, una grosería periodística-propagandística de muy mal gusto, y peor aún, querer o pretender que la compremos como insumo periodístico-noticioso de impecable “objetividad periodística”. ¡Que bárbaros! Por ejemplo, las “cadenas” o “agencias” informativas europeas- occidentales (de tendencia semi-crítica, pues proyectan imágenes, manifestaciones en pro y en contra, y algunos que otros puntos de vista contrapuestos, a veces bajo el telón de la ironía, la irreverencia, o la burla abierta y directa a ciertos líderes o actores mundiales) te presentan ambos hechos en el contexto de una “guerra fría” renovada y de un balance cuasi anti-imperialista USA-OTAN, mientras que las “cadenas” o “agencias” pro-Rusa-Medio Oriente (Europa del Este) te delínean un cuadro caótico-confuso informativo en donde Europa occidental más Estados Unidos no dejan de meter sus narices e intereses en esas zonas geo-políticas en procura de penetración financiera-cultural, ocultamiento del llamado “choque de civilizaciones”, neo-colonialismo e influencia-presencia-militar activa. De América-latina ni se diga, y aunque hay una dispersión informativa de acceso (imágenes, reacciones, protestas y algunas que otras perspectivas de análisis diversos) no deja de predominar o de aflorar la repetición de la hipótesis, sospecha o sesgo periodístico sobre Putin y Hamás (que aclaro –junto a los líderes de Israel- no son Santos de mi devoción). Aquí, como vemos, la “gatita de María Ramos” “informativa” es de amplio espectro geográfico-cultural-propagandístico y persigue el mismo objetiv manipular la “opinión pública mundial” en plena “era del conocimiento” y obviando que hoy desde la aldea más remota, alguien –cualquier ciudadano-, en su libre albedrío digamos periodístico, pudo haber captado el momento -antesala- exacto en que esos centros mundiales “informativos” (sin distingo ideológico-propagandístico) ensayan sus mentiras. No obstante, hay algo que nunca miente: las imágenes, el dolor, el lado en donde están las víctimas (niños/as, mujeres y ancianos/as, en fin, ¡ignominia execrable!) la destrucción y el caos, y la cara de congoja fingidas de los líderes –históricos o actuales- responsables de esas tragedias innecesarias. Porque ¿Por qué Gaza-Palestina no puede existir? ¿Por qué -y si fuere el caso- unos ciudadanos tienen que ser prácticamente conducidos a morir por falta de una simple información de dominio universal: volaban, increíblemente, sobre espacio aéreo en zona de conflicto-guerra? ¿Quién puede creer eso? Finalmente, quiero dejar sobre la mesa algunos trozos de un poema vibrante (“Lo que hay que decir”) que aunque referido al conflicto Israel-Irán se extrapola alIsrael-Gaza-Palestina, y en el cual el afamado escritor Günter Grass pone el dedo sobre las llagas, sin dejar de ser también (el poema), una bofetada universal y unalúcidareflexión contra la mentira y la manipulación periodística mundial de la que hemos expuesto aquí sin mucha pretensión histórica. Oigámoslo, pues: “Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,sobre lo que es manifiesto y se utilizabaen juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,solo acabamos como notas a pie de página.Es el supuesto derecho a un ataque preventivoel que podría exterminar al pueblo iraní,subyugado y conducido al júbilo organizadopor un fanfarrón porque en su jurisdicción se sospechala fabricación de una bomba atómica.Pero ¿por qué me prohíbo nombrara ese otro país en el quedesde hace años —aunque mantenido en secreto—se dispone de un creciente potencial nuclear,fuera de control, ya quees inaccesible a toda inspección?El silencio general sobre ese hecho,al que se ha sometido mi propio silencio,lo siento como gravosa mentira[Y más adelante, el poema sigue]:Lo admit no sigo callandoporque estoy hartode la hipocresía de Occidente; cabe esperar ademásque muchos se liberen del silencio, exijanal causante de ese peligro visible que renuncieal uso de la fuerza e insistan tambiénen que los gobiernos de ambos países permitanel control permanente y sin trabaspor una instancia internacionaldel potencial nuclear israelíy de las instalaciones nucleares iraníes.Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,más aún, a todos los seres humanos que en esa regiónocupada por la demenciaviven enemistados codo con codo,odiándose mutuamente,y en definitiva también ayudarnos…” Postdata: Y aunque Gunter Grass se haya prácticamente retractado de este su poema al expresar “… que debería haber redactado de otra manera su poema..,”. Yo, simplemente, lo sigo creyendo un poema vibrante, humano, solidario y valiente (¡léanlo!).

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